En Tus Manos

CAPÍTULO 6

 

 

Estoy bastante segura de que la vida quiere darme alguna especie de lección en la que termine entendiendo que no es necesario terminar en una cama para pasar un buen rato con un chico. Lo entiendo de esa forma porque es la única conclusión a la que llego para obtener una razón de por qué no dejo de pensar en Neil, incluso cuando ya han pasado dos semanas desde nuestra salida.

Es inevitable compararlo con Watch.

Mientras me conformaba con mis encuentros de tres noches, conocí a Watch, fue diferente y pensé que quizás algo entre nosotros podría llegar a funcionar, pero lo cierto es que me pagó con la misma moneda con la que yo le pagué a muchos y eso es lo que me tiene bastante molesta, hipócrita de mi parte, pero me molesta de igual forma.

―¿Te interesa él?

Elías ya estaba empezando a ponerse fastidioso con este tema de Neil, desde que le conté acerca de lo entretenida que estuvo nuestra cita no ha parado de interrogarme si tan siquiera me gusta un poco.

―Solo hemos tenido una cita.

―Hay personas que se enamoran en segundos.

Aguanté las ganas de hacer una mueca.

―¿Crees que creo en alguna estupidez como esa?

―¿Entonces qué otra cosa debo creer? Si has pasado todo el día tendida en tu cama pensando en él.

―Corrección ―me apresuré a decir―. En él no, en la cita.

―¿Qué diferencia hay?

―No me gusta, solo es diferente y supongo que eso hace las cosas nuevas para mí y termino llamando mi atención, solo eso.

Riéndose de una forma bastante extraña, dejó la orilla de mi cama y se acostó a mi lado apoyando un codo en mi almohada.

―Pasar de deportistas fuertes y bronceados a un chico escuálido, pálido y con amigos chinos de 15 años, eso sí que es bastante diferente.

Codeé su costado juguetonamente por la gracia de su comentario.

―De igual forma no es algo a lo que deba darle importancia.

Abracé mi almohada viendo a los ojos claros de mi mejor amigo y cayendo en cuenta de que debo buscar la forma de dejar de pensar en Neil Crossley porque él no debería ser lo importante, sino mis verdaderos planes.

―Sabes, tengo una amiga en la USC.

―¿Te la coges?

―¿Qué pasa contigo? Te dije que es una amiga ―enarqué una ceja esperando a que llegue al punto―. Lo que intentaba decirte es que ella conoce a Neil, estudian juntos.

La curiosidad empezó a cosquillear dentro de mí.

―¿Se lo coge él?

Neil no parece ser ese tipo de chico, pero no pude evitar preguntar. Ahora, interesada por su amiga, lancé la almohada lejos y me arrodillé en la cama, esperando cualquier otra cosa que Elías pudiera decirme.

―¿Solo piensas en sexo? ―me encogí de hombros―. Ella me sorprendió viendo algunas fotos de él y me contó que lo conocía.

―Entonces...

―Dijo que es un buen chico, que era el puto de su clase y que probablemente tenga un futuro brillante. Los profesores lo adoran y no olvidemos que su padre es un pediatra bastante reconocido.

¿Por qué tiene que ser tan perfecto?

¡Nadie puede ser tan perfecto!

Agarré mi almohada de nuevo y la abracé con fuerza, esta vez molesta conmigo misma.

―Si sabes lo que todo eso significa, ¿verdad? Es un buen chico, Paris. Y probablemente se sentirá destrozado cuando se entere de que solo estabas jugando con él para darle celos a un idiota como Watch Sander, que no sirve para nada.

Desordené mi cabello, sintiéndome tan frustrada como nunca antes porque, aunque me duela aceptarlo, sé que Elías tiene razón en que no puedo involucrar a un chico que no tiene nada que ver con mis absurdos arranques de locura por Watch Sander.

Pero está bien, no es como si fuéramos a tener otra cita, llevamos días sin hablarnos, así que esto solo significa una cosa.

No volveré a verlo.

Me aferré a mi almohada nuevamente, ignorando el sonido de mi celular.

―¿No piensas responder?

―No quiero hablar con nadie.

―¿Ni siquiera con Neil?

Mi tercera almohada voló por la habitación cuando me apresuré a tomar mi celular de las manos de Elías.

Quería morir cuando me di cuenta de que en realidad era él.

―¡¿Qué hago?!

―Contesta, ¿no era lo que tenías pensado hacer? ―odio hacerlo, pero mordí una de mis uñas―. Vamos, contesta.

Me senté cómodamente en mi casa sin mostrar sobresalto alguno porque no había razón, solo era una llamada. Aclaré mi garganta y no entendí por qué arreglé mi blusa como si él pudiera verme.

Al responder y escuchar su suave voz saludarme, me di cuenta de que nunca una voz tan suave me había parecido tan masculina.



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#6 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 11.04.2024

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