En Tu Mirada

CAPÍTULO 30

 

 

Conforme pasaban los minutos, las incertidumbres surgían y con ellas, el temor. Notaba cómo el espacio se reducía cada vez más, dejándome sin aliento y con una inquietud que me llevaría a la locura.

Mi celular parecía ser el único objeto que me mantenía cuerda mientras intentaba llamar una y otra vez, tenía esperanzas de que respondiera a mis insistentes llamadas, pero no importó cuánto rogué en silencio, él no contestó.

Todo mi hilo de pensamientos catastróficos se detuvo ante el sonido de la puerta. Me apresuré hacia ella con una gran sonrisa y la esperanza de encontrarme con una sonrisa igual de grande en el rostro de Roger, pero la decepción llegó rápidamente cuando vi que no era él.

―¿Qué haces aquí? ―le pregunté con voz temblorosa―. Pasó algo malo, ¿cierto? ―Al no obtener respuesta, me llené de preocupación―. ¡Necesito que me digas algo, Henrik!

―Necesitamos ir al hospital…

Me negué frenéticamente.

―Estoy esperándolo…

Cuando Henrik me abrazó, me derrumbé por completo, pues eso significaba que lo que me negaba a aceptar finalmente estaba ocurriendo. Aun viéndome frente al hospital, no podía asimilar que algo realmente malo le había sucedido a Roger.

Durante el trayecto hacia el hospital, traté de hacerle algunas preguntas a Henrik, pero la verdad es que no estaba lista para escuchar las respuestas. Sinceramente, mi mente solo estaba enfocada en Roger y nuestro momento de aquella tarde.

Si me hubiese quedado, nada de esto habría pasado.

Mientras corría por los extensos pasillos del hospital, sentí una culpa abrumadora. Si alguien me preguntara, le diría que nunca antes había corrido tanto en mi vida y que tampoco había experimentado esa sensación de correr sin encontrar nunca el final.

Contuve la respiración mientras la enfermera abrió la puerta, pero las lágrimas brotaron rápidamente cuando sentí un gran alivio al verlo en la cama. Sonreí al punto de llorar y, sin pensarlo, me dirigí corriendo hacia él, empujando a la enfermera en mi camino.

Cuando escuché su grito de dolor, lo solté de inmediato y me di cuenta de la férula que cubría su antebrazo y llegaba hasta sus nudillos. Me quedé sin aliento al ver su rostro lleno de rasguños y un enorme hematoma en su pómulo.

―¿Te encuentras bien? ―mi labio inferior tembló, teniendo ganas de seguir llorando―. Estás bien, ¿verdad?

Lo examiné minuciosamente, incluso detrás de sus orejas, para asegurarme de que realmente estuviera completamente bien.

―Estoy bien, estoy bien ―no dejó de reír hasta que terminé con mi inspección―. Oye, de verdad estoy bien. Solo fueron unos golpes.

Me enfureció verlo sonreír, ya que no le desearía este susto a nadie. Además, me molestó aún más que tuviera el descaro de reírse después de casi matarme.

―¡¿Eres idiota?! ¡Me has dado un susto de muerte! ―Golpeé su hombro, pero me arrepentí al instante―. ¿Qué habría sido de mí si te hubiera pasado algo malo?

―Mírame, Dani ―Bajé la mirada, me negaba a ver su rostro magullado―. Mírame, estoy bien.

―Estaba asustada… ―susurré―. Estaba realmente asustada.

Su brazo derecho, a pesar de estar herido también, se movió para llegar a mi mejilla y acariciarla. No puedo describir el alivio que sentí al saber que estaba bien. En serio, no tiene ni idea de cómo me volvería loca si le pasara algo.

―¡Debiste haberla visto, hermano! ―la magia del toque de Roger desapareció gracias a Henrik―. Parecía completamente desquiciada. Y eso que me cansé de explicarle que solo había sido un auto en retroceso que no te vio.

A pesar del susto y la vergüenza que me estaba haciendo pasar Henrik, estaba completamente segura de que él no se tomó ni un segundo para darme alguna explicación.

―Estoy segura de que así no sucedieron las cosas.

―¡¿No fue así?! Dejaste mi jodido auto lleno de tus malditos mocos.

Estaba por correr tras él, pero Roger me sostuvo de la mano y dejó que el exagerado de Henrik huyera de la habitación.

―¿Te encuentras bien? ―pregunté rápidamente―. ¿Debo llamar a una enfermera?

―Lo único que necesito eres tú ―tragué el nudo en mi garganta, evitando mirarlo a los ojos―. Dilo.  Repite lo que dijiste en esa llamada.

Retiré mi mano de la suya rápidamente.

―Roger, no es un buen momento.

―Claro que sí lo es ―respondió, parecía un niño―. Dijiste que lo repetirías una vez que estuviera frente a ti.

―Y lo haré, pero no en este momento ―me calmé y sonreí―. Lo haré, pero después de nuestra cita.

―¿Cita?

―Sí, nuestra cita.

¿De dónde había surgido esa idea? No tenía ni idea, pero al ver a Roger tratando de contener una sonrisa, pensé que todo iba a salir bien. Henrik lo había mencionado, había pasado tanto tiempo y si aún nos amábamos, era por algo. Me aferraría a eso sin importar lo que tuviera que hacer.




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