Enamorada De Mi Mejor Amigo (nueva Edición)

Capitulo 10 (editado)

Capítulo 10. 
Año nuevo. 
Al despertarme César no está, imagino que ya se habrá ido. 
Me estoy emocionando por qué estos días me veo tan bien. Mi cabello está tan lindo y sedoso. Muy bien cabello sigue así y yo te amare mas de lo que ya te amo. 
Estoy bajando las escaleras y oigo voces y es mi mamá que está platicando con César, al parecer se llevan bien. Demasiado diría yo, ya qué están risa y risa. 
—Buenos días—dije. 
—Buenos días hija. 
Bajo y voy a abrazar a mi mamá se que solo pasaron días pero ya la extrañaba. 
—Mamá—digo abrazándola—. Te extrañe mucho—digo besándole toda la cara 
—Yo también hija. 
Miró a mi mejor amigo que tiene pinta de recién despertado. 
—Buenos días César—el sonríe un poco. 
—Buenos días pequeña. 
Mamá nos mira a ambos con curiosidad. 
—¿Por qué pequeña?—dice mi mamá con los ojos entrecerrados. 
—Pues por qué yo soy un poco alto y ella está chiquita—respondió divertido. 
—Creo que me faltó darle verduras para que creciera—le sigió el juego. La traición. 
—Si, si, no crecí más. 
—Hija siéntate a comer. 
—¿Te dejaron salir del trabajo?—digo por qué recordé que mi mamá se iba 1 mes. 
—Hija es treinta y uno de diciembre, osea, año nuevo. 
—O cierto no me acordaba. 
Mérida la olvidadiza. Recuerden eso. 
—Pasare hoy y mañana, después me volveré a ir y ahora sí será el mes. 
—Entiendo—digo agarrando fruta que mi mamá pico. 
—César, gracias por cuidar a mi hija estos días. Solo le pido que le eches un ojo mientras no estoy. 
—No se preocupe señora, para eso estamos. 
Seguimos comiendo hasta que César se para de la mesa por qué tiene que irse. 
—Me tengo que ir. Ya saben es treinta y uno, tengo que ayudar a mi mamá, solo somos yo y ella pero a mí mamá le gusta festejar. 
—Claro César. 
—Señora feliz año. 
—Feliz año hijo. 
Me paro y lo encamino a la puerta. 
—Pequeña, nos vemos en la noche. 
Frunzo el ceño. 
—¿En la noche?—digo confundida. 
—Si, te parece si nos vemos después de las 12? Mi mamá no dura mucho despierta, me gustaría llevarte a un lugar. 
—Bueno entonces nos vemos en la noche. 
Él me va a llevar a conocer un lugar aww muero de amor. 
—Hija, hija—dice mi mamá más fuerte 
—¿Q-qué, qué paso mamá?—tartamudee. 
—Estás roja y sonríes como chisquiada, eso solo significa que te gusta César. 
—Hay mamá ya vas a empezar, es solo que César me va a llevar a conocer un lugar está noche. 
—Le sirvió que le dijera que no durp mucho despierta—comentó sonriendo. 
—Dijo que su mamá tampoco duraba mucho. 
—Que bueno, que te diviertas. 
Lo dice por el año pasado 
Año pasado 
Acababa de salir de terapia, era mi primera vez que iba,  no quería ir el primer día del año por eso preferí ir el último, eran la una de la tarde y estaba justo en enfrente de mi espejo. 
Pues no estuvo tan mal como pensé,  la psicóloga me cayó bien y no me preguntó ¿Cómo estaba? No me preguntó que era lo que más me gustaba hacer, como yo fui por voluntad propia pues no tenía que hacerme preguntas o decirme cosas para convencerme por qué necesitaba venir. Con los minutos le fui agarrando confianza. Le conté todo. 
Por primera vez no llore solo sentí pena por mi, ella me escuchaba atentamente y tenía el semblante sin hacer ninguna mueca, yo quería ver si ella me hacía cara de que hice mal o esperaba que me dijera que estaba tonta o algo así pero no, ella me escuchaba atentamente y anotaba en su libreta, cuando terminé de decirle me dijo que había tomado la decisión más correcta. 
—¿No me va a decir que estuve mal?—le pregunté sorprendida. Eso era lo que me imaginaba. 
—Yo no te voy a juzgar—dijo—, además tú estás viniendo por tu parte eso quiere decir que tú te diste cuenta si hiciste mal o bien. 
Y con eso me di cuenta que había hecho bien, me sentí tan aliviada y sonreía por qué sentí que una carga menos en mi. 
—¿Cuándo fue la última vez que sonreíste?—me dice de repente. 
—No lo sé, supongo que fue cuando pensé que era feliz y había encontrado al hombre perfecto—respondí. 
—¿Y ahora estás feliz? 
