Acabas la secundaria, el siguiente paso, la universidad, sé que no será fácil, pero lidiar con uno que otro hombre, será difícil, en especial porque mi primaria y secundaria estudie en colegio de mujeres, el único hombre con el que he tratado ha sido mi padre, si bien dicen que en una carrera de Ciencias Ingeniera en Oxford no hay muchas mujeres, pues, están en lo cierto, al principio pensé lo contrario, de verás, pero cuando fui una semana después que iniciaron las clases, en mi opinión, grave error, esto ya no era la secundaria, no es como si los profesores se tomarán toda la semana en sus presentaciones y toda la cosa, la cuestión es que, cuando mi mejor amiga y yo que estábamos en la misma carrera ingresamos al salón nos dimos con la grata sorpresa que eramos las únicas mujeres del cursos, y es una desventaja cuando vienes de un colegio de mujeres, pero sentimos las miradas de dos chicos, muy apuestos, un chico de ojos azules y cabello negro, Dios, que contraste de color, su piel era trigueña, el chico a su costado parecía un chico de ensueños, un príncipe azul, su cabello color castaño, ojos pardos y piel blanca cual porcelana, y sus labios, ni tan gruesos y ni tan finos, era la proporción perfecta, el color de los mismos eran carmesí, de verdad parecía todo un príncipe, su defecto, una mirada fría y un aura gris, no lo sé, triste, pero en cuanto bajo su cabeza esbozo una sonrisa, estábamos perdidas ante esas majestuosidades de hombre que no nos percatamos que ambos se acercaron a nosotras, en cuanto salimos del trance ellos empezaron a hablar.
- ¿Perdidas? - Dijo aquel chico pelinegro
- No, esta es nuestra aula, solo que, somos las únicas mujeres en el aula tal parece - Solo suelto una risa nerviosa, de verdad estaba aterrada, estaba metida en un mundo donde abundaban las testosteronas, prácticamente en un mundo de simios.