Mercurio estaba sentado en una banca, solo, comiendo en las instalaciones de la universidad, mientras pensaba en qué podría hacer para mantenerse de buen ánimo. Los proyectos de la universidad se le hacían muy fáciles y eso le parecía aburrido. Decidió dejar de pensar en eso y solo le venían ideas locas. Imaginaba cosas demasiado difíciles de hacer para ver si podía intentarlo. De tanto pensar, se abrumó y decidió despejar su mente, intentando olvidar todo eso. Mientras miraba al cielo, dijo.
¿Qué día tan tranquilo, ¿no? Este viento es tan agradable. Veo que hoy será un día relajante ¿Qué podría salir mal?
En eso, Nathan salió del comedor y vio a su amigo desde lejos. Decidió ir a saludarlo.
-Uh, hola Nathan, todo bien por el momento. Aunque los proyectos son tan fáciles que me aburro. – respondió Mercurio.
-Fáciles?! claro, tú y tu locura hacen cualquier cosa -dijo Nathan.
-Pues… si pudiera te daría toda mi inteligencia, pero no creo que te sirva -respondió Mercurio
-¿Por qué lo dices? -preguntó Nathan algo confundido.
-Porque tu cerebro está tan podrido, que, si te la doy, solo estaría de adorno en tu cerebro. Sería un desperdicio -respondió Mercurio con una sonrisa burlesca.
-Ja, Ja, muy chistoso, gran sabio Mercurio -dijo Nathan, cruzándose de brazos con fastidio.
-No te enojes. Tal vez tu carrera sea más difícil. O bueno, al menos eso espero... -respondió Mercurio, encogiéndose de hombros con una sonrisa relajada.
De pronto suena la campana de la universidad, interrumpiendo la conversación.
-Bueno, ¿hablamos luego sí? tengo que ir a clase, chau Mercurio. - dijo Nathan.
-Si, si yo también me tengo que ir, chau Nathan.
#142 en Terror
#2690 en Otros
#583 en Humor
un lugar, un grupo de amigos, una historia de terror. una salida
Editado: 24.03.2025