Todo estaba perdido. Absolutamente perdido.
El miedo había paralizado todos mis sentidos, dejándome con la mente en blanco y sin saber qué hacer para manejar la situación.
De esta manera no fue como imagine todo.
Después de decir aquello, Neil se quedó rendido en el asiento del auto. Menos mal, porque de no haber sido así no sé qué hubiera sido de mí, ya que me había tomado por total sorpresa y mi única reacción fue quedarme inerte frente a él.
El portero del edificio se había dado cuenta de lo difícil que estaba siendo sacar a Neil del auto debido al rechazo de mi toque, así que se ofreció a ayudarme y no tuve de otra que ir tras ellos mientras escuchaba a Neil decir palabras incoherentes hacia mí.
Me abracé buscando un poco de consuelo al verme sola.
Tenía miedo de quedarme, pero era necesario hablar con él porque se merecía una explicación, aunque estuviera destruyéndome su desprecio.
Mis manos temblaban cuando agarré mi celular para llamar a Elías, sin importarme que fueran las 4 de la mañana.
—¿Llegó Neil?
—Estoy perdida…
Mi voz se cortó en mi intento de retener las lágrimas.
—¿Estás llorando? —su preocupación era evidente, creo que nunca me había escuchado tan destrozada—. Paris, háblame.
—Neil sabe todo y no sé qué hacer.
—Tienes que tranquilizarte, hablar con él y…
—Él no va a perdonarme —Sollocé, respiré fuerte por la nariz y continué—. Tengo miedo.
—Es normal tener miedo al pensar que perderás a la persona que quieres.
Era oficial, iba a perderlo, estaba más que claro luego de todo lo que había pasado y a pesar del dolor que pudiera ocasionar aquello me quedé, sentí que lo merecía.
Con un terrible dolor de cabeza me senté en el sofá con vista a la ventana, queriendo con todas mis fuerzas que no fuera la última vez que tuviera aquella vista. No me percate de cuanto tiempo estuve así hasta que vi el cielo empezar a aclararse, estaba hipnotizada viendo los colores en el cielo hasta que vi la silueta de Neil acercarse por el pasillo.
Su semblante era terrible y empeoró al verme.
—¿Por qué sigues aquí?
Su voz gélida dolió en lo más profundo de mi corazón.
¿Valdría la pena explicarme?
¿Algo cambiaría?
¿Me perdonaría?
Él ni siquiera me observó con odio, decepción fue lo que percibí y aquello me decía que no importaba qué explicación pudiera darle, él iba a sacarme de su vida.
—Quiero darte una explicación.
Tenía ganas de abrazarlo cuando se detuvo frente a mí, pero hacerlo y ganarme su rechazo una vez más, creo que es algo que no podría soportar.
Todo esto es un mismo día, era demasiado.
—Solo quiero que me respondas sí o no, ¿Conoces a Watch Sander? —su mandíbula se apretó cuando me vio asentir—. ¿Eran pareja?
Negué una vez más.
Mi boca se abrió con total asombro al sentir su mano agarrar mi brazo con fuerza.
—¡No me mientas!
—¡No miento, maldita sea!
Me soltó con total desconcierto y su decepción fue aún mayor, al igual que el dolor en mi pecho.
—Entonces ustedes… ¿Solo follaban?
Pesé a sentirme avergonzada, asentí otra vez.
—¿El conocernos fue coincidencia? —negué—. Entonces es cierto que planeaste todo esto.
—Sí, pero…
—¿Me usaste para darle celos?
Caí una vez en el sofá, sollozando por no tener el valor de responderle.
—Estoy esperando a que respondas.
—Pero yo…
—¡No quiero escuchar tus peros! ¡¿De verdad tienes una excusa?! Jugaste con mis sentimientos haciéndome creer que te gustaba, que me querías, que había la posibilidad para un futuro.
Corrí hacía para tratar de abrazarlo porque aquello no era cierto, o al menos parte de lo que dijo. Fue tanto el anhelo por un futuro junto a él que tuve el valor para contarle de mis verdaderas intenciones cuando lo conocí, pero si él seguía luchando por alejarme no tendría la oportunidad de decirle lo mucho que lo lamentaba.
—Te di tanto de mí, sin limitación, ni condiciones, sin apuros y sobre todo, sinceridad. Algo que por lo visto a ti no te sale muy bien —Bajé la mirada, no podía seguir de pie si seguía viendo sus ojos enrojecidos—. Ahora tengo curiosidad, ¿Cuántas veces te reíste por lo rápido que había caído en tú engaño? ¿Con cuántos te has burlado de mí? Dios, debo ser la burla para todos.
—¡Eso no es así! ¿Puedo explicarte? Luego podrás sacar tus propias conclusiones y…
—Y nada, Paris. No quiero tus explicaciones y tampoco quiero verte —Cuando pensé que podría retenerlo para que me escuchara, fue hacia la puerta y la abrió para mí—. Vete, ahora.