En una escuela de princesas “accidentalmente”

VII - Guerra comestible

De todas los colegios a los que he ido y lastimosamente he tenido que irme, está por seguro es la mejor de todas.


 

-¡Es un maldito croissant! Incluso eso, no se que es eso pero se ve delicioso- No puedo despegarme del vidrio, tienen como cinco platillos diferentes y no se diga las bebidas- Espera ¿tienen postres?


 

-Si ¿como no íbamos a tener postres? Están justo al lado de las bebidas. Ve tu y pídeme un platillo de frutas por favor, yo me encargaré de aquí.


 

Emocionada y si dudarlo salgo de la fila dirigiéndome a las bebidas en busca de mi precioso. En una mesa larguísima estaban tres jarras de bebidas y vasos al lado, las máquinas expendedoras estaban hasta el final. Es lo único ordinario aquí de parte de mi, pensé. Llegue al área de postres donde tenían de todo. Y cuando digo de todo es porque deben de mandar a volar su imaginación y pensar de todo, chocolate, frutas, caramelos ¡cosas que ni idea pero se ven sabrosas!


 

-¿Solo lo tomó?- le preguntó a la señora detrás de la mesa.


 

-Si, por supuesto- me sonríe. Con un "Gracias" extiendo mi mano para alcanzar el último plato de frutas restantes a lo que se asoman otros dedos por atrás de mi.


 

-Eh, discúlpame- le digo a la chica detrás mío- Lo siento pero, creo que llegue primero- y pues es cierto, yo levante el plato y si fueran mías se las daría pero...


 

-Son las únicas y son mías- tira de ellas.


 

-Son encargadas,  no puedo dártelas ¿no puedes elegir algo más de la mesa, por favor?- tiró del plato. ¿Y si le digo que no habían más a Ekaterina?


 

-Veo que eres nueva y no estoy de humor para estar educando en tu primer día así que hazte a un lado y deja eso.


 

Agarró con fuerza el plato, a lo que yo lo jalo aún más. En estos momentos no se que está pasando pero la adrenalina está llegando a mi cuerpo. Puedo escuchar el montón de murmullos alrededor y más palabras que me desconcentran de lo que estoy haciendo.  Estoy a punto de soltar el maldito plato de frutas cuando ella tomó mi muñeca con fuerza sorprendiéndome ¿que hará? ¿me golpeara algo? . Instintivamente muevo mis brazos para quitar sus uñas de mi piel y sin querer hago que ella se asuste tropezando con el chico de atrás.


 

-¡Idiota!- grita cuando siente un líquido recorriendo su espalda, y es que hasta yo lo pude sentir, el vaso que tenía el chico en la mano había sido lo que amortiguó su tropiezo. Y no el bombón de joven que estaba detrás.


 

-Lo siento- No puede ser, otra vez Raquel...ojalá y no te demande o extradite de algún país. Ella solo me mira por unos segundos, no se si a abrazarla y echarme encima un vaso de refresco también o marcharme en silencio actuando como si nunca pasó nada. Sonríe, para mi mala suerte y sin darme cuenta ella ya me había empujado hacia una mesa embarrándome del almuerzo de los chicos que estaban ahí. ¡Lo que me faltaba!


 

-Ahora si lo sientes- dijo tomando el plato de frutas y saliéndose de la fila. Uy, si, no sabes cuanto...


 

-¡Hey!- grita el bombón de atrás- Olvidaste tu postre Tamira.


 

Y en eso que veo volando un pastel de vainilla directo hacia la cara de la chica. Eso si es intenso. Y según mi padre aquí aprenderé de modales. Los chicos de la mesa me ayudan a levantarme y otros simplemente se retiran. Eso fue karma en su esencia. 


 

-¡Por exagerada!- gritó con toda la emoción en mi cuerpo y aunque me arrepentiré de esto, incluso aunque esté poniendo mi vida a la venta para que se la lleve la mala suerte otra vez sé que valdrá cada maldito segundo- ¡Guerra de comida!-digo con todo mi ser agarrando lo que creo yo son unos espaguettis y lanzándolos a la chica, si yo tengo espaguettis en la espalda tu igual, amiga. 


 

En segundos varios platos de comida comienzan a volar por los aires, un chico tomó un recipiente con salsa y me lo derramó en toda la cara, echándose a correr...bueno, me lo merezco. A como puedo me levanto de la mesa saliendo disparada de ahí hasta que una mano toma mi muñeca estropeando mi huida magistral. 


 

-Espera, es mi turno- es lo último que escuchó cuando un cupcake se estrella en mi frente. Me doy cuenta que fue el bombón que le tiró ese postre a la chica. 


 

-Oh, te lo agradezco, no sabes cuanto me encantan los cupcakes-le digo con sarcasmo. El se rie sacando un pañuelo del bolsillo de su chaqueta. Lo tomo limpiandome el rostro.


 

-Weber, Belmont Weber a su servicio, señorita- el toma mi mano y besa mis nudillos dándome una sonrisa- Espero no atraiga muchos problemas con la guerra que ha iniciado...


 

-Raquel, mi nombre es Raquel Black, pero puedes decirme Rocket- le corto antes que nada, es unos cuantos centímetros más alto que mi y sus manos son grandes y frías. 


 

-Un placer conocerte en tan extrañas circunstancias- su mirada se desvía por un segundo cambiando su expresión por unos milisegundos- Como dicen en mi país, Vorsicht ist die Mutter der Porzellankiste- no sé qué expresión puse en realidad, si fue tan espantosa que lo asuste o di lastima por no entenderle ante cualquier cosa que me haya dicho, estuve a punto de decirle "A la próxima" cuando el solo se rio y continuo- Para poder ser exitosos debemos tener mucho cuidado con lo que hacemos. Guiño el ojo y simplemente se fue cruzando un grupo de personas.


 

¡Pues eso hubieras dicho desde el principio! le quería gritar pero dudo que me pudiera escuchar, apenas y logro escucharme a mí misma. Tomó unas cuantas servilletas y me preparo para ir en busca de Ekaterina, espero y este bien y la encuentre viva. Estoy a punto de voltearme y volver a la guerra cuando de repente todos los murmullos y risas que se escuchaban de fondo son silenciadas de inmediato. Una sensación de pesadez sobre mi espalda me invade junto con la punzada en mi corazón de que algo malo va a pasar. 




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