Ashley
—A tu izquierda—me hablan al oído, haciendo que pegue un pequeño salto, dejo caer mi tenedor en el plato—Hola—me saluda Esteban con una sonrisa.
—Hola—respondo molesta por el susto que me ha dado.
—¿Qué? —pregunta al notar que barro el comedor por todo nuestro alrededor con la mirada—estoy aquí, no soy invisible.
—Lo sé. Solo buscaba a la loca de tu novia—me mira mal por como la llamo, no le doy importancia—no quiero problemas y que luego tú me vengas a pintar la foca por ponerla en su lugar.
—Mi novia tiene nombre, se llama Beatriz—la defiende— está en el salón de baile ensayando y yo jamás te pintaría una foca por ponerla en su lugar, no tendría sentido que te pinte dicho animal.
Me es inevitable no reírme, ante su malentendido del significado.
—Es una expresión—me rio— no es literal, me refiero a que tú vengas a regañarme por poner en su lugar a tu novia, no me refiero a que me muestres tus dotes artísticos dibujando una foca.
—¿Cómo? —parece aún más confundido.
—Solo olvidalo—trato de no seguirme riendo—es una palabra poco conocida aquí.
“El pintar la foca” es el regañar a alguien por algo que hizo, es una palabra que esta parte de la ciudad no se usa, es algo más poblacional, como se suele conocer, de hecho, es donde lo he aprendido, pues lo aprendí con unos amigos que conozco del barrio bajo, como lo llaman aquí, mis amigos con los que salgo a andar en skate me lo enseñaron.
—¿Por qué estas almorzando sola? —pregunta sentándose a mi lado sin que lo invite.
—Porque ya la mayoría almorzó y eso incluye a mis amigas—respondo lo evidente, mi respuesta parece no ser lo que esperaba. Suspiro—acabo de salir de la oficina del director y les pedí que no me esperaran para almorzar, dado que no esperaba salir de ese lugar hasta después de la hora del almuerzo.
—Chica problemas eh—sonríe—eso no me lo esperaba, es más, me negaba a creerlo cuando me contaron que eras problemática, pues no lo pareces.
—Quizás no lo parezco, porque no lo soy—le aclaro.
—¿Entonces porque estabas con el director?
—Creo que no soy la única preguntona aquí, después de no tener tanta confianza—me burlo de él recordándole lo de hace una semana.
—Lo siento—se disculpa bajando la mirada un poco avergonzado—no quería entrometerme—se pone de pie—creo que mejor me voy—niega con la cabeza—esto ha sido una estupidez—se arrepiente de algo.
—Solo bromeaba—le aclaro, lo sujeto del antebrazo deteniéndolo, por alguna razón me agrada que me haga compañía para así no almorzar sola.
—Como sea, me da igual la vida de los demás, solo me importo yo mismo y el andar de curioso en la vida del resto no es lo mío. Así que si me disculpas me tengo que ir—asiento sin insistir más—te veo después de clases para la salida con mi hermana.
Jamás antes había visto un chico tan raro como él, enserio la definición que le di a Antonella cuando me pregunto por cómo era mi compañero de puesto y de trabajo en el taller de ciencias le quedaba a la perfección era “raro” y no en el sentido de que fuera un nerd de primera al cual le gustaba Dragón Ball, los video juegos y las películas de las guerras de las galaxias y que se desbordara hablando de ellas, él no era ese tipo de chico raro, porque de nerd no tenía nada, más bien, era de ese tipo de chico raro que tiene cambios de personalidad constantemente, en momentos era amable, al siguiente distante y desagradable, haciendo que ni el mismo se soportara, ese tipo de chico raro era él, ese que tiene severos cambios de personalidad. Admito que me agrada un poco, más que cuando socialice un poco con él la semana pasada en nuestra primera clase juntos, pero me cabrea el que sea amable conmigo durante unos instantes y luego me aparte siendo despreciable, porque no entiendo si quiere ser mi amigo o no y para estar confundida con catorce años yo no estoy, así que prefiero empezar a evitarlo.
Apenas el timbre suena dando por finalizadas las clases del día y guardo mis cosas en mi mochila, soy tomada del brazo por Antonella y arrastrada hasta la salida del instituto en donde nos reunimos todos, para ir al cine.
—Falta Esteban— Sorpréndanme, era de esperarse que sería quien llegaría de los últimos, cuando la van del padre de Cristian ya nos estaba esperando y todos estábamos listos.
—Lo siento—se disculpa al llegar corriendo acompañado de Beatriz.
—Nos entretuvimos—sonríe esta, ambos vienen tomados de la mano, Aylén a mi lado pone los ojos en blanco.
—Gracias a su entretención llegaremos tarde—la ironía en el tono de voz de Aylén es evidente—¿Nos vamos? —le pregunta a su hermano.
—Si—me subo a la camioneta tras Marcelo, sentándome junto a la ventana al lado de la puerta.
—Segura que estarás bien—le pregunta Esteban a su novia preocupado—puedo ir por ti después de la película, para llevarte a casa.
—Tranquilo Bro—dice apareciendo Javier, su otro amigo, el que según Cristian no iría porque tenía otro compromiso— yo iré por ella—la abraza por el cuello, esta aparta su mano de golpe con recelo— mi padre tiene la reunión ahí cerca y no tendremos problemas en pasar por Bea de camino.