En una escuela de princesas “accidentalmente”

XLII

 

—¡PERO SI ÉL ES EL PRÍNCIPE!

—¡Y yo una marmota! —le gritó horrorizada a la imagen de Pejelagarto que se había formado en mi cabeza, soy incapaz de sentir que mis pulmones están funcionando correctamente, al igual que mi visión ahora mismo.

¡Me muero! Puedo sentir como mi cuerpo está sudando como un puerco mientras mi corazón taladra mi pecho.

—AGH ¿PUEDES CALLARTE? —oigo antes de que una almohada se estampe contra mi rostro—Última vez que me despiertas así, Raquel.

Me amenaza una mata de cabello rojizo que desaparece entre las sábanas doradas. Tener a esta duquesa de compañera es un peligro constante para mi vida. Pero...

¿Qué pasó? Parpadeo para darme cuenta de que, en efecto, estoy en mi habitación con princesas alrededor. Hasta ahí todo bien. A ver ¿Qué hice anoche?

—Perdón— susurró volviendo a meterme dentro de las cobijas. ¿Por qué presiento que estoy pasando por alto algo importante?

Muy bien, debo de recordar. Cierro mis párpados haciendo mi mejor esfuerzo para no volver a dormirme en lo que me llega la información. Estaba soñando, con la reunión que tuvimos con Collette a plena madrugada, solo un poco distorsionada. ¡Dios!

¡La reunión con Collette!

Salto de mi cama buscando el estúpido reloj en la pared. ¿Cómo es posible que casi se me olvide algo así? Posiblemente sea la última vez que despierte en esta suave cama y me levante tarde.

—Buenos días—canturrea Stephen desde el piso de abajo desenredando su cabello.

—Buenos solo si metes maldades en esos deseos—respondió Ayla, picara, desde su cama estirando su cuerpo.

Genial, mientras yo soñaba con parte de mi condena, ella disfrutaba de la imaginación a su máximo esplendor.

¿No debía de haber sonado alguna alarma? Aún tengo los nervios descontrolados desde que Collette proclamó que Fresita ya no era dueño y señor de este país. Bueno, si lo sigue siendo, pero ahora es como cualquiera de nosotros...un simple estudiante mortal. Y después de que no nos dieran oportunidad de cruzar palabra, no sé si me estará deseando una muerte trágica o compasiva. ¡Y todavía tengo que recibir mi castigo!

Puedo apostar mis años restantes de vida en asegurar que no soy exactamente la persona favorita de Dareh en estos momentos y mucho menos de mis dos amigos. Justamente es lo que tengo que averiguar...en unos minutos, o dejar que fluya. No sé, lo único que tengo decidido es que ahora tendré que estarme escondiendo de Fresita todo el rato.

—¿Pueden tener la decencia de callarse todas? — gruñe Ekaterina desde su espléndida cama junto a la mía.

¡Ah, es cierto!

Tengo que bajar de aquí antes que ella tome la iniciativa y me empuje.

—Voy tarde, voy tarde—les susurro a las gemelas, saltando de las escaleras y metiéndome al baño de la habitación—Y olvido mi uniforme, que estúpida.

No sé qué chingados haré para estar en la oficina de la directora en treinta minutos, ni siquiera me he duchado. Aún percibo el aroma del chocolate en mi cuello y...

¡El chocolate! Mi uniforme está sucio, voy a llorar. Bajo mi cabeza admirando mi pijama de unicornio. Si me presento con otro tipo de uniforme o con esto de igual manera me llamaran la atención ¿no?

—Tranquila, lavandería dejo esto para ti en la puerta— se acerca Stephen como un ángel rubio con una canasta de mimbre en las manos.

La tomó sin dudar, dándole un estruendoso beso en su mejilla.

—Te amo— pronuncio encerrándome en el baño, de nuevo.

Muy bien, Blake, escúchame.

—Hoy posiblemente la persona que te gusta te mande al carajo—me digo al espejo—Tami te diga que no quiere ser tu amiga nunca más o lo más sencillo, te terminan expulsando y seas otra vez la decepción familiar—desvistiéndome durante el proceso— Solo Dios sabe que pasara contigo y él no es tu fan número uno en este universo.

¡Ah! Las palabras de Collette me vienen a la mente conforme estoy intentando meterme a la regadera. No estoy apta para convertirme en un témpano de hielo a estas horas, seguiré bostezando hasta la tarde así que, acepto con todo esplendor mi cobardía para proceder a bañarme con agua caliente, así es. Beneficios de estar en una escuela así.

Tengo suficiente con los recuerdos de la reunión de ayer "El príncipe será un estudiante más" se lo repetía constantemente Collette a Belmont, que parecía estar en un choque o en pleno viaje astral porque no entendía lo que estaba sucediendo. "Aparentemente se necesita más disciplina si los cuatro no pueden dejar de involucrarse en problemas" mencionó también, haciendo una pausa breve para observarme, sin pudor alguno para que pillara la indirecta.

Solo agache mi cabeza mientras seguía secando mi uniforme. No me atreví a hacer contacto visual con Dareh. Y pensándolo bien, creo que debí de hacerlo, así tendría indicios, para saber si él...bueno, ya saben. Al final, yo soy la culpable de todo esto.

Tomó mi jabón, restregando mi piel y suplicando al bote de shampoo que me coopere con el tiempo.

—Todo saldrá bien— trato de convencerme.

Mi tío no me dirige palabra desde esta madrugada, Tamira se mantuvo callada todo el rato, sin siquiera decir un "buenas noches" al separarnos para ir a nuestros cuartos, aún no nos dan castigo definitivo, pero... ¿Si la expulsan por mí?

Y ni hablar de Chris, se mantuvo serio y pensativo todo el tiempo hasta que ¡Puff! giro y no supe nada más de él.

Nos mandaron a nuestras habitaciones a espera de indicaciones y desde ahí he estado a ciegas. En cuando a Belmont...es Belmont.




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