En una escuela de princesas “accidentalmente”

IX - Me rehuso

No puedo parar de correr hasta llegar al comedor y encontrarme con Collette en la entrada. Tomo bocanadas de aire a cómo puedo y trato de desenfrenar mi corazón. ¿Qué acaba de pasarme? No se si decirle a ella lo sucedido o hacer como si nada y aceptar que nunca en mi vida pasare por ese pasillo endemoniado.


 

-Justo a tiempo, termina tu castigo igual que todos, nadie se irá del comedor hasta que cada grano de arroz y gota estén fuera del suelo y paredes- ella me tiende una manta pequeña- luego ponte tu uniforme y te espero en mi oficina.


 

-Madame- digo en un suspiro. Prefiero la opción dos, creo que si respiro de más de seguro me ganaré otro castigo, su mirada supera a la de mi mamá. Odio correr, soy pésima para eso, no puedo terminar de subir unas escaleras y ya siento que me asfixio con cada respiración que doy. Entró al comedor en busca de comida por limpiar. Me siento terriblemente mal por el desperdicio, enserio ¿en que estaba pensando?


 

Típicamente espere la mirada fusiladora de todos, pero me asombré cuando en realidad pocos se dieron cuenta de mi presencia. Vi a Ekaterina limpiando el área de refrescos, recuerdo lo que me dijo la reina, por lo tanto, mi momento ha llegado.


 

Con paso firme me dirijo hacia Ekaterina ¿ella sabrá que me mando por algo exclusivo para una persona? Si es así, debo de disculparme con la chica de las fresas. Estoy a punto de alcanzarla cuando Belmont me toma de la muñeca, a lo que me asusta, recordando mi episodio con el fantasma misterioso, instintivamente le doy un golpe el pecho con un grito.


 

-¡Que te pasa!- le digo asustada- me acaban de dar el susto y las indicaciones más raras de mi vida y tu vienes y me tomas desprevenida, pensé que eras otro fantasma.


 

-¿Ahora ves fantasmas?- se ríe de mi poniendo su mano en mi hombro- No creas en fantasías, solo vine a recordarte que me debes algo por defenderte de Tamira


 

¿Tamira? ¡Oh! La chica de las fresas


 

-¡Sobre eso!- le digo moviendo mi hombro- Dos cosas. La primera, ¿Cómo que te debo algo? Y segunda, ¿Ekaterina es alérgica a las fresas?


 

Belmont mira al rededor un momento hasta que se inclina para recoger de una mesa una fresa intacta que había sobrevivido a la batalla.


 

-Compruébalo tu misma- me tiende la fresa- Y después te digo a qué hora es la cita- sus labios tocan mi mejilla rápidamente dejándome sorprendida por lo que acaba de pasar. No se si fue de cortesía o que pero eso no me pasa a menudo. A los segundos Belmont se va a otro lado de la cafetería y yo quedo con la fresa en mi mano.


 

Me acerco a Ekaterina y le ayudo a recoger unos vegetales del suelo y limpiar la salsa y semillas del mismo. No me dirige la palabra o simplemente no se ha dado cuenta de mi presencia aquí, cuando veo que no me hablaré decido hacer lo que vine a hacer.


 

-Oye, amiga- le llamó la atención- salvé algo para ti- le tiendo la fresa con una sonrisa de oreja a oreja- Esta deliciosa y limpia.


 

Y es cierto, si no te la comes tú lo hago yo.


 

-Raquel, gracias pero ya no tengo apetito- se levanta del suelo y recoge unos platos para dirigirse a la cocina. La sigo.


 

-Oh vamos, una fresa no te hará daño, solo una mordida y lo demás me lo como yo- Ella voltea su mirada hacia la fresa sin ninguna expresión en su rostro.


 

-¿Porque insistes?


 

-¿No te gustan las fresas? ¿Qué tal una...?


 

Justo antes de terminar mi frase ella gira rápidamente tomando la fresa de mis manos y tirándola a un basurero.


 

-Soy alergia ¿puedes ir a ayudar a barrer por el área de las mesas, por favor?


 

Entiendo la mirada de Ekaterina, justo en ese momento presiento que quizá no le caigo del todo bien y posiblemente lo de la frutas fue algo planeado con ella o con una intención no tan buena que se diga.


 

Silenciosamente tomó una escoba y comienzo a barrer los pequeños trozos de comida del suelo. La idea de que no encajaré del todo bien aquí resuena en mi mente.


 

Dos horas después cada quien desaparece, muchas chicas se dirigen al edificio de los dormitorios, yo en cambio debo de ir a ver a mi verdugo para ver si me mata con sufrimiento o con piedad.


 

Camino preguntando a cualquier desconocido donde carajos se encontraba la oficina de Collette. Y es que aunque acabo de estar en supuestamente la de ella pues ahora resulta que no es esa, sino otra, dentro del colegio.


 

Toco la puerta delicadamente, creo que si la tocara con ganas sería una falta de respeto.


 

-Adelante, por favor.


 

Sigo la orden, agachando mi cabeza y sentándome enfrente de su escritorio. No quiero mirarle el rostro, no tengo ni dos días aquí y creo que me tacho de oveja negra entre su escuela.


 

-Puede alzar su mirada, cuando dos personas charlan normalmente deben de mirarse entre sí, ¿no cree?


 

Inmediatamente la veo, un poco sonrojada. Ya estamos empezando mal, con permiso mejor voy por mis maletas.


 

-Lo siento por lo qué pasó en cafetería, no volverá a pasar, lo prometo- le digo apenada, es que enserio no se que estaba pensando. Fue la adrenalina del momento.


 

-No podemos cambiar el pasado pero si remediar nuestro futuro, tendrás un castigo aparte por lo sucedido. Platicando con tu tío, Raquel, y analizándote bien creo que necesitas unas clases de modales extra.


 

-¿Como?- le cortó. Perdón, ¿que?


 

-Entiendo que el ambiente aquí es uno muy distinto a la que estabas acostumbrada y no estarás preparada para varias acciones que tendrás que realizar aquí, por lo tanto, Tamira estará encargada de guiarte para mejorar tu conducta y por supuesto que contarán con mi apoyo pero con esto, las dos pasarán aún más tiempo juntas y arreglarán sus diferencias.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.