En una escuela de princesas “accidentalmente”

XXIII - Las segundas oportunidades son las mejores.

-Sigan corriendo-nos apura Steph, tomando la adelantara. Después de cruzar unos arbustos y seguir a toda velocidad por un jardín mas cuidado que las plantas de mi madre, estamos llegando a un muro no tan alto que supongo yo es el limite del hotel.

-Como haremos para saltar eso, ni Dios lo sabe- les grito, siendo yo la ultima de los cuatro, estoy dando todo de mí. Pero el estar descalza me lo complica todo. Esperen. Admiro mis pies dejando huellas en el cálido césped- ¡Mis zapatos! - me paro de inmediato al darme cuenta de que los olvide en la habitación. Maldita costumbre de pasearme descalza por las mañanas- Debo de regresar.

- ¿Qué? - deja de correr Dareh, intercambiando la vista de mis pies desnudos hacia mi rostro.

- ¡Deja a esa loca ahí y date prisa! - le grita Belmont llegando al muro color melón. Como que necesita otros golpes para que entre en razón.

-Quizás los echen a la basura, si me escondo y espero estoy segura de que los encontrare- le explico a Dareh preparada para echarme a correr de regreso y pensar en un plan que consiste en que no me vean. Si tengo que hundirme en el contenedor, lo hare. O quizás secuestre a uno de ellos y obligarlo a hacerlo. No lo sé, existen muchas opciones.

-Raquel, vienen para acá- me advierte Fresita acercándose a mí.

- ¡No dejare que me arresten por tu culpa! - escucho a Steph furiosa regresando con nosotros.  

-Nuestras cosas- trato de convencerles, no negare que, si me da miedo regresar. Y que las pisadas apresuradas de nuestros perseguidores se hacen más audibles conforme está pasando el tiempo. No quiero dejar mis zapatos mas amados a la deriva.

-Te comprare cien pares si quieres, pero debemos irnos ya- me toma de la mano Fresita suplicándome con la mirada, se que me quiere convencer antes de que Stephen llegue, pero ya es muy tarde cuando ya la tengo al lado mío agarrándome del brazo y jalándome hacia el muro.

-Ni tampoco que me descubran por dejarte aquí- murmura, sacando todas sus fuerzas de adentro y arrastrando mi cuerpo.

- ¡Ahí están! – gritan unas voces masculinas desde un extremo del jardín.

-Primero a la loca- habla rápidamente Belmont cuando llegamos al muro. Decido quedarme en silencio y en luto por mis preciados olvidados. Aunque la oferta del príncipe suena demasiado tentadora, no volveré a sentir a mis bebes en mis pies- Rápido- junta sus manos para ayudarme a impulsarme y subir por la pared de concreto. Me sostengo con mis manos y termino de subir poniendo mi pie en los hombros del Pejelagarto. No les mentiré, tengo experiencia escalando muros, pero aun no diré como.

Steph es la segunda en subir, luego Belmont y de ultimo a Dareh. Dejan al más importante al final, si se nos pierde el príncipe todo se empeora.

- ¿Ahora qué? - musito cansada y triste. Enserio amaba a esos zapatos y eso que aun no recuerdo que mas olvide en la habitación…al menos el anillo aun sigue en mi cuello.

-A seguir corriendo- me responde Steph tomando una gran exhalación y seguir calle abajo- Andando.

- ¿Cómo es que tiene tanta energía? - susurra Belmont sosteniendo su estómago.

- ¿Quieres que te cargue? - Chris levanta una ceja y abre sus brazos hacia mí, este hombre esta lleno de rentables propuestas. Pero no, debemos de poner el ejemplo. Con todo mi pesar obligo a mis piernas a moverse para seguir a Steph. Al instante fue una mala idea ya que mis músculos tiritaban y si no me sostengo de algo, caigo de cara al asfalto.

 

Después de dos horas y varias calles, al fin pudimos tomar un descanso al haber estresado a Steph por nuestras suplicas. Esta mujer pudo haber terminado hasta China y seguiría lista para otro maratón. Habíamos llegado hasta un puente con agua verduzca, con un aire antiguo o incluso victoriano. Al final del día no me arrepiento del todo el estar perdida en Francia. El puente me recordó a la pequeña torre abandonada donde fue la fiesta de anoche. Todo es magnífico. ¿Y si no nos vamos?

-Necesito dormir- gimoteo acostándome en las piedras lizas, cerca de un árbol donde la sombra me cubre del sol a plena mañana. El viento es refrescante y yo ya me estoy acomodando aquí.

-Necesitamos salir de aquí- me corrige Steph con sus ojos esmeralda viéndome desaprobatoriamente. Ella es una diosa, su cabello castaño tan claro hasta al punto de confundirlo con un rubio, realzan sus facciones. E incluso escurriendo agua por todos lados, tiene un estilo arrebatador de haber estado en la playa todo el verano. Y yo aquí tirada en el suelo llenándome de polvo y con mis pies adoloridos. Recuerdo a su hermana con algunos rasgos similares.

- Necesitamos un celular- sigue Belmont, sentándose a mi lado y relajando su cuerpo…creo que los únicos normales aquí somos el pejelagarto y yo. Steph parece mujer maravilla mientras Dareh se pierde en otra galaxia en momentos y cuando vuelve no deja de verme pensativo- Recuerdo el numero de emergencia de Izaro, el consejo nos mandara apoyo desde la escuela y Collette jamás notara que nos escapamos.

- ¿No olvidas algo? - el pie de la casi rubia golpeando el asfalto y sus brazos cruzados solo nos alerto a Belmont y a mí- ¿Ves a Tamira con nosotros?

-Si- digo rápidamente antes que a Belmont se le ocurra soltar algo más estúpido de lo que yo estoy a punto de hacer- Justo recordé mientras nos jugábamos la vida que ella regreso al castillo- rio para no llorar- No se como no se los dije antes, incluso a Belmont le dejo una nota.

- ¿Enserio? - se une Fresita a la conversación

-Por supuesto- le respondo sonando lo mas normal posible. No quiero que se den cuenta de donde carajos esta Tamira en realidad, menos el príncipe, que estoy segura de que odiara haber venido si lo descubre. Claro, si no lo esta haciendo en estos instantes.




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