En Tu Mirada

CAPÍTULO 16

 

 

Como todo en la vida, nada era perfecto y podía dar fe de ello.

A pesar de que mi estrategia para conquistar a Dani iba muy bien, no esperaba que mi padre no considerara mi felicidad suficiente. Por eso, él también ideó su propio plan llamado «arruinemos la vida de Roger».

Estaba seguro de que el plan de mi padre estaba siendo más fácil que el mío, en mi intento de descongelar el corazón de Dani. Así que, punto para mi padre quien estaba haciendo un mejor trabajo que yo.

Mi vida universitaria no tenía un futuro muy prometedor y estaba seguro de que mi padre lo sabía, pero digamos que sus esperanzas eran más grandes que las mías queriendo ganarme el amor de Dani. Durante estas semanas, mi encantadora futura novia no había dejado de repetirme que mis bolas eran del tamaño de unas nueces, ya que no me atrevía a contarle a mis padres lo poco, o más bien, las nulas ganas que tenía de seguir asistiendo a la universidad.

Oye, amigo, ¿sabes qué? ¡A la mierda la Universidad!

Decir eso debía de ser increíble, pero si lo dijera, seguramente me arrepentiría al instante al ver la expresión de decepción en el rostro de mi viejo. Por otra parte, podía evitar todo ese drama y aguantar ir a la universidad, siempre y cuando mi recompensa fuera ver la enorme sonrisa de Dani mientras corría hacia mí.

Apenas habían transcurrido unos 10 minutos cuando ella se fue a buscar unas bebidas para nosotros, pero ya había sido suficiente tiempo para aburrirme o, tal vez, simplemente quería estar pegado a ella todo el tiempo.

Creo que la segunda opción era la más probable.

En este momento de mi vida, solo deseaba sumergirme en el mundo de Dani y vivir exclusivamente para ella.

¡Estaba volviéndome un tóxico de mierda!

Pero nadie podía juzgarme, cuando por tanto tiempo había estado esperando una gran oportunidad como esta. Así que decidí ignorar mi evidente toxicidad y contuve la sonrisa que quería aflorar al ver lo adorable que se veía corriendo hacia mí con sus trenzas negras moviéndose de un lado a otro.

—Americano tal cual como te gusta —me extendió un vaso—. Y para mí…

—Cappuccino doble con menos espuma y más canela —Terminé la oración por ella con una sonrisa.

Tomé un largo trago de mi café mientras admiraba su amplia sonrisa y reflexionaba sobre el significado que había detrás de ella. Aún más sorprendente fue el hecho de que ella fue quien tomó mi mano cuando comenzamos a caminar juntos.

No es que me opusiera a ello, solo que el contacto entre nosotros siempre era yo el que lo iniciaba.

¿Tiene esto algún significado importante? ¿O nada más era yo comportándome como un idiota?

Durante todo este tiempo he aprendido a no darle importancia a cualquier cosa que sucediera entre nosotros o a cualquier gesto de Dani que hiciera mi corazón latir desenfrenado, porque si no, nuestras citas serían en un psiquiátrico, ya que sin duda me volvería loco dándole importancia incluso al sonido de su respiración.

—¿Por qué sonríes como estúpida? —le pregunté.

—¿Así es como tratas a la persona que amas?

—¿Por qué tratarte de una forma que sé que no te gusta? Sé que odias que te hagan sentir débil ni las demostraciones en público.

Se mantuvo en silencio sin voltear a verme, únicamente bebiendo de su café con la nariz arrugada, signo de que algo estaba pasando por esa cabecita.

—Me gusta dependiendo de la persona —murmuró repentinamente, sorprendiéndome hasta el punto en que mi café casi saliera disparado por mi nariz.

—O sea, te gusta que te traten cariñosamente solo algunas personas —asintió, girando su cara al lado contrario donde yo estaba—. ¿Estoy incluido en la lista?

No obtuve una respuesta, ella simplemente continuó por el camino siguiendo mis pasos hacia la tienda de Skate de los padres de Henrik.

—¿Qué tal tu café? —pregunté, luego de un rato en silencio.

—Bien.

—Déjame probar.

Tan pronto ella giró ligeramente la cabeza, no dejé pasar la oportunidad y le di un beso rápido en los labios. Después, lamí mis labios como si estuviera saboreando el café, aunque obviamente era una farsa. Sin embargo, como recompensa obtuve un beso.

—Muy dulce para mi gusto.

Me resultó inevitable soltar una carcajada al verla con los ojos desorbitados y cómo intentaba ocultar sus labios temblorosos con la mano.

—¡Eres un idiota!

Con tal fuerza deshizo nuestro agarre que me hizo estremecer de miedo, creyendo que en cualquier momento vendría a estrangularme. En lugar de eso, siguió caminando rápidamente, sin siquiera voltear a verme, sin importar cuánto gritara su nombre.

Hubo un momento en que fue disminuyendo el paso y fue esa mi oportunidad para acercarme.

—Princesa, por favor, detente.

Cualquier persona que conociera a Danielle Kellman de la forma en la que yo la conocía, sabría sin duda que ese apodo le causaría escalofríos, por lo que mi lado autolesivo se sintió más que satisfecho al ver su mirada asesina.




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