En una escuela de princesas “accidentalmente”

XXI - Lo hice sin querer queriendo.

- ¡RAQUEL, DETENTE YA! - lo escucho gritar, pero no me molestare en fingir en ignorarlo, no. Que mire como me rio ante tus chillidos- ¡QUÍTENME A ESTA LOCA DE ENCIMA!

 

- ¿COMO QUE LOCA, PEDAZO DE IDIOTA? - ¿Ósea que ahora yo soy la loca? Estaba pensando cuidadosamente mis movimientos, por la escaza compasión que le tenía al no saber defenderse bien de mí, pero se esfumo - A mí solo me llama loca mi padre ¿Cómo la vez? - y con toda la seguridad del mundo, me tiro del sofá para caer sobre el cuerpo de Belmont. Hoy si veras lo que puede hacer esta loca

 

Él se retuerce para tratar de quitarme de encima, mientras yo apretó más la almohada en su cara y no me molesto en poner todo mi peso sobre el y me han dicho que no soy una linda pluma.

 

- ¿Ahora que te está haciendo la loca? - le amenazo cuando libera uno de sus brazos y logra darme un leve puñetazo en el hombro.

 

- ¡SON DOS Y NINGUNO ME AYUDA! - vuelve a gritar Weber tratando de empujarme con mi propia almohada- ¡LO SIENTO!

 

-Creo que ya fue suficiente.

 

- “Cri qui yi tingi sificinti”- me burle forcejeando con Belmont en el suelo. No me había molestado en mirarlo hasta que vi como se acercaba a mi con el ceño fruncido.

 

-Suéltame, suéltame- Estiro mis brazos tratando de sostenerme de algo.

 

- Rápido, amárenla- dice Belmont aliviado al verme en el hombro de Chris. Lo recordare como una el día en que Chris me impidió darle su merecido a Weber.

 

- ¡Lo estás dejando escapar! - La idea de darle un rodillazo en el estomago a Dareh me resulta muy pero muy tentadora.

 

-Las cosas no se solucionan así, debemos de calmarnos y por el momento no culpar a Belmont- dice Steph ordenando un poco el desorden de la disputa.

-Tengo una idea, tu trata de sacarle a él toda la información que puedas y yo estaré con Raquel en la terraza, con suerte podre calmarla.

 

- ¿Ósea que según tu no soy capaz de tirarte por los aires, Dareh? - me retuerzo como gusano oyendo como una risa es lo único que consigo como respuesta antes de ver como la sala de estar desaparecía ante unas puertas blancas con vidrios polarizados.

 

-Estoy curioso y ansioso por saber si decías la verdad- me dice el príncipe después de poner mis pies en el suelo y asegurarse de que la puerta este bloqueada. Genial, encerrarme con la única salida es saltar a la deriva. O saltar hacia la terraza vecina, eso sería muy interesante de intentar.

 

- ¿Sobre qué?

 

-Sobre tirarme por los aires- El vuelve a reírse, pero no puedo reírme con él, decido desplomarme en el sofá pequeño de tela Iker. Igual como lo hace mi vida en estos momentos junto con mi estado de ánimo.

 

- ¿Y si me haces el placer de empujarme a mí? te puedo firmar una carta para que no te culpen- estaba preocupada y él no podía quitar esa maldita sonrisa que me estresa, pero me encanta a la vez… ¿Cómo es posible que haya seres humanos con gestos perfectos? Yo sonrió y toda mi autoestima se baja. Al menos ya no puedo distraerme con su abdomen, ya se encuentra cubierto a mi pesar.

- ¿Te acuerdas lo que pasó ayer en la noche? - él se agacha, tratando de hacer contacto visual conmigo- ¿Te acuerdas de toda la iniciación?

-Digamos que sí, Fresita- aunque aun no recuerde como diablos termine aceptando ir a otro país y escaparme de la escuela. Mis padres me mataran.

-Aunque no nos hubieran esposado juntos, habría pasado casa instante al lado tuyo y apoyado cada reto absurdo- rio al recordar uno de los retos, esta noche no dormiré hasta que escriba en algo todo lo que hice, pienso enmarcar esa experiencia.

- ¡Te comiste una tarántula!

- ¿Te recuerdo también lo que te hicieron a comer a ti? - niego cerrando mi boca, eso si no me lo menciones- No estas sola, veras que resolveremos este inconveniente…sin violencia.

-Pero es que ese pejelagarto…

- ¿Pejelagarto? - vuelvo a reírme de su rostro confuso, quiero hundir mis manos en su cabello rubio, no sé por qué.

-Si, Belmont

-No debes de golpear otra vez a ese Pejelagarto- toma un mechón de mi cabello colocándolo atrás de mi oreja, en ese momento me doy cuenta de una cosa. No pude sentir el roce de sus dedos en mi oreja. Cuando nos conocimos, si no mal recuerdo, apenas y toco mis manos. En estos momentos se encuentra guardando su distancia, como evitando cualquier contacto accidental. Ni cuando me cargo en su hombro ¡apenas y sentí sus manos! - La próxima vez que sientas un instinto de violencia inminente puedes desquitártelas conmigo…de otra manera exceptuando los golpes, por supuesto.

- ¿Cómo? - ¿Y si lo beso ahorita a lo desgraciado y me voy corriendo? Seria muy bueno- Ya se cómo- me apresuro a decir, y antes de que el me responda me lanzo enjaulando su rostro en mis manos. En el momento que siento sus tibios labios sobre los míos salgo corriendo, empujando la puerta- ¡MIERDA! - exclamo cuando la golpeo y ni así se abre esto.

- ¿Raquel? - me encuentro a Stephen cuando ella quita el pasador ante mis intentos inútiles. Le agradezco al no haber tardado ni un minuto y darme tiempo de huir antes que Dareh despierte de su trance.

-Permiso- le respondo agachándome y cruzando por debajo de su brazo.

-Raquel, espera- escucho a Dareh a mis espaldas.

Sigo caminando, tratando de no reírme en el proceso. Ay es que a veces un espíritu de otra dimensión me posee y hace cosas descontroladas. ¡Que decepción, entidad!

Abro la puerta del baño, cerrándola con llave de paso. Un grito de ayuda es lo único que me recibe.

-Ay, por favor, vengo en paz- me acerco al lavabo y busco algo con que distraerme.

-Prefiero creerle al diablo, Raquel- puedo ver la mirada furiosa que me da Belmont por el espejo, al igual que veo como está usando la secadora…extrañamente.




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