En una escuela de princesas “accidentalmente”

XXXI - ¿Fresita?

En este momento, si estuviera en un estrado con una gran luz blanca machacándome los ojos y un micrófono diciéndome “Pendeja, habla” estoy segura de que primero lloraría para después reírme como demente y decir “Tranquilos, arreglaremos la situación”.

Cosa que planeo hacer y he estado planeando durante el trayecto a los dormitorios con Marcus y sus hombres de negro. Obviamente en mi cabeza porque si lo supieran, Rogers capaz me esposa a ella para no perderme de vista.

Primero un buen plan debe tener un buen nombre. Quizá “Regalando mi dignidad” “Ofreciendo mi dignidad” … ¿Sacrificar? Em, lo dejo de ultimo mejor. Segundo punto, necesito a mis secuaces a los cuales ya arrastré hasta el ala “Cartoja”.

Que fue donde hable y le pegue a él, de paso, por primera vez. Ah, ya basta de sentimentalismo, tendré mucho tiempo para llorar si esto sale mal.

—Aun no se si esto sea buena idea, Raquel—comienza a dudar Steph al lado mío, sus uñas se aferran a su casillero que oculta su lindo rostro.

—No es para tanto—sigue masticando el chicle rosado la copia idéntica de la rubia, Ayla—Así sabrás si tendrás pareja o no para el baile. Háganlo rápido que me estoy aburriendo.

—Perdone, mi lady, si la estoy reteniendo en contra de su voluntad. Ordenare a mis ejércitos que la dejen ir en paz— estalla Belmont. Atrayendo la mirada de los pocos estudiantes que se encontraban en el pasillo—Es que me pongo nervioso, perdón, Ayla— musita después al sentir el enojo de los marrones ojos de Tamira acribillándolo sin esforzarse en disimularlo.

—Raquel ¿Aun quieres hacerlo? —se cruza de brazos relajando su expresión.

—Si, a darle equipo pandicornio—muevo mis deditos mientras chillo de la emoción. No debemos levantar ni una sospecha.

—Pandicornio el corazón que Dareh te rompió—dice rápidamente Pejelagarto antes de irse corriendo a su posición. Miren que hoy andana de buenas con ese simbionte.

—Vamos— toma mi mano la castaña acercándome hasta la pared.

Esperamos hasta que no hubiera monos en la costa y cuando el resto del equipo se posiciono evitando el acceso al pasillo del ala donde estamos. Me dispuse a separar las cortinas y palmar la pared con Tamira a mi lado.

—Debe de haber algo que convierta esta cosa en una puerta.

—¿Estas segura?

—Si, la otra vez Dareh estaba detrás de estas cortinas, no creo que ahora resulte que pueda atravesar paredes el muchacho.

—O no viste por donde se fue cuando huiste corriendo de él, después de estamparme crema batida en el cabello, claro.

Estoy a punto de refutar su argumento cuando siento un trozo del suelo algo…diferente. Tamira se percata de mi cara de espanto. En la baldosa donde mi zapato esta, se siente floja o movediza, para nada firme como las otras.

—¿Qué esperas? — me apura ella intercalando la mirada de mí, a mi zapato negro de lustrar.

—¿Y si es una de esas trampas victorianas donde te saldrán cuchillos y eso?

Sus finos labios se hacen uno solo en una línea recta y sus ojos revoloteaban tratando de encontrar más paciencia antes de elevar su pierna y dejar una huella de su zapato en mis inocentes calcetas blancas y por supuesto, hacer que apretara la baldosa.

Un leve crujido me hizo querer abrazarla, y aun mas cuando un pedazo de esa pared se separo y se deslizo como cualquier puerta corrediza.

—Listo, última oportunidad ¿Estas segura de ir a encararlo o mejor nos damos la vuelta y vamos por un helado?

Doy un paso hacia el pasadizo de ladrillos oscuros delante de nosotras. Un silbido nos dio la señal que debíamos de darnos prisa. Sujeto la mano de Tami antes de continuar. El espacio sigue siendo angostó y tenebroso pero el saber que mi amiga está bien (después de que Belmont fuera por ella) y se encuentra apoyándome en el intento de reparar mi dañado corazoncito, me llena de calma y seguridad.

—Si sale mal—comienzo a decir.

—Shh, mente positiva, resultados positivos— me corta dándome un apretón.

Seguimos caminando hasta llegar a una cámara subterránea donde se interceptan dos pasadizos más. Me asombra que, aunque estemos posiblemente bajo toda la escuela, todo esto se encuentre algo limpio. ¿Habrá personas que bajen a quitar las telarañas y demás?

—Creo que es por aquí— dice Tami escogiendo el de la derecha—La biblioteca esta de ese lado y el castillo en este.

La sigo sin protestar mientras nos conduce con un mapa improvisado en su memoria. La verdad todo mi plan era este; pasadizo, llegar con un milagro hasta Dareh y luego haber que procede. Ni siquiera he pensado que chingados voy a decirle. ¿Buenas, como estas? ¿Por qué me mandaste al quinto trasero de Satán sin un “Que te vaya bien”?

Está bien, quizás así no. Posiblemente haga como que me caigo y diga algo como “Oh, al parecer un ángel me ha teletransportado hasta aquí. Deberíamos de hablar un poco ¿no?”

—Raquel— capta totalmente mi atención Tamira y a juzgar por su expresión, adivino desde ya lo que me quiere decir.

—Hemos llegado—decimos al unisonó.

—Yo primero— ella empuja una especie de puerta, solo unos centímetros suficientes para lograr ver el exterior— Supongo que reconozco su voz, pero no logro verlo. No hay nadie— voltea para examinarme—¿Entramos?

Lentamente digo que si con mi cabeza. No quiero volver a encontrarme con los ojos gélidos de él. Su faceta llena de indiferencia que incluso me hace pensar que le repudio. Su rostro inmutable quedo tallado en mi memoria.

 

 

El cuerpo de Tami se escabulle en la pequeña abertura de la puerta. Hago lo mismo, ajustando mi chaqueta al llegar al umbral de una gran habitación. Las paredes blancas con detalles renacentistas dorados estilizándola. Los cuadros y muebles y una alfombra roja le dan un aspecto intimidante y elegante.

—Por aquí— susurra caminando en hurtadillas hasta el arco de dos puertas abiertas de par en par. Con cada paso en puntillas que dabas, más claras eran las voces provenientes de ahí adentro.




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