En Tus Manos

CAPÍTULO 14

Tengo que reconocer que mis ideas nunca han sido las mejores y que una es la peor que la otra, pero estoy casi segura que esta idea de aceptar ir a la casa de Neil ha sido la segunda peor de todas, porque la primera sin duda fue haber involucrado a Neil en todo esto.

Ahora bien, ¿Qué debería hacer?

Estoy vistiéndome para ir a ser quemada viva, porque ir a la casa de Neil significaba que me encontraría con su hermana y el idiota de Watch, y conociendo el temperamento de este último, lo más seguro es que las cosas no terminarían nada bien. Y lo más importante, ¿Estaba preparada para decirle adiós a Neil? Claramente, no era así. 

No podía negar que mi mente estaba en un claro debate que estaba acabando con mi tranquilidad, el querer darle en el orgullo a Watch o el no querer lastimar a Neil y, por ende, seguir disfrutando de su compañía, aunque fuera solo un poco.

—Entonces, me estás diciendo que aceptaste ir a su casa, ¿Solo por qué su mejor amiga estaría ahí? 

Esa es otra historia aparte.

¿Con qué derecho me permitía sentir celos? Incluso, ni siquiera entendí por qué tuve el descaro de ir con ella y reclamar a Neil como mío.

—Eso fue realmente estúpido, ¿Sabes por qué? ¡Estudian juntos, idiota! 

Estaba intentando pintar mis labios, pero mi mejilla se manchó de labial rojo, cuando Elías golpeó mi hombro en su intento de hacerme ver que todo lo que tenía planeado hacer era una locura, por algo era inevitable. Y lo era, por mucho que quisiera que ese par perdiera contacto, era imposible. 

Suspiré cansada de esta situación, sentada en mi cama lista para ir a la casa de Neil, me dije a mi misma que no había escapatoria y que tenía que resignarme a que entre nosotros no había futuro y que, al menos, tenía que sacar provecho de todo y al menos hacer sufrir un poco al idiota de Watch.

Haría lo que estaba planeado, tan siquiera tendría la satisfacción de arruinarles la noche. 

Era de suponerse que mi amigo estaba en total desacuerdo con cómo había resultado mi infantil plan.

—¿Por qué simplemente desistes de ir? Te quedas e inventas algo. No sé, eres buena inventando cosas.

—No voy a retractarme.

—Pero tampoco quieres lastimar a Neil.

—No quiero, pero es inevitable.

—¡Claro que es evitable! —Era claro que se estaba agotando su paciencia—. Si tan solo pusieras ese orgullo tuyo aun lado.

Necesitaba fuerza y valentía y era obvio que de Elías no recibiera ninguna de las dos, por lo que, me dispuse a ignorarlo y a seguir adelante con lo que hacía, como si nada pasara, como si no estuviera muriéndome de los nervios y casi con el corazón saliéndose de mi pecho con solo el hecho de saber que pronto Neil ya no sería parte de mi vida.

—¿Cómo me veo?

—Perfecta para ir al matadero.

—Si no estás de acuerdo, ¿Al menos podrías ahorrarte tus malos comentarios?

—Hazlo por Neil —De nuevo, usando a Neil para tratar de convencerme.

—No le debo nada a Neil —Refuté.

—Te gusta —Afirmó, era cierto, pero aun así no era suficiente.

—Nada podrá pasar entre Neil y yo.

Y con eso había dado por terminado nuestra conversación que no llevaría a ningún lado, ninguno de los dos desistiría y la verdad, ya estaba tan harta que solo quería ir a casa de Neil y acabar con todo para así no tener que lidiar con nada más que tuviera que ver con Watch, su puta y aunque doliera, de Neil.

Si había algo en lo que tenía que darle la razón a Elías, es que en parte todo esto se debía a mi orgullo. 

Lo aceptaba y no importaba cómo quedaba ante a los demás por hacerlo.

Prefería quedar como la perra y no como la idiota que se enamoró, fallo y lo perdió todo.

—Piénsalo bien, Beth no terminará con Watch y no dejará de ser la hermana de Neil.

¡Me rehusaba a ser la perdedora! 

Dejé a Elías con la palabra en la boca y salí prácticamente desfilando de mi casa para subir a mi auto y tomar rumbo a la casa de Neil. Un poderoso vestido rojo, labios del mismo color, un bronceado perfecto y mi cabello castaño con pequeñas ondas que se movían con la ligereza del viento. 

Un outfit digno para un día como ese, pero no lo suficiente para haber hecho que los nervios desaparecieran. Venía diciéndome durante el camino, que podía hacer esto, pero al estar frente a la casa de los Crossley, toda esa charla de confianza se fue a la misma mierda.

Tragué grueso al tocar el timbre y como si estuviera a la espera de ser llevada a la silla eléctrica, vi como la puerta se abrió de una manera dolorosamente lenta, pero al ver que se trataba de una señora y no de la perra de Beth, solté un gran suspiro sin saber que había estado aguantando la respiración.

—¡Tú debes ser Paris!

Enarqué una ceja ante su extraña emoción.

—No quisiera, pero desafortunadamente lo soy.

Ella había quedado lo bastante confundida hasta el punto de verse bastante incómoda mientras me llevaba al jardín juntos a los demás. Durante el corto recorrido reparé lo bonita y disimuladamente lujosa que era la casa de los Crossley, aunque no me sorprende, durante las tantas charlas que había tenido con Neil, salía a relucir sus anécdotas de sus viajes y de algunos lujos que podían darse y que daban un indicio a lo que poseía, sin embargo, Neil era el ser más humilde que conocía.



#930 en Novela romántica
#26 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 11.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.