En Tus Manos

CAPÍTULO 10

 

 

—Paris. 

Miré la pantalla de mi celular, atenta a la próxima respuesta de Neil a mis atrevidos mensajes. Al aparecer la notificación, mi dedo voló para seleccionarla y solo sonreí con ternura al leer su respuesta.

—Muero por verte.

Respondí de inmediato.

—Nos vimos hace dos días.

—Eso fue hace mucho tiempo.

—Paris, te estoy hablando.

Estoy segura de que una sonrisa estúpida debía estar colgando de mis labios cada vez que Neil me enviaba algún simple mensaje que hacía que todo mi cuerpo cosquillee.

—¿En serio te invité a cenar para esto? —Aquella pregunta me hizo apartar la mirada del celular para observar a mi mejor amigo—. Tu comida se enfría y ni siquiera has dado un bocado. ¿Pago y nos largamos? Porque la verdad no sé qué mierda estamos haciendo aquí.

Me erguí en mi asiento al verlo tan molesto, lanzar la servilleta sobre la mesa y cruzarse de brazos.

—Lo siento, de verdad lo siento —me apresuré a disculparme—. Le diré a Neil que hablaremos luego.

Asintió, pero aún se veía bastante enojado.

—Hablamos luego.

—¿Sucedió algo malo?

Me dolía tener que terminar nuestra conversación, pero ya tendríamos tiempo de sobra para poder hablar sin sentirme amenazada por mi mejor amigo.

—Necesito cumplir mi papel de mejor amiga.

—Entiendo. Yo también saldré con unos amigos, así que escríbeme cuando acabes.

Tan pronto leí su respuesta, apagué mi celular y lo guardé en mi cartera, no sin antes mostrarle a Elías que ahora sí, definitivamente, ya no habría nada que nos interrumpiera.

—Qué amable, gracias —dijo, abofeteándome con su sarcasmo—. De igual forma, ¿qué pasa contigo? ¿Ese chico te idiotizó o algo así?

Negué divertida.

—No hablaremos de Neil —agarré su mano sobre la mesa—. Esto se trata de ti.

—Qué irónico que seas tú quien lo recuerde cuando no has hecho otra cosa que ignorarme desde que te sentaste en esta mesa.

—Ya me disculpé.

—Sí, pero aún sigue doliendo.

—Deja tu show de Drama Queen y celebremos que después de este verano serás un jodido arquitecto.

Cuando nuestras copas chocaron, no podría estar más llena de felicidad y orgullo.

A sus 24 años, se estaba graduando como el mejor de su clase, aunque eso no debería sorprenderme, ya que la familia de Elías era una familia de arquitectos y algunos de ellos eran superfamosos.

—Estoy tan feliz por ti, aunque me hace aún más feliz saber que tendré a alguien que diseñe mi casa gratis.

—Por supuesto, al final todo tiene que ser sobre ti —Reímos juntos, pero noté fácilmente que algo estaba empañando su felicidad—. Mi padre ha venido a la facultad.

Cuando por fin había dado un bocado, estaba a punto de escupirlo.

Si algo ha sido un problema en la vida de Elías, es su padre, quien se ha encargado de arruinarle la vida en cada oportunidad que tiene.

La inteligencia de Elías me abruma y no miento cuando digo que es el mejor de su clase, porque lo es. Entonces, el único maldito ser humano cerca de él que llega a dudar de su capacidad es su padre, y no porque cuestione la inteligencia de su hijo, sino por su orientación sexual.

—No sé cómo supo que había terminado la carrera, pero llegó a la universidad ofreciéndome trabajar con él —le costaba hablar, así que nuevamente sostuve su mano con fuerza—. También me dijo que podría volver a casa si estaba "curado" de mi problema.

—¿Curado? —Cuestioné molesta—. Tú no estás enfermo.

Él ríe con amargura.

—No te preocupes, le hice saber eso.

—Me imagino que pateaste su viejo trasero fuera de la universidad, ¿cierto?

—Algo así, solo le hice saber que prefería hacer mis prácticas y trabajar con mi tío.

El hecho de que Elías haya rechazado hacer las prácticas en la empresa de su padre significaba que la discusión con su padre había sido más intensa de lo que él pintaba. Primero, porque Elías amaba a ese viejo desgraciado; y segundo, rechazar una práctica en una empresa tan importante significaba perder una gran oportunidad. Sin embargo, que estuviera del lado de su tío tampoco era una sorpresa, su tío había sido su mayor apoyo desde que Elías fue echado de su casa.

Dios, cómo hubiera querido ver la cara de ese viejo al verse rechazado. Sin duda, fue un golpe bajo bien merecido.

No importa cuáles sean las decisiones de Elías, siempre me mantendré a su lado y es algo que le hice saber, luego de un largo abrazo antes de bajarme de su auto frente a mi casa.

Sin embargo, cualquier pensamiento referente a mi mejor amigo desapareció de mi mente cuando me percaté de que frente a mi casa resplandecía una imponente camioneta negra.



#936 en Novela romántica
#25 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 11.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.