Si alguien me dijera que luzco como toda una adolescente por estar sonriendo mientras veo la pantalla, lo más seguro es que tenga razón, pero no es completamente mi culpa.
Digamos que Neil Crossley aún sigue sorprendiéndome porque, pese a que me mostré un tanto distante por medio de mensajes, lentamente ha sabido cómo lograr que cada día espere algún mensaje de él con un simple "buenos días".
¿Qué él es un empollón? Quizás lo sea, pero si algo no puedo quitarle es que sabe ser bastante dulce. Una característica que no suelo encontrar en los chicos con los que salgo.
No suelo enviar mensajes contando cómo fue mi día, pero Neil se mostró bastante interesado en eso, queriendo, según él, saberlo todo de mí hasta los mínimos detalles.
Dejé mi celular a un lado para mirarme por última vez en el espejo, estando perfecta para un día de playa con mi short de jean de tiro alto, top blanco y debajo de ellos mi traje de baño de dos piezas color rojo.
No me mantuve mucho tiempo lejos de mi celular porque en cuanto escuché el sonido de un nuevo mensaje, me lancé a la cama para corroborar que era Neil.
Él había llegado.
Después de recoger todas mis cosas, volví a mirarme en el espejo con ganas de abofetearme por estar nerviosa. ¡Es solo una cita! Pero no es como si hubiera tenido muchas en mi vida, a no ser que mis salidas nocturnas en las que terminaba escapándome con algún chico cuenten como citas.
Al salir de mi habitación, agradecí que la casa estuviera vacía. Si no, todos estarían interrogándome sobre a dónde iba o quién era el chico que me esperaba afuera. Por suerte, papá estaba trabajando, Cam estaba en el supermercado con nuestra madre y Dani estaba en su habitación, lo cual es prácticamente como si no hubiera nadie.
Al cerrar la puerta principal, de inmediato noté a Neil recostado en una Hennessey Goliath.
Me estaba riendo mientras me acercaba porque este chico sigue sorprendiéndome cada vez que puede. Ni en mis más remotos pensamientos imaginé que este nerd estaría manejando una camioneta como esa.
A medida que me acercaba, sus manos pasaban repetidas veces por encima de su bermuda impermeable, hasta que por fin estuve frente a él y quitó sus Ray-Ban negras, dejándome ver que por alguna razón el color de sus ojos hoy me parecían un tanto más claro.
―Es bueno volver a verte.
―No pienso decir lo mismo hasta que termine el día.
Sonreí ligeramente mientras abría la puerta de la camioneta para mí y en el camino a la playa me fue inevitable no mirar de reojo cada 10 segundos.
¿De qué deberíamos hablar?
No creo que tengamos algo en común de qué hablar. Además, cuando estoy con un chico en algún bar, no es que hablar sea lo más interesante, así que simplemente pasamos a la acción.
Siempre he alardeado de ser una experta en chicos, pero al parecer solo con un tipo de chicos, porque ahora con Neil no sé qué hacer o decir.
―¿Estás bien?
Rápidamente miré al frente.
―Por supuesto, ¿por qué no lo estaría? ―respondí rápidamente.
―Siempre que volteas a verme, haces muecas extrañas con tu cara.
Esto es súper incómodo, debo parecer una estúpida, pero ni siquiera me había percatado de ello.
Él parecía bastante divertido y al final también terminé riéndome de mí misma.
―Siento haber tardado tanto en pedirte salir, pero tuve que adelantar miles de cosas en la universidad para poder tener un poco de tiempo libre este fin de semana.
―Lamento haberte puesto en aprietos ―por mi tono de voz cantarín, tuvo que haber notado que no lo lamentaba en absoluto.
―Creo que ha valido la pena, aparte necesitaba relajarme un poco.
―Conmigo.
―Sí, contigo.
―Buena elección.
Negó divertido mientras estacionaba.
―¿Por qué la playa? ―interrogué, dando un pequeño salto para bajar de la camioneta.
―Por lo bronceada que estabas aquel día, supuse que la playa sería tu lugar favorito.
Inteligente y detallista, me gusta.
Observé la orilla del mar a pocos metros de nosotros, pensando que Neil tenía razón. Solía ser mi lugar favorito para venir con Elías y Zury, pero después de todo, este lugar simplemente se volvió algo común.
No era el momento para estar pensando en aquello, así que abrí mi cartera de donde saqué el protector solar y al mirar a Neil, estaba afanado en esparcir el protector solar por toda su cara.
―¿No crees que es demasiado?
Quité el exceso de crema de sus mejillas mientras él solo mantenía sus ojos miel fijos en mi cara, estando atento a lo que hacía. Podría jurar que incluso lo escuché tragar grueso.
¡Por Dios, solo estaba tocando su cara!
Mientras más tiempo pasaba con él, más risa y ternura me causaba su timidez y lo nervioso que se ponía con tan solo rozar mi brazo con el suyo. Incluso después de darme cuenta de que era un cobarde para subir a una moto acuática, él no tuvo problema en hacerlo, asegurándome que no tenía de qué preocuparme. Y como estaba tan seguro de eso, ignoré sus gritos mientras manejaba con fuerza.