Sabía de alguna manera que Henrik tenía algún problema con Juliana, la guapa y atractiva novia de Cole. Además, también sabía de la gran amistad que existía entre estos chicos, quienes incluso se conocían desde pequeños.
Entonces, ¿por qué Henrik se atrevería a intentar algo con la novia de su mejor amigo? Y por lo que ese juego diabólico había demostrado, simplemente no había sido un intento; algo había ocurrido entre ellos.
—¿Me dirás lo idiota que he sido? Vamos, empieza. Puedo soportarlo.
Estaba sentado en la cama de Bri, en tanto yo curaba la herida de su labio con los gritos de Cole de fondo.
Los chicos estaban haciendo un pésimo trabajo al tratar de calmarlo.
—Mi novio se acostó con mi mejor amiga —Levantó la mirada del suelo y me miró sorprendido, claramente no esperaba esa respuesta tan repentina—. En este caso, estoy más preocupada por cómo se siente Cole que por ti.
—Entonces deberías ir con él.
—Pero tú eres mi amigo.
Ignoré su mirada perpleja mientras continuaba curando la herida de su labio. No comprendía cómo alguien con un rostro tan atractivo podía ser tan tonto e irresponsable al intentar involucrarse con la novia de su mejor amigo, y aún peor, Cole era casi como un hermano para él.
—Yo… no le mentí —susurró—. Bueno, tal vez sí lo hice, porque nunca le confesé lo que sentía por ella.
—Al único al que le debes una explicación es a Cole. Yo no estoy pidiéndote explicaciones.
Sabía que era difícil para él contarme eso, por cómo le costaba hablar, así que no lo forzaría a hacerlo.
—Pero quiero hacerlo —dejé el algodón manchado con sangre en el suelo y me senté a su lado—. La había conocido antes, ¿sabes? Maldición, me gustaba mucho.
—Entiendo, ella es hermosa.
—Ella es ardiente.
—Sí, lo es. Por eso estás aquí quemándote.
Como todo un idiota empezó a reír, pero tan pronto sintió el dolor en su labio, arrugó el gesto.
—Coqueteamos, salimos un par de veces, pero ¿me creerías si te digo que estaba asustado hasta los huesos? Era la primera vez que me ocurría algo así con una chica y tenía temor de todas las consecuencias que eso implicaba.
Había enmudecido ante la sorprendente confesión de Henrik, porque estaba abrumada por la insólita situación. Y esto se debía a que comprendía perfectamente cómo se sentía, ya que los nuevos sentimientos en personas inseguras nos llevan a tomar decisiones equivocadas, todo por el miedo a experimentar algo desconocido.
Él siempre ha estado jugando con las chicas sin involucrar sentimientos y el hecho de que eso cambiara de repente, sin duda tuvo que haber sido una gran sorpresa para él.
—Me di cuenta demasiado tarde de lo que sentía y cuando quise buscarla, ya estaba con alguien más.
—Con Cole.
—Sí, con mi mejor amigo —suspiró profundamente, ocultando su rostro con evidente tristeza—. Vaya, él no me lo va a perdonar.
Al verlo tan triste, me hizo pensar sobre Kelly. ¿Estará ella también preocupada por cómo me siento? Aún no había intentado hablar con ella y cada vez que me llamaba, no salía de mi contestar a sus llamadas. Sin embargo, sentía que era necesario conversar con ella si queríamos seguir adelante sin resentimientos.
—¿Qué piensas hacer? Ya sabes, por un lado, tu mejor amigo y por otro está la chica que te gusta.
—A pesar de lo doloroso, acepté que ambos vivieran su relación. Fui yo quien la perdió, ¿por qué debería molestarme en verla feliz con alguien más?
Nunca pensé que Henrik diría algo tan maduro.
—Pero todo se complicó cuando ella volvió a buscarme, otra vez. Dice que no puede olvidarme.
—¿Quieres estar con ella?
—No —Estaba completamente confundida—. Ya no, ¿cómo podría ser feliz con ella si mi amigo está sufriendo? —negó, como si estuviera considerando esa posibilidad—. ¿Has notado cómo la mira? Cole está enamorado.
—¿Ya no sientes lo mismo por ella?
—Y es en este momento cuando todo se complica aún más. Porque al negarlo, lo primero que ella pensó es que me gustaba alguien más.
—¿Te gusta alguien más? —Al verlo asentir, negué decepcionada—. ¿Por qué los chicos se enamoran tan rápido?
—¿Qué puedo decirte? Me vuelvo vulnerable ante el encanto de las novias de mis mejores amigos.
—Ella piensa que soy yo la chica que te gusta, ¿verdad? —asintió, y así mi peor pesadilla se volvió realidad—. No es de extrañar que no dejara de mirarme con deseos de aplastarme como a una cucaracha.
—Ella me cela con cualquier chica que se me acerca, así que no te creas tan especial.
Le di un empujón y aproveché para presionar la herida en su mejilla.
—¡Mierda, eso duele!
—Te lo mereces por idiota.
Después de eso, no me quedó más remedio que acercarme y abrazarlo, justo como él lo había hecho conmigo hace unos minutos.