Mi seguridad era de las cualidades por las que podía sentirme orgullosa, pero durante mi relación con Neil me he percatado que esa seguridad se basaba en la sinceridad. Sin ella, se vive en un miedo constante y, por ende, esa seguridad se va a la misma mierda.
Mis propias mentiras me llevaron a una inseguridad totalmente nueva para mí.
Tenía miedo de perderlo.
Me aferré al cuerpo desnudo de mi novio, pasando el brazo por su pecho y enredando mis piernas con las suyas. Después de una buena ronda de sexo quedamos tendidos en la cama completamente desnudos.
A pesar del buen momento, la curiosidad comienza a picar dentro de mí y me es imposible no preguntar por ella.
—¿Has hablado con Sally?
Sus ojos me observan con detenimiento.
—No, pero lo he intentado.
Mi cuerpo se tensa por completo, esa no era la respuesta que quería escuchar.
Tenía que agradecer su sinceridad y no estar celosa por su interés en querer saber de ella, además, yo había preguntado, pero es bastante cierto de que no podemos hacer preguntas de las cuales no estás preparado para la respuesta.
—Ya veo ―dije entre dientes.
—¿No te molesta?
No quiero verlo a los ojos y que descubra que estoy a punto de reventar, así que desvío mi mirada a algún lugar de la habitación.
—No.
—¿Segura?
Tomó mi rostro por mi mentón y de verdad odié que tuviera esa sonrisa burlona.
—Está bien —Lo aparté de mí, me senté cubriendo mis pechos con la sábana—. Solo pregunté por qué quiero ser la novia perfecta, una que te merezca, sin agobiarte, sin estar celándote las 24/7. Pregunté y me llevé una respuesta que no me gustó y estoy muy molesta, pero no quiero que sea así —No dijo nada, solo dejo desahogarme—. No quiero sentirme de esta forma, porque todas mis relaciones se van al demonio por mi personalidad de mierda, soy celosa, compulsiva y digo las cosas sin importar nada. No quiero que sea así contigo porque no quiero perderte.
—Te contaré un secreto… —Lo veo sentarse al igual que yo y acercar su rostro al mío—. Amo cada parte de ti, Paris. Incluidas esas donde eres una celosa, compulsiva y con problemas de conducta.
El roce de sus labios sobre los míos hace evaporar cualquier molestia que sentía.
—¿De verdad?
—Si acepto tu lado bueno, tengo que aceptar el que no lo es tanto, tal cual como tú lo haces conmigo.
—Todo tú eres bueno.
La risa escapó de su boca a la vez que se deja caer en la cama y jala de mí pegándome de nuevo a él.
—Acércate más, quiero sentirte cerca —Obedecí de inmediato—. Sabes que también tengo mi lado malo del cual tenemos algo en común. Soy celoso también.
—No lo eres —Renegué.
—Si lo soy, es solo que nunca me has dado motivos para estarlo —Cerré mis ojos al contacto de sus dedos en mi mejilla—. Lamento si yo te he dado motivos para estarlo.
Negué, sintiéndome peor que antes.
Era más que evidente que todo se debía a mis inseguridades, mis problemas en el pasado y por supuesto, problemas en el presente que han sido a causa de, como siempre, dejarme guiar por mi rabia.
—En todo caso debería ser yo el que se sienta más amenazado —Añadió, despertando mi curiosidad—. Ya sabes, no soy el popular al que conocen todos, ni tengo una fila de chicas esperando mi número, ni es a mí a quien voltean a ver por donde sea que paso.
Apreté mis labios para evitar reírme porque eso no era cierto.
—Ni se te ocurra decirme que no es cierto.
—Pero yo solo tengo ojos para ti
Neil es todo lo que quiero.
—Y yo confío en lo que dices y tú puedes confiar en lo que te digo —cubrió brevemente mis labios con los suyos—. Solo estoy preocupado por mi mejor amiga.
Confianza.
Es una palabra tan importante en una relación y desde el principio de esta, eso jamás debió pasar, porque sin duda Neil Crossley jamás debió confiar en mí.
¿Cuándo esté malestar desaparecerá de mí? ¿Cuándo le diga la verdad? Si es así, entonces ese sentimiento de angustia será reemplazado por un sentimiento al cual no estaba preparada y era el sentimiento de perderlo.
—Ella no te considera su mejor amigo. Ella te quiere como hombre.
—Puede que tengas razón, pero ella sigue siendo mi mejor amiga. Estaba destrozada al igual que Junior.
Estaba realmente preocupado y pensando en su situación, no sabría cómo sentirme si fuera el motivo de separación de mis mejores amigos, en todo caso, siento que la culpable de todo es la desagradable rubia.
Queriendo que olvide todo lo relacionado con ese par, tan siquiera por unas horas, subo a horcajadas sobre él.
Sonriendo con picardía, abrí las palmas de mis manos sobre su pecho.