Enamorada de mi ángel

Capitulo 5

POV Adela

Abro un poco los ojos adaptándolos a la luz que da frente a mi cara entonces, veo nubes y más nubes—debo estar soñando—musito frotándome los ojos para ver mejor pero sigo viendo lo mismo.

Noto que alguien me está sosteniendo y me espanto—tranquila, soy yo—escucho una voz de hombre que se parece...

—¡¿Darien?!—vocifero cuando volteo el rostro viéndolo observarme.

—¿Si?

—Pero, ¿cómo...?—digo sin entender porque estoy con él.

—El señor escuchó tu clamor y me mando a donde estabas para ayudarte—cuando dice eso siento una tibieza en mi corazón.

—Oh padre mío—me conmuevo.

—El señor es muy atento con sus hijos—dice Darien.

—¿Estamos volando?—pregunto y el asiente con la cabeza y miro al suelo viendo como se ven de pequeño las casas y me asusto por lo alto que estamos lo que hace que me agarre del cuello de Darien.

—Tranquila, ya estamos llegando.

Me lleva a el patio trasero del orfanato cerca de una puerta que da al sótano y me baja ahí—gracias—articulo y me doy cuenta que tengo la ropa desgarrada
lo que hace que se me vea la ropa interior y me avergüenzo.

—Te daría mi ropa pero, no te gusta que este desnudo.

Lo miro negando con la cabeza—esta bien, solo abre esta puerta para no tener que pasar por la puerta principal y me vea la gente de esta manera—le manifiesto ya que, la puerta que da al sótano está encadenada y con candado.

Darien abre el candado con sus manos—¡genial!—expreso maravillada.

Entramos y yo busco una ropa para ponerme, Darien se sienta de espalda hacía mí y yo me cambio la ropa agradecida de que me de un poco de espacio.

—Listo—articulo después de terminar y el se voltea—oh no, la caja de ropa—me acuerdo poniendo las manos en mi cabeza por mi olvido—tenemos que ir por ellas, es muy importante recuperarlo debido a que era para una familia necesitada.

—Sobre eso...—expresa Darien mirando al suelo.

—¿Que sucede?

—Yo la tenía en mis manos junto contigo pero se me cayó por el camino, lo siento.

—No pasa nada, solo que la señora Penelope me dará un buen regaño por perderla—digo—tengo que decirle lo que pasó para que me de otra caja para enviar.

—Muy bien.

Dejo a Darien en el cuarto y subo dirigiéndome a la cocina donde habitualmente está ella.

La encuentro allí—señora Penelope—la llamo.

—Oh, eres tu Adela, ¿entregaste la caja?

—Sobre eso...—me mira fijamente—yo perdí la caja porque, un tipo me apareció en el camino y me iba a atacar pero yo clamé a mi padre y envió...

Ella me da una bofetada—¡niña tonta!—vocifera molesta interrumpiendome—¿todavía crees que tu padre es un ser celestial?, si vuelves a inventar otra mentira así, no volverás a salir.

—¡No es mentira!, él...

—¡Callate!, no quiero escucharte más—interrumpe y me da otra bofetada y yo trato de retener las lágrimas—vete a tu cuarto y reflexiona sobre tus acciones.

Bajo las escaleras tratando de
contenerme para no irme en llanto frente a ella, abro la puerta del sótano y me siento en el colchón—¿Adela?—dice Darien saliendo del baño.

No digo nada y me acuesto en forma fetal en el colchón mientras mis lágrimas salen sin parar, él se acerca a mí—Adela, ¿qué tienes?—toca mi hombro—¿te hizo algo la señora Penelope?

—Umm—me levanta y me pone en su regazo.

—Shus—escondo mi rostro en su pecho porque no me gusta que me vean llorando.

—¿Por qué es difícil para las personas creer que Dios existe o que hay un mundo espiritual donde hay varios seres?—digo cuando ya estoy más calmada.

—Eso es porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. (Romanos 8:5)

Y además...el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. (1 Corintios 2:14)

Me froto los ojos secando las lágrimas—tienes razón—lo miro y el me mira también y acerca su rostro al mío entonces, yo cierro los ojos y siento un toque suave en mi mejilla.

Abro los ojos y le devuelvo el beso en el cachete—gracias—le digo y él solo sonríe
—no se como saliste sin que la señora te viera, ¿cómo lo hiciste?

—El señor me ayudó a salir—dice y yo asiento con la cabeza.

—¿Puedes bajarme?

—Oh sí, lo siento—me coloca cuidadosamente en el piso.

—Tengo que ir al trabajo—veo el reloj de la pared—de hecho, ya voy tarde.

—Puedo llevarte.

—Esta bien, salgamos por esta aquí—señalo la puerta por donde entramos.

—Sí.

Salimos por ahí y le colocamos las cadenas—ahora, ¿cómo...?—expreso sin saber muy bien que hacer, si subirme por la espalda de Darien o abrazarlo.

—Yo te cargo.

—O tal vez, mejor vamos caminando porque, alguien nos puede ver y ya sabes, puede decirle a alguna persona.

—Muy bien, de la forma que quieras será.

Nos vamos caminando y cuando estamos a dos calles de llegar nos encontramos con dos tipos uno de cabello negro con ojos del mismo color y el otro rubio que nos miran fijamente a los dos.

Sigo caminando sin darle mucha importancia pero, Darien en el momento que los ve toma mi mano—acelera el paso—me dice él.

—¿Qué sucede?

—Solo, camina rápido—él ve sobre su hombro y camina más deprisa—tomemos otra calle.

—¿Por qué?

—Adela, no preguntes y escuchame.

—Esta bien, vamos por aquí.

Tomamos otra calle sin embargo, él sigue caminando muy deprisa y me está arrastrando con él. Miro hacía atrás y veo que esos tipos nos están siguiendo.




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