Hice todo lo posible por evitar que mis ojos se cerraran por completo, pero el sueño era cada vez más fuerte y no le importaba si estaba en medio de una maldita clase. Por quinta vez mis ojos se cerraron y cuando estaba a punto de quedarme dormido, reaccioné bruscamente. Sin embargo, esta vez no tuve tanta suerte, ya que tan pronto abrí los ojos, me encontré con la mirada furiosa de mi profesor.
Él permanecía con los brazos cruzados, esperando a que dijera algo, mientras que los demás estudiantes simplemente se reían.
—¿Alguna duda acerca de la clase?
La pregunta fue para todos, pero aun así el profesor mantuvo su vista fija en mí. Vi hacia los lados en busca de ayuda, pero solo estaba siendo el centro de las burlas, aunque no es como si me importara mucho.
Definitivamente, no podía seguir de esta forma en la que aparentaba que esto me importaba cuando no era así. Tenía miedo de que al final terminara siendo un reprimido y el mayor fracasado del mundo por hacer algo que no me gustaba solo para hacer felices a otros.
Coloqué la mochila en mi hombro y salí lo más rápido posible de esa horrenda clase para irme directo a la playa junto a los chicos, era lo que siempre necesitaba luego de una estresante mañana en la universidad.
Empujé la puerta de salida para luego llevar mi mano al bolsillo trasero de mis pantalones donde vibraba mi celular.
Hice una mueca cuando noté que era Dani.
No era la primera vez que ella me llamaba en estas semanas, pero aún no quería enfrentarla después de aquel vergonzoso incidente causado por una mala mezcla de marihuana, alcohol y un Henrik susurrándome al oído para que la llamara e insultara. Simplemente, ignoré la llamada y continué mi camino hacia la salida de la facultad, pero me llevé una gran sorpresa al ver a Dani esperándome con Kelly a su lado.
Era evidente que ella se sentía avergonzada al verme, y ni hablar de lo tonto que debía parecer al estar parado sin saber qué hacer. Tomé una respiración profunda, sonreí y me acerqué a ellas, porque no había forma de fingir que no las había visto.
Lo que más me causó curiosidad fue lo bastante desesperada que estaba en querer comunicarse conmigo hasta el punto de venir hasta mi universidad. De solo pensar en lo ansiosa que estaba en querer rechazarme me revolvía el estómago.
—No respondes a mis llamadas.
Me dijo cuando me tuvo lo suficientemente cerca.
—No puedes culparme —repliqué, a pesar de lo incómoda que era nuestra situación, no me pasó desapercibido el estado en que estaba Kelly—. ¿Qué pasa con ella?
Las lágrimas de esta chica se podrían ver a la perfección desde la entrada de la facultad.
—Esa era la razón de mis llamadas.
Está bien, era lo suficientemente fuerte para evitar que esa respuesta doliera.
En lugar de interrogar a Dani sobre lo que sucedía y obtener una respuesta que podría dañar mi frágil fortaleza, opté por acercarme a Kelly y preguntarle qué diablos le ocurría a ella y qué tenía yo que ver en todo esto.
Sus labios cubiertos con un labial morado temblaron antes de soltar la bomba—: Estoy embarazada.
Tan pronto como escuché sus palabras quedé atónito en mi sitio sin poder decir una sola palabra. Solo mis ojos se movieron en dirección a Dani y por su tranquilidad era obvio que ya sabía.
—No es mío —me apresuré a decir.
Dani puso los ojos en blanco al tiempo en que yo me ganaba un golpe por parte de Kelly, lo bueno de aquello fue ver que una sonrisa se formó en sus labios a pesar de que sus ojos parecían estar casi a punto de botar varios litros de lágrimas.
—Entiendo, pero ¿qué tengo que ver?
No quería sonar como un idiota, pero la realidad es que ni siquiera entendía por qué estaban recurriendo a mí cuando ni siquiera éramos tan cercanos.
—Dani me contó acerca de tu prima Elizabeth.
Esa oración bastó para comprenderla y no podía continuar forzándola a hablar cuando claramente estaba muy avergonzada, así que simplemente la tomé del brazo y la abracé entendiendo su intención.
La pobre en ese momento estaba hecha un desastre sin saber qué hacer, exactamente como mi prima hace cuatro años. Pensé que sería bueno hacer algo positivo por ella, algo que no pude hacer en aquel entonces por mi prima.
Una vez que deshice el abrazo llamé a mi prima y por suerte ella iba llegando de clases, así que teníamos la oportunidad perfecta para que ellas pudieran hablar cómodamente, ya que Elías llegaba después de las 7 y apenas eran las 4 de la tarde.
Les conté todo eso antes de pedir un taxi y nunca había tenido una experiencia tan incómoda en un taxi como esa. Resulta que Kelly tuvo la brillante idea de sentarse en el asiento delantero, dejándonos a Dani y a mí en los asientos de atrás.
La incomodidad se mantuvo hasta que llegamos al edificio donde vivía Elías con mi prima. Los tres subimos en silencio hasta el piso y al abrirnos, mi prima mostró una gran sorpresa al vernos a todos.