En una escuela de princesas “accidentalmente”

XXVII - Dalai Jin

-Comes tan desagradable- escuchó a Belmont, pero no me importa. Tengo hambre. Seguiré masticando y tragando como si mi vida dependiera de ello. Y es que ¿Cuantas veces en tu vida te levantas y comes un delicioso pan francés y de gratis?

 

-Déjala, está disfrutando su croissant- Steph me abraza por los hombros robándome un bocado. A ella sí, ningún otro pedazo a Belmont, que se muera de hambre.

 

-Parece una ardilla apuntó de explotar.

 

-Las ardillas son adorables- me defiende Dareh, limpiando una comisura de mi boca con su dedo pulgar- Al menos no se está atragantando con agua- ¡GRACIAS!

 

Guardare sus risas para mi cruel venganza, esto puede considerarse bullying. Ya no les daré de mi pan. Me lo trago todo antes que me roben otro pedazo. Gracias a unas lindas personas que se apiadaron de nosotros...o quizás se sintieron atraídos por la belleza deslumbrante de mis compañeros, conseguí este delicioso manjar.

 

Al menos el incómodo momento en el que sentía que todos me echaban la culpa, ha desaparecido. Han vuelto a ser mis amigos, en las malas y en las alocadas.

 

Después de caminar por lo que sentí yo que nos tomó horas y horas, al fin llegamos al aeropuerto. Ahora nos encontramos esperando al dichoso contacto de Izaro y su avión privado. Me asegurare de tomar fotografías, no todos los días te subes a uno. Aunque el no tener ni teléfono celular sea un problema, pero de que tengo que llevar evidencias, tengo que.

 

-Ahí viene- salta de emoción Stephen, peinando con sus dedos su cabellera y esperando a que la camioneta blanca llegue hacia nosotros- Se llama Dalai Qiang, salió de la escuela hace un año- nos explica antes de que las puertas del auto se abran y un chico en traje con lentes oscuros, emerja de él. ¿Cuál es la manía de vestir formal siempre?

 

- ¡Querida! - exclama abriendo sus brazos hacia mi amiga y fundiéndose en un abrazo- Aun recuerdo la pequeña heredera corriendo por los pasillos de Ravenden, tratando de confundir a todos junto a su hermana gemela ¿Cómo esta Ayla? - Podrán llamarle loca, desquiciada, de todo. Pero no podrán negar que cuando veo chispas de cupido en dos personas, es porque, de verdad están esas chispas ahí. Y lo noto no solo por el brillo en los ojos de Steph, al hablar con Dalai, ni por su sonrisa, sino porque literalmente se está derritiendo delante de él- Weber- estrecha su mano para luego voltear hacia nosotros- Dalai Qiang Jin.

 

-Príncipe Christian Dareh Darmouth de Ravenden- se presenta Fresita al lado mío, no puedo evitar mirarlo ¿De dónde cojones se saca todos sus nombres?

 

-Espera ¿Eres ese príncipe? Pensé que no existías, al parecer viajan con un mito viviente, chicos- se ríe alegremente mientras se quita sus lentes oscuros y deposita sus ojos en mi- Tu eres nueva.

 

-Solo soy Raquel Blake- le digo tomando su mano y estrechándola con toda la confianza del mundo.

 

-Alias, la plebeya desquiciada- interrumpe Weber.

 

-Oh, de nada, Pejelagarto- respondo, haciendo énfasis en su apodo puesto con tanto cariño también. Estoy pensando seriamente si aventarlo del avión cuando estemos en el aire.

 

-Un placer conocerte- se inclina tomando mi mano de nuevo y besándola rápidamente. Más tardo el, en volver en su postura normal, que Fresita en pasar su brazo por mis hombros.

 

Ay, no puede ser.

 

-Bueno- digo sacudiendo mis hombros para soltarme del semi abrazo de Dareh y caminando hacia el avión- Menos "Blah Blah" y más "Brum Brum" en ese bebé- señaló el avión más pequeño que he visto, tampoco he visto muchos aviones, pero es mi primera vez en uno personal, entiéndanme. Estoy en medio de una crisis nerviosa y la mirada extraña de Fresita no ayuda en nada.

 

-Por supuesto, las princesas, primero- habla Dalai señalando las escalerillas que bajan de la máquina. Dios, qué cosas no. Como esta de revolucionada la tecnología.

 

Soy la primera en correr para subir los escalones y entrar, por fin al avión. Asientos blancos y decoraciones de color café, súper claro. Esto se lo tendré que decir a mi padre, no sé qué me inventare para decirle cómo carajos me subí a uno, pero esto lo tiene que saber.

 

-Bienvenidos- dice una chica con uniforme rojizo. Envidio su trabajo. Lo que sea que haya estudiado quiero estudiarlo yo igual y subirme a varios aviones.

 

-Me tome la libertad de comprarles ropa, espero haber acertado con la talla- anuncia Dalai entrando, seguido de Fresita y Pejelagarto. ¿Por qué parezco yo la única emocionada?

 

-Este es el mejor secuestro ficticio de la historia- ronronea Weber al sentarse y beber una copa de champán- A tu salud, Dareh.

 

-Despegaremos en unos minutos, iré a la cabina- No puedo evitar voltear hacia Dalai al escucharlo decir eso. ¿Y sí?

 

-No lo pienses, quiero llegar sano a casa y no terminar en una isla desierta, Raquel. Por favor no la dejen entrar en la cabina.

 

-Silencio, Weber- interviene Steph tomándome del brazo- Ven, vamos a cambiarnos.

 

-Yo si quería ir a la cabina- le digo a ella, después de cerrar la puerta. Hago mi mejor puchero mientras acaricio la madera de la puerta, quien sabe quizás pueda pilotear el avión unos preciados segundos.

Estábamos en una especie de mini dormitorio. Una maleta llena de ropa y zapatos al lado era lo único que no encajaban de todo el lujoso cuarto.

 

-Esperaremos a que Belmont se duerma para que entres, descuida- me guiña un ojo antes de desparecer en lo que parece ser un baño. Al menos tengo a alguien de mi equipo. Tendré que convencer a Fresita y listo, serán tres contra el Pejelagarto.

 

Tomo de la maleta una camiseta y pantalones. Me deshago de la ropa aun húmeda. Al fin, algo decente y seco. Estoy tratando de abotonarme los pantalones cuando unos toques en la puerta me asustan.




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