[Narrador: Aaron Hansen]
Este día esta lloviendo, hacía mucho tiempo que no llovía tanto. Este día debía de ir a una subasta por pedido de mi padre, no me quedaba otra, ese lugar era realmente aburrido, muy aburrido para alguien de doce años.
— Señor Aaron, deberíamos de ir a buscar un lugar para sentarnos, sería lo adecuado. — Entramos a la sala de subastas, estaba lleno de gente, gente parada y sentada, moviéndose por un lugar con desesperación cuando aun faltaba unos minutos para comenzar.
— ¡Cuanto más cerca de la puerta mejor! podré irme de este lugar rápidamente luego de comprar las obras de arte que mi padre quería, sólo vine para ello. — Menosprecie la situación y contesté entre risas.
Al fina, nos terminamos por sentar en la última fila del lugar, en los dos últimos asientos, los cuales, quedaban a sólo unos segundos de la salida, tan pocos centímetros, tan cortos que me iría ahora mismo del aburrimiento.
— Buenas tardes, comienza la subasta del día de hoy. — Anunció el presentador, entre cerré los ojos, a tal punto, me estaba por dormir en el lugar.
— ¿Señor? ¿quiere que compre por usted? — Me volvió a dirigir la palabra mi mayordomo, abrí los ojos y miré el escenario unos segundos.
— Joseph, será lo mejor, me aburren este tipo de cosas. Cuando termine la subasta, nos iremos rápidamente. — cerré los ojos y me dormí.
No había razón para que yo participara, no había nada que me interesara en lo más mínimo. Me dediqué a fingir dormir hasta que unas palabras del presentador, llamaron mi atención a tal punto que me quedé mirando el escenario.
— Señoras y señores, se ha acabado la subasta abierta a todo el público. Los que tengan más de un millón, podrán quedarse para la subasta VIP. ¡Dentro de unos minutos comenzaremos la subasta! — El presentador desapareció de el escenario, me quedé mirando a Joseph que se estaba parando.
— ¿Dónde vas? — Pregunté y levanté una ceja, el se detuvo antes mi pregunta.
— Ya participamos en la subasta que quería su padre, no hay razón para quedarnos. — Lo miré unos segundos y me levanté de las silla.
— Es cierto, ya se acabó todo. — Mientras nos dirigimos a la puerta, pude ver como el presentador volvía al escenario. Dejé que Joseph se fuera y me quedé parado en la puerta y observando.
— Bienvenidos, otra vez, a esta encuesta VIP. Para comenzar tenemos a una niña de seis años. — Abrió sus manos y un hombre trajo a una niña, ella se encontraba amordazada, y atada de manos y pies. — Empezamos la subasta, ¡en un millón! — Continuó.
— ¿Señor? — Volvió Joseph quedándose junto a mí.
— ¿Mi padre iba a venir a esta clase de subasta? — Me quedé mirando al público.
Como todas esas personas levantaban sus manos para aumentar cada vez mas la cantidad de dinero. Me detuve y noté que esa niña estaba llorando. Esas personas, me provocaron asco.
— Joseph, espero que tengas mucho dinero. — Me miró sin entender y me metí en la subasta, bajé las escaleras en dirección al escenario. — ¡Diez millones! — Grité y levanté la mano, en ese momento, un montón de personas me miraron.
— ¡Diez millones a la una, a las dos, vendido al joven! — En ese momento, salí rápidamente de la subasta de ese lugar que me provocaba asco, y a su vez, participé de ella, era igual que ellos.
¿Qué hice? no puedo creer que compré a una niña. Mi familia estará en contra, esto es un problema.