En Tu Mirada

CAPÍTULO 14

 

 

Deslicé mi dedo por la pantalla de mi teléfono móvil mientras observaba cómo mis amigos continuaban publicando fotos de su día en la playa. Dejé de lado mi envidia y miré hacia la ventana de la habitación de Dani, por donde se filtraban los brillantes rayos de sol.

¡Era un día perfecto para estar en la playa!

Bloqueé el celular, resignado a que mi domingo sería de todo, menos soleado. Miré a Dani con la esperanza de encontrarme con los ojos azules de mi futura novia, pero no, mis ojos se toparon con la portada de un libro de terror que Dani estaba leyendo acostada sobre su cama y con mi cabeza sobre sus piernas.

Acomodé mi cabeza sobre su regazo y agudicé la mirada para poder leer el título del libro que leía con tanta atención.

La semilla del diablo

Y debajo del título había una cuna de bebé…

¡¿Qué demonios?!

¿Quién lee un libro con ese título a las 2 de la tarde en un domingo soleado?

Lo llamé utilizando su nombre completo, algo que detestaba y, sin embargo, no me hizo caso. Moví su pierna un par de veces, pero también fue en vano. Tuve la idea de robar su libro, pero si llegara a intentarlo lo más probable es que hubiera terminado sin poder tener hijos. Deduje eso por el cariño que su familia tiene hacia mis partes íntimas.

Por la seguridad de mi paquete y mi descendencia, opté por el último comodín.

Morderla.

Sonreí satisfecho al escuchar su chillido agudo, más no vi venir su pie golpeando mi cara.

—¿Qué demonios te pasa?

¡Maldición! Nunca más podría respirar de la misma forma, pero el dolor en mi nariz no se comparaba con el dolor que me provocaba la pregunta de Dani.

Es decir, ella en serio estaba ignorándome.

—No me prestabas atención. —Respondí, haciendo un patético puchero.

—¿Cuántos años tienes?

—19.

—Pues pareces de 4 años.

Cuando vi su intención de volver al libro me trepé por la cama hasta llegar a su lado y abrazarla, sorprendentemente no se tensó ante mi repentina cercanía. Estos últimos días fueron maravillosos en comparación con nuestros primeros días. Al menos me permitió intentar acercarme más a ella que como un simple amigo.

No es que tuviera su corazón o mucho menos haya ganado una parte de él, pero el simple hecho de poder acercarme y abrazarla me llenaba de alegría.

Ya no me hacía sentir como un acosador.

Siempre había sido muy cariñoso con ella, por lo que no era sorpresa que quisiera abrazarla. Sin embargo, esta vez mis intenciones al tocarla habían cambiado y me alegraba que ella pudiera aceptarlo.

—Salgamos —propuse, empujando ligeramente su cuerpo fuera de la cama.

Brinqué del susto cuando repentinamente cerró su libro con fuerza, pero tan pronto vi que se cruzó de brazos, supe que no se lanzaría sobre mí a estrangularme.

Por lo menos ya había entendido que mi lado insistente y terco no la dejaría leer en paz.

—Hemos salido todos estos días.

—Me gusta salir contigo, ¿a ti no?

Pensándolo bien, si parecía un niño de cuatro años suplicando por atención. Si alguien me viera así, seguramente pensarían que tengo la mentalidad de Elían.

—Sabes que sí.

Sonreí.

—Entonces salgamos.

—¿A dónde?

—Los chicos están en la playa.

Al observar cómo su rostro se oscurecía, me di cuenta de que pasar un rato con los chicos no era una buena idea, especialmente porque sabía lo incómodo que era para ella tener que hacer nuevos amigos.

No la forzaría a tener que relacionarse con mis amigos y menos con Henrik. Sabía lo desagradable que era cuando ella estaba cerca y un día tan bonito no lo quería desperdiciar en una tonta pelea.

—Pensándolo mejor, deberíamos ir a otro lado —Tomé su mano y besé el dorso de esta—. ¿La librería? No, ahí fuimos la última vez, ¿cine? —negué rápidamente, recordando aquel momento—. No, sin duda, el cine no.

—No, está bien —se apresuró a decir—. Deberíamos ir con tus amigos.

Tan veloz como un halcón me puse de rodillas sobre la cama, estando bastante sorprendido por su repentino cambio.

—¿Segura? No es obligatorio, solo fue una tonta idea.

—Te dije que estaba bien, además…

—¿Además?

—Ellos son tus amigos y sería bueno acercarme a ellos.

—Nunca te ha interesado estar con ellos.

No pude evitar sorprenderme y dudar de que ella quisiera socializar con mis amigos, considerando que en varias ocasiones dejó en claro que solo eran una distracción que me alejaba de mis estudios. Bueno, aquellas palabras eran más específicas para Henrik que con los demás.




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