De todas las posibilidades en las que mi padre pudo haber conocido a Neil, ¿por qué tuvo que ser esta? Y es que el brillo de malicia en la mirada de mi padre me indicaba que esta sería la cena más larga que alguna vez hayamos tenido y estaba más que claro que lo que mi madre servía en nuestros platos no era precisamente la cena.
Neil era la cena y mi padre en cualquier segundo se lo comería vivo.
Un par de veces mamá se disculpó con él porque era bastante obvio la incomodidad que había entre nosotros, pero Neil, como siempre, con amabilidad le hizo saber que no había nada de qué preocuparse, aunque yo le escuchaba tragar grueso cada vez que mi papá se le quedaba viendo.
―Pudiste haberte negado ―murmuré, inclinándome ligeramente hacia su puesto junto al mío―. Luces como si fueras a desmayarte en cualquier momento.
―Si hubiera sabido que te iba a molestar tanto que me uniera a cenar con tu familia, habría dicho que no.
―Créeme, no me molesta ―Era la completa verdad―, pero tampoco quería incomodarte con las preguntas fuera de lugar de mi padre. A fin de cuentas, tú y yo no somos nada.
―El hecho de que no seamos nada en este momento se puede solucionar ―Evité sonreír como un idiota y me acomodé en mi asiento, notando que mi padre estaba bastante pendiente de nosotros―. Solo necesitamos hablar, pero por ahora solo complazcamos a tu padre.
―No es como si tuviéramos otra opción.
El sonido de mi padre aclarándose la garganta con fuerza nos hizo darnos cuenta de dónde y en qué situación estábamos, y por supuesto, esto era lo que desde un principio yo quería evitar a toda costa.
Mi padre haciendo preguntas incómodas y Neil intentando responder de la mejor manera, como si de alguna forma estuviera buscando su aprobación.
―¿Te ha gustado la comida? ―preguntó mamá. Neil sonrió ligeramente―. Me alegra que hayas decidido aceptar quedarte a cenar con nosotros.
―Papá le obligó ―intervine.
―Pero él pudo negarse, ¿verdad, Neil?
Con una diversión que lograba sacarme bastante de mis casillas, mi padre nos observaba mientras disfrutaba de la cena.
―Es un gusto cenar con ustedes.
―¡Mira, ya está! ―De nuevo, mi padre se burló de mí―. Él está feliz por estar aquí, así que calla y come tu cena antes de que se enfríe.
¿Qué porcentaje hay de que Neil quiera volver a saber de mí después de todo esto? Sinceramente, creo que un 0,1%.
―Entonces, Neil, ¿qué estudias?
Y aquí vamos de nuevo, sin duda hoy era un día bastante difícil para mi padre al limitarse a callar y terminar su cena.
―Estudio medicina, de hecho, este verano empiezo mis prácticas.
Al terminar de decir eso, me miró de reojo con la clara idea de recordarme que había insinuado lo bien que sería celebrar juntos su inicio de prácticas, lo cual me enoja porque me hace sentir culpable de toda esta situación entre nosotros.
Neil siguió hablando un poco más e incluso se notó bastante avergonzado cuando mencionó su gran puntaje en el SAT y también en el GAP. Por cierto, logró impresionarme, incluso a mi padre, porque sabía lo genial que era, pero no hasta qué punto.
―Los profesores en la UCLA deben estar maravillados contigo.
―¿UCLA? No, estudio en la USC. Incluso, fue allí donde conocí a Paris.
Con el ceño ligeramente fruncido, mi padre me miró, pero no fue solo él quien me vio con sorpresa, todos en la mesa lo hicieron. Excepto Elías, porque sabía la razón de lo que hacía en la USC.
Podía leer perfectamente la pregunta en el rostro de mis padres.
¿Qué diablos estaba haciendo en aquella universidad?
―Bueno, conocí a Neil en la USC… ―Tomé un poco de mi jugo, sintiéndome irritada por las miradas curiosas de mi familia, pero tan pronto vi a Elías tuve una idea―. Estaba con Elías, ¿verdad? ―Lo empujé bajo la mesa para que tragara rápido y me ayudara.
Me relajé automáticamente cuando todas las miradas se dirigieron hacia mi mejor amigo.
―Fuimos por una de mis amigas. Y por supuesto, Paris amablemente me acompañó, pero como es tan curiosa, salió por sí sola a conocer la universidad.
Para alguien que me aconseja a cada segundo lo mal que he hecho por mentir y lo bueno que sería decir la verdad, él miente bastante bien.
―Creo que debes conocerla, Neil ―continuó Elías―. Estudia medicina igual que tú. Se llama Samantha Johnson.
―¡Claro, por supuesto! Hemos compartido algunas clases juntos. Sam es una buena chica.
Elías mencionó que se llamaba Samantha, no Sam. ¿Por qué la llama Sam?
Enloqueceré si sigo teniendo este tipo de pensamientos.
Menos mal que el tema de cómo conocí a Neil y también sobre quién es Samantha o Sam,quedó olvidado por completo para ser reemplazado por el largo cuestionario de mi padre. Lo único que le faltó por preguntar fue el tipo de sangre de Neil, pero este último se mostró bastante alejado de estar molesto y solo respondió sonriente y bastante amable, como siempre.