En Tu Mirada

CAPÍTULO 24

 

 

Siempre he detestado esas fiestas improvisadas donde solo buscan una excusa para fumar marihuana, beber demasiado y, si alguien tiene suerte, terminar la noche teniendo sexo.

No me apetecía para nada estar allí, pero no podía perder la oportunidad de hablar con Roger. Sin embargo, no esperaba que Gina estuviera pegada a él durante toda la maldita noche.

¿Era su guardaespaldas o qué?

De verdad, momentos como estos me hacían odiarla.

El piso que Bri compartía con sus compañeras de clase era muy bonito y espacioso; sus compañeras eran muy simpáticas y amigables, tanto que podían aguantar las tonterías que Henrik decía en su desesperado intento de ligar.

Al verlas, pensé que me habría encantado tener unas amigas como ellas. Aunque me repetía una y otra vez que el problema no era yo y que debería intentar hacer amigos, era algo que no se me daba con tanta facilidad y trataba cada día de normalizar eso en mi vida.

―Toma un poco de esto ―me ofreció Henrik―. Te hará olvidar cualquier mierda que estés pensando.

No estaba allí para emborracharme y hacer el ridículo, así que rechacé su oferta y me mantuve atento a cada movimiento de Roger con la esperanza de tener la oportunidad de hablar con él. Sin embargo, de vez en cuando, mi atención se desviaba hacia la morena que estaba al lado de Cole. Si no me equivocaba, ella era su novia, pero parecía estar más interesada en Henrik que en cualquier otra persona en la sala, a pesar de que su novio estaba a su lado.

De repente, sus ojos se fijaron en mí y podría apostar que percibí cierto odio en su mirada.

Demonios, ¿hay alguien a quien yo le agrade en este lugar?

―¡Estoy tan feliz de que estés aquí!

Bri parecía ser la única persona contenta de tenerme allí, o tal vez era el efecto del alcohol en ella, pero la verdad es que no me importaba mientras hubiera alguien que me hiciera sentir bienvenida en ese lugar.

―Si hubiese sabido que te gustaban estas reuniones desde hace tiempo te hubiese invitado.

Desde siempre, ella me había dado la impresión de ser la chica que mantenía en control a los demás, pero me resultó divertido ver a Jake siendo quien la controlaba.

―¡Beer Pong! ―Chilló repentinamente―. ¡Juguemos beer pong!

Y esta era otra de las razones por las que a veces me alegraba de no tener amigos y no tener que ir a estas incómodas reuniones.

Estos juegos eran típicos de las series espantosas de televisión.

Realmente necesitaba hablar con Roger lo más pronto posible para poder irme a casa, pero él parecía estar muy dispuesto a jugar y los demás, ni hablar, se veían más felices que nunca.

Con una rapidez sorprendente jalaron una mesa hacia el centro de todos y en menos de cinco minutos había 6 vasos a cada extremo de la mesa, llenos con algún líquido, mientras que a un lado había una botella de licor junto con dos vasos vacíos.

Todos estaban emocionados por jugar ese juego típico de las series espantosas de televisión, excepto yo. Y me dejó de gustar aún más cuando de repente esta gente comenzó a quitarse la ropa, besarse y compartir porros de marihuana.

Necesitaba largarme de ahí lo más pronto posible.

―¡Roger! ―gritó Bri con emoción, luego de sacar el papel de una pequeña caja―. ¡Y Dani!

Cuando ella leyó mi nombre en ese papel, sentí como si me hubieran condenado a muerte. Sin embargo, tenía la esperanza de que Roger se negara a esta locura. Pero, para mi sorpresa, él se levantó y se plantó frente a la mesa.

Empujé a Henrik, harta de sus mierdas de borracho, y fui hasta el otro extremo de la mesa.

Ese juego no iba a terminar bien, lo sabía.

―Todos conocen las reglas, amigos ―a Cole se le notaba la emoción al vernos de esta manera―. El que logre insertar la mayor cantidad de bolas en el vaso será el ganador, y aquel que no desee responder o hacer algo, ya sabe lo que le espera…

―¡Beber!

Todos rieron ante el grito borracho de Henrik.

Bajo la mirada atenta de Roger, tomé una pequeña bola amarilla y, con la presión del grupo, lancé la bola que, para mi sorpresa, cayó dentro de un vaso.

Las chicas aplaudieron orgullosas.

Roger levantó el vaso donde cayó la pelota, sacó el papelito doblado debajo de este y me lo entregó.

Me atraganté al leer lo que estaba escrito.

¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo?

Miré a Bri, quien estaba completamente borracha y muy orgullosa de estas mierdas que escribió.

—¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo?

Él levantó una de sus cejas oscuras y, al igual que yo, miró a Bri, quien prácticamente se estaba muriendo de la risa en el regazo de su novio.

Empecé a creer que nada era una casualidad.

―La última vez que tuve sexo fue justo antes de venir aquí.




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