F i n a l
Desde el momento en que Roger me confesó sus sentimientos, supe que no sería fácil. Aunque acepté mis propios sentimientos y volvimos a estar juntos luego de tanto tiempo, seguía siendo complicado.
Claro, sería demasiado ambicioso creer que todo sería perfecto y que no habría dificultades, considerando que Roger y yo éramos muy diferentes en muchos aspectos. Sin embargo, lo quería tanto que eso me daba la fuerza para seguir a su lado.
Cuando Nora regresó, decidimos contarles a todos que estábamos dándonos una oportunidad. Por supuesto, Nora estaba encantada al saber que su plan había salido perfectamente.
Un caso muy distinto al de París, que de verdad se desmayó.
Ni siquiera corrí a su lado, porque estaba completamente segura de que solo formaba parte de su drama, pero al no verla reaccionar mi preocupación se disparó. Después de explicarle que Roger era quien realmente me hacía feliz, ella lo comprendió y al final su desmayo se debió a otra razón.
El matrimonio de Nora y Damián fue realmente bonito, pero a pesar de eso, Roger y yo habíamos decidido que ninguno de los dos estaba listo para casarse. Roger no era tan serio como Neil, y yo tampoco me sentía preparada para asumir la responsabilidad que conlleva el matrimonio.
Además, todavía éramos muy jóvenes
Estábamos muy contentos con la vida que teníamos. Él trabajaba con Nora en el bar, aunque esa idea casi le había dado un infarto a su padre, y yo trabajaba con mi padre.
A pesar de eso, tenía la sensación de que últimamente él no estaba tan contento con eso. Eso me inquietaba, pero el trabajo me tenía completamente ocupada y no había tenido la oportunidad de hablar con él.
Estaba muy concentrada en un proyecto para un cliente importante, pero Roger parecía no entenderlo. Sería más sencillo ir a casa y trabajar desde allí, pero si intentara hacer eso, solo empeoraría las cosas, ya que seguramente terminaría discutiendo con él.
Entonces, aunque era bastante molesto, prefería apartar a Roger de mi cuello como si fuera una mosca irritante. Siempre pasaba lo mismo, venía aquí y solo terminábamos discutiendo porque no me dejaba trabajar en paz.
―Dani… ―susurró a mi oído, mientras yo estaba completamente absorta en la pantalla de mi portátil―. Tengo ganas de follar…
¡No podía creer su nivel de descaro!
Apenas desvié la mirada de la pantalla por unos segundos para poder observarlo y así poder alejarlo lo más lejos posible, porque sabía lo hábiles que podían ser sus manos. Si no lo detenía a tiempo, acabaríamos en la cama y mi trabajo quedaría sin terminar.
―La única manera en que me prestes atención es si te menciono algo relacionado con sexo.
Este chico se atrevía a lucir ofendido… ofendido y caliente.
Solo llevaba puestos unos vaqueros, sin zapatos y con su pelo negro y liso despeinado en todas direcciones por mis dedos, todo ese aspecto porque lo primero que hicimos al encontrarnos fue correr a su habitación como si hubiéramos estado separados durante meses cuando solo habían pasado dos días.
―Conozco tus trucos y te lo advierto: no tengo ganas.
―Déjame encargarme de eso ―Se acercó nuevamente, como un depredador acechando a su presa―. Un par de toques y te tengo lista otra vez.
Una mueca de asco y otro empuje fue la única respuesta que obtuvo Roger, mientras que yo recibí una mueca que indicaba que se avecinaba una discusión.
―No entiendo para qué tienes un lugar de trabajo si vienes a trabajar aquí.
―Vengo a hacerlo aquí, porque si no vengo te molestarás.
―¿Estás aquí porque quieres? Si lo sientes como una obligación, no hace falta que vengas.
No pude ni siquiera decir algo, porque en cuanto dijo eso, salió de la habitación cerrando la puerta de golpe.
Siempre era así, dentro de unos minutos se le pasaría y vendría aquí, pero no fue así en esa ocasión y eso arruinó mi inspiración para mi nuevo diseño, ya que no podía pensar en nada más que en Roger y en cómo esa vez realmente se había enfadado.
No era tan descarada como para buscar alguna excusa para justificarme, cuando claramente él tenía razón. Era complicado pasar las noches juntos de miércoles a domingo debido a su trabajo en el bar, mientras que yo trabajaba todos los días, excepto los domingos, que casualmente era el día en el que él trabajaba más.
Aunque él estuviera agotado, siempre encontraba tiempo para mí, pero a cambio yo le compensaba trayendo trabajo aquí.
Molesta conmigo misma apagué mi portátil y, procurando no hacer ningún ruido, salí del cuarto para buscar a mi novio. Lo encontré en la cocina, de espaldas a mí y con el teléfono pegado a su oreja.
Estaba pidiendo comida a domicilio.
―Sí, y el servicio de Pad Thai para dos personas ―Sonreí como idiota al saber que pidió mi comida favorita―. ¿En cuánto tiempo? Sí, muchas gracias.
Se quedó perplejo cuando, al colgar el teléfono, me encontró justo detrás de él. Sin embargo, pareció recordar por qué estaba enfadado conmigo, así que la sorpresa duró apenas unos segundos y pasó a mi lado sin decirme ni una palabra.