En una escuela de princesas “accidentalmente”

XLIII - Edward ¿Que?

—¡Cinco días! —repite por tercera vez Tamira desde que salimos de la oficina—¡En cinco días debes tener todo un espectáculo listo!

—Si contamos el día de hoy, se vuelven seis— opinó sonriendo con la esperanza de aliviar un poco su humor y levantando seis dedos.

—No estoy furiosa contigo, lo estoy en general y más en pensar que debes de organizar un evento de tal magnitud y en pocos días— dice más calmada sacando sus libros y echando su lacia melena hacia su espalda—Toda la noche estuve pensando qué castigo nos iban a poner después de cometer quien sabe que— ¡Pum! cierra su casillero haciéndome dar un brinco del susto. Siento que si digo algo incorrecto me va a terminar asesinando— De igual manera, ya me tranquilicé, ahora debemos concordar la hora en la que nos veremos en biblioteca. Tengo que explicarte mucho al respecto.

—Eh...

—¡Tamira! — me asustó de nuevo cuando reconozco esa voz a lo lejos—¡Cuchurrumin!

—Lo que faltaba— susurra ella apretando los libros sobre su pecho y mirando sobre mi hombro como si lo que se avecinaba era uno de esos vendedores que te hostigan sin pudor hasta que les compres algo.

Podía leer las palabras "Huyamos" en su frente. No pregunten como lo se.

—Buenos días, damas— canturrea Belmont inclinando su cuerpo en una reverencia al llegar a nuestro lado —¿Qué tal el día de hoy? ¿Madrugaron bien? — me observa de arriba a abajo—Y veo que sigues aquí...

—Pues muy bien, no me quejo, todo iba bien hasta que apareciste y me recordaste los hematomas que no deberían de estar en mi cara, idiota— apartó unos cuantos mechones de mi rostro para que aprecie bien su horripilante obra.

—Ni se notan.

—Suficiente para mí el día de hoy—pronuncia Tamira esforzándose por no parecer irritada—Si me disculpan me alejaré lo máximo posible y volveré cuando tenga ánimos de volver a verlos— da media vuelta, lista para marcharse y abandonarme.

—Espera—se interpone Pejelagarto evitando que de un solo paso.

—Tacléalo— propongo, ansiosa de sangre y de venganza.

—Se que llegas tarde a clases y probablemente no pasarás al comedor, así que traje esto para ti— despacio saca lo que parece ser una tartaleta de frutas que escondía en su bandolera de piel y la deja reposar sobre los libros de Tamira como si le estuviera dando de comer a un cocodrilo.

Es bonita la escena, ahora que lo pienso. Hasta puedo decir que muero de ternura por dentro, Es que es hermoso, bello y tan tierno desde aquí. Rara vez, si no es que nunca he notado a Belmont nervioso o precavido en cada movimiento que hace. Sus rizos le tapan los ojos y no puedo ver la reacción de Tami, pero seguro es buena ya que la sonrisa en el rostro de Weber es grandísima.

—Te buscaré después de tus clases— le guiña un ojo, le da un rápido beso en su sien y seguido de eso, se hace a un lado para dejarle el camino libre.

Quiero chillar, reír y hacer toda clase de muecas de felicidad, pero me contengo, no hay nada como una dosis de ternura a buena mañana. Cuando ella ya había desaparecido, estalló en risas nerviosas de alegría.

—Si algo sale mal con mi vida les agradecería mucho que me adoptaran, gracias—no lo digo bromeando, hablo muy enserio—Por si acaso.

—¿Ah sí? ¿Y no quieres algo más, Blake? ¿Como mi riñón, mi alma o mi cuerpo completo por si acaso para que puedas subastarlo?

—Pues ahora que lo dices tan amablemente ¿De casualidad no te sobró alguna otra tartaleta o un dulcito por ahí? — Si no piensa en convertirme en su futura hija, por lo menos que me dé una menta y así no me desmayare a media clase, por favor.

Sin contar por el hecho de que tendré que correr y hacer de cuenta y caso que tengo la capa de invisibilidad para no toparme con Fresita en los pasillos. Si es que no me estará evitando.

—Sabes, creo que si— se cruza de brazos recostando su cuerpo en los casilleros al mismo tiempo que toca su barbilla—Tapate los ojos y veras como hago aparecer un manjar frente a tus ojos.

—Belmont, me duele decir esto, pero tengo prisa y entre más rápido desaparezca de aquí menor es la posibilidad de que me encuentre a Dareh.

—Tranquila, Blake te puedo asegurar que él está en clase, me asegure de ello antes de salir de los dormitorios—una especie de alivio repentino me invadió al escucharlo, al igual unas ganas de sacarle el nombre del salón en donde se encontraba Fresita, con la intención de irlo a espiar desde la ventanilla de la puerta—Ahora ¿Vas a querer que te dé, como acto de bondad, el delicioso aperitivo que estaba guardando para mí? Piensa rápido, chica porque esta oferta no durará mucho.

—Super duper sí.

— Está bien, cierra los ojos y cuando te diga los abres.

—Okey—cierro mis párpados lo más fuerte que puedo—¿Es necesario que me tape con las manos?

—Claro que no, pero te daré la vuelta para más seguridad, no me fiare de ti— lo dice mientras me hace girar— No quiero que veas mi escondite secreto o que arruines mi truco.

—Si resulta ser una broma o algo peor que tu mente maligna esté planeando, te haré pagar y no te gustara.

—Oye si sigues dudando de mí, no compartiré mi postre.

—De acuerdo, gracias— sonrió extendiendo mis manos, ansiosa de lo que será. Mencionó un postre, por lo que seguramente será sabroso. Todo lo que cocinan aquí es como un manjar hecho por ángeles.

Me imagino algo con chocolate o frutas. Aunque debe adecuarse a los gustos de él, como una galleta o un pudin. ¡O TODO ESO! Solo pido una migaja de algo para que mi estómago no esté como concierto de trompetas hasta el almuerzo.

—Cuando te diga, abres los ojos y ojalá no me lo compartas ¿Eh? — puedo sentir como toma mis manos.

Tantas personas yendo y viniendo a nuestro alrededor, no me permite captar alguna pista audible de la sorpresa. Algo como el ruido de un envoltorio o algo quebrándose.

—Obviamente si, no te preocupes, simplemente le daré una mordida y lo demás será todo tuyo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.