Lo perdí
No había dudas, simplemente lo perdí.
Entendí de la manera difícil que tocaba resignarme en haberlo perdido y que nada fue tan difícil como verlo con otra a su lado. Traté la mayoría del tiempo en no pensar en esa chica, pero ¡¿Por qué tenía que ser rubia?! Además de ser rubia, era bonita y de seguro inteligente. Y no es que me sienta intimidada por ella, es que de seguro mi ex suegra debía amarla.
Después de mucho pensarlo y aunque doliera estar lejos de él, esto fue lo mejor que pudo haber pasado. No fue de la manera que hubiera querido, pero al menos estaba tranquila sin tener que vivir un amor con los minutos contados y sin el miedo de ser descubierta.
Después de aceptar aquello debía dejarlo seguir con su vida y por supuesto, yo seguir con la mía, pero mi vida sin Neil se ha vuelto un ciclo desastroso en donde un día me sentía bien y al día siguiente tenía esa sensación extraña en mi pecho en donde creía que nada volvería a ser normal de nuevo. Mi vida se había vuelto agotante hasta el extremo.
―Paris…
Un susurro vacilante me hizo apartar la vista del techo de mi habitación para ver hacia mi hermano, quien parecía algo nervioso.
―¿Qué sucede?
―La mamá de Neil está afuera y quiere hablar contigo.
¡¿Qué?!
Brinqué de mi cama lo más rápido posible e ignoré a mi madre que no dudó en preguntarme qué pasa al verme tan apresurada.
Por un segundo creí desmayarme al ver a la bruja frente a mi casa y era importante destacar que no se veía para nada feliz en estar aquí.
―¿En qué puedo ayudarla?
Ni siquiera supe dónde encontré fuerzas para hacer esa pregunta.
―Eres la peor escoria con la que mi hijo se pudo cruzar en su camino.
Mi respiración falló en el instante en que la escuche y automáticamente mis ojos empiezan a nublarse anticipándose a las lágrimas. Esto me dolía, porque quería decirle que no era así, pero la vergüenza al saber que ella lo sabía todo no me dejaba decir una palabra.
―No puedo creer que alguien como tú haya engañado tan vilmente a mi hijo ―su mirada detonando asco me recorrió desde mis pies hasta mi cabeza―. Desde el momento en que te vi supe que no podrías ofrecerle nada a mi hijo.
―Señora, será mejor… ―tomé una respiración profunda y continué―. Que se vaya ahora mismo de mi casa. Mis problemas con Neil no son de su incumbencia.
―¿Crees que puedes jugar con mi hijo como te plazca?
―No pienso discutir con usted.
Estaba por entrar de nuevo a mi casa cuando su grito me detuvo.
―¡Eres una perra traidora! ―exclamó con fuerza, si o si los vecinos tuvieron que haberla escuchado―. ¡Mi hijo te dio todo y para ti fue más fácil engañarlo con otro!
Fruncí el ceño, molesta por tener que escucharla hablar de algo que ni siquiera tenía idea.
―Ya me tienes harta, vieja bruja ―sus ojos grises se abrieron enormemente―. Usted no sabe ninguna mierda referente a mi relación con Neil, así que no quiero escucharla diciendo que lo engañe con otro, cuando no es así. Así que, agarre su maldita escoba y vuele lejos de aquí.
―¿No lo sé? ―me asusta un poco verla, su cuello se tornó rojo de la furia, pero yo no estaba muy lejos de estar igual o peor que ella―. ¿Vas a negar que lo usaste?
Mordí mi labio inferior, no quería seguir con esta conversación que por lo visto no tendría un buen final.
―Obvio que no puedes negarlo, no me equivoque al pensar que eres una maldita interesada.
―Si usted vuelve a dar un paso más cerca de mi hija, juro que no sé de qué podría ser capaz, señora.
No me había percatado que tenía tan cerca a esta bruja si no es por mamá que aparece de pronto. Prácticamente, la tenía sobre mí.
―Usted tiene dos hijos más, debería no seguir el mismo patrón con que crio a esta niña, porque terminará con todos sus hijos siendo un desastre.
― ¿Con qué derecho viene a mi casa a darme consejos de como criar a mis hijos?
―Me da el derecho de hacerlo el que mi hijo esté deprimido a causa de su hija, que lo uso y lo desecho como si se tratara de un par de zapatos.
Bajé la cabeza al sentir la mirada penetrante de mi madre sobre mí.
―Vamos, explícale a tu madre cómo es que vas por ahí como prostituta utilizando a los hombres a tu acomodo.
―Eso ha sido suficiente —Me estremecí al escuchar el tono mordaz—. Si vuelvo a escuchar otro insulto hacia mi hija malditamente me volveré loca.
―Nat tenía razón, venir aquí solo es una perdida de tiempo.
Vaya, no me equivoqué al pensar que esta bruja amaría a la rubia. Bueno, tampoco era muy difícil de suponerlo porque ella amaría a cualquier chica cerca de Neil menos a mí.
―De tal madre, tal hija.
Mis manos temblorosas sujetaron el brazo de mi madre cuando noté sus claras intenciones de irse sobre la vieja bruja.