En tus recuerdos

Preludio

Como una vela desesperada por poder seguir brindando su cálida luz antes de consumirse, se mostraban ya los últimos rayos del sol sobre las copas de los árboles. Ese tan nostálgico patrón de colores que pintaba las nubes al morir el día, que cruzaba la gama del rojo; tan viva, tan acogedora y de repente, casi como un derrumbe, se convertía en una gama triste de azules, que en tan solo un parpadeo ya solo se mostraba como una inmensa oscuridad de color verde grisáceo. Casi como si el Sol se despidiera y el cielo supiera, con una inmensa tristeza, que esta sería un adiós definitivo.

 

      Por extraño que esto resultara, así era como yo me sentía cada vez que veía el atardecer desde el tejado de mi casa; cada tarde hacia un pequeño esfuerzo a escondidas solo para ver este espectáculo sin importar que pudiera morir al caer desde el segundo piso de mí rustica casa. Todavía se me hace extraño que mi familia haya decidido comprar un terreno tan grande en medio del bosque y que además hayan preferido cambiar la ciudad por la tranquilidad que brindaban los pinos. Era casi imposible tener amigos ya que nuestro vecino más cercano se encontraba a casi medio kilómetro. La mayor parte del tiempo me siento sola, pero lo único que evita que me vuelva loca, es mi perro Niebla quien suele aparecer a veces de la nada; mis padres que trabajan todo el día pensaron que era buena idea tener una pequeña compañía para evitar que saliera de la casa, lo que a veces se me hacía ridículo ya que antes me dejaban salir a donde yo quisiera. Creo es porque ellos piensan que yo tengo un problema.

 

      De repente, como un relámpago, escuche la voz de mi madre llamándome a cenar con mis familiares que vinieron de visita; a veces cuando pronunciaba mi nombre sentía como si este no me perteneciera, porque a mi parecer Alicia sonaba algo escandaloso y no podía detener el fanatismo de mis padres por la lectura y en especial por el libro “Alicia en El País de las Maravillas”, el cual aún sigo sin comprender qué demonios pasaba por la mente de Lewis Carroll al escribir un libro como ese. Supongo también por eso habían decidido mis padres que viviéramos en el bosque, como todos los personajes que este loco señor se inventó.

            Mi madre ya comenzaba a desesperarse al tener que interrumpirme de mis pensamientos nuevamente, a lo que yo notaba su desesperación al cambiar el tono de su voz y justo como cuando era pequeña, solo me quedaba callada y seguía sus órdenes al pie de la letra. Por lo que entre por la ventana del ático para así bajar las escaleras hasta el comedor de mi casa donde se reunía ya toda mi familia y como era de esperarse Niebla había desaparecido otra vez. A pesar de estar en medio del bosque, me gustaba mucho mi casa, ya que la atmosfera de ese lugar me parecía agradable; con sus paredes y pisos con acabados de madera, no podía evitar la atracción que sentía hacia ella y la extrema comodidad que brindaban cada una de sus paredes. Baje rápidamente hasta el recibidor donde solo encontré a mis primos pequeños corriendo de lado a lado y se detenían frente a la chimenea sintiéndose atraídos por la perilla del gas, a lo que casi como siempre tenía que escarmentarlos y enseñarles que esa perilla no era un juguete y casi a continuación comenzaban a llorar y a llamarles a mis tías repitiéndoles lo mala que era por no permitirles jugar con su nuevo descubrimiento. Esto no me importaba porque solo eran las suplicas de unos niños tontos que creían que todo en su mundo era maravilloso. A pesar de mis insoportables primos y las extrañas prohibiciones de mis padres, no me quejaba, ya que con mi familia me sentía identificada, y en el caso de mis padres no sentía molestia ya que nunca he tenido la necesidad de salir de mi casa, solo ocasionalmente me desesperaba el hecho de que Niebla a veces tardara días en volver y me generaba un impulso por salir, pero era cuando recordaba las advertencias de mis padres y me daba cuenta que en el fondo tal vez incluso Niebla necesitaba espacio y regresaría tarde o temprano, como todas las veces. Sin dudarlo, Niebla era un perro muy extraño.



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En el texto hay: psicologico, violencia explicita, desapariciones

Editado: 21.02.2018

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