—Me siento bien, siento que al contarle lo que me pasó un peso muy grande se quitó de mí—le conté—. Era algo que me estaba consumiendo y que ya no me dejaba ser feliz 
—Mérida eres alguien muy inteligente y madura, tú misma te das cuenta de tus errores. Mírate apenas vamos empezando y ya sonreíste. Será un año muy duro y doloroso, tu primera tarea será la siguiente: Irás a tu guardaropa y buscarás ropa que usabas antes de que él te lo prohibiera , me dijiste que era distinta a lo que usas o a lo que te obligaba a usar, será algo doloroso. Podrás hacerlo sola o con tu mamá será tu decisión y solo respira y tranquilízate. Después usarás algo que tú quieras, que tú sentías antes que se te veía bien algo con que tú te sientas cómoda. 
Y si estoy enfrente de mi espejo viéndome y de reojo veo la ropa que me voy a poner. 
Decidí hacerlo sola, camino hacia la ropa y me cambio. 
Al llegar al espejo me veo y mis lágrimas salen, la ropa que elegí era algo que me encantaba usar: una falda negra corta con una blusa con cuello de “V”. La falda me queda grande solo un poco, pero se nota la diferencia, y ahí es cuando me doy cuenta que hice mal, no debí dejar que me manipulara. No saben lo bien que me sentía usando esta ropa y ver qué ahora todo me queda grande hace que me sienta fatal. 
Y desde esa vez me prometí que comería bien para volver a sentirme bien. 
Año actual 
Aún recuerdo cuando cuando al limpiarme esas lágrimas salí y le pedí a mi mamá que me llevará a un restaurante tenía tantas ganas de comer rico. Disfrute mucho ese día, mi mamá no paraba de llorar. 
Y ahora estoy en un diferente espejo y traigo la misma ropa y queda mejor de lo que me quedaba antes y me siento muy feliz de todo lo que ha pasado. 
Veo a mi mamá asomarse 
—Hija, lo recordaste, cierto—me preguntó dulcemente. 
—Si mamá, y todo ha cambiado. Soy feliz. 
—Me alegro tanto mi niña. Sabes que hija, hay que salir. 
—¿Enserio?—dije emocionada. 
—Si vamos a comprar cosas para la noche. 
—Entonces vamos—digo emocionada 
Al salir de casa, hacía más frío de lo que estaba acostumbrada. 
Fuimos al súper mercado y compramos carne, globos , confeti -podemos parecer niñas chiquitas pero nosotros así festejamos- y después fuimos a comprar comida y comimos en la plaza. 
Ver a tanta gente de aquí para allá y ver parejas abrazadas dándose besos  por un momento me quise poner triste y recordé a César. 
—Hija—me llamó mamá—. ¿Se te hace guapo César? 
La miré fijamente con extrañeza. 
—Si —dijo dudando— ¿Por qué? 
—No no solo que me quedé pensando. 
La miré fijamente sonriendole un poco, parecía algo pensativa y eso me extrañaba mucho. 
—¿Mamá?—le llamé. 
—Si. 
—¿Qué pasa? 
—Nada—dijo tranquilamente—. ¿Quieres que vayamos a la casa? Me siento cansada. 
Eso es raro. 
—Si vamos. 
Bajamos escaleras eléctricas y no se como volteo y veo a César abrazado a alguien era un chava más alta que yo... 
Sentí como mi corazón se rompió en pedacitos, pero tenía que ser fuerte por qué yo sabía que no le gustaba a César. 
—Hija, César—se quedó callada. 
—¿Lo viste verdad?—digo volteando y sonriéndole. 
—Si .. solo que no sabía si decirte. 
—Mamá yo y César somos amigos—le acaricio el brazo—. No pasa nada. 
Volteo de nuevo y ellos se siguen abrazando y César me ve,  no sé si estuve mal pero yo solo le sonreí por qué tampoco iba a hacer como que no lo vi. 
Y el solo se quedó ahí sin decir nada, después reacciono y se despegó y me volteo por qué no quiero que venga. 
—Hay que irnos mamá, quiero usar el baño—miento. 
—Si hija. 
Ya no quise voltear por qué sabía que iba a llorar, pero yo tenía la culpa por ilusionarme. 
Tomamos un taxi y cuando avanzo vi por el retrovisor a César parado y a la chica que venía corriendo para alcanzarlo. 
Nunca había visto a esa muchacha. Tal vez son amigos. 
—Hija él estaba ahí atrás. 
—Ah, enserio no lo vi—le digo sonriendo 
Mi mamá asiente pero se que no está muy convencida, no me voy a poner triste por qué me siento feliz. 
Empiezo a sonreír y la abrazo. 
—Hijita me vas a sacar canas por bipolar 
—Mamá no estoy bipolar ya te dije que estoy...—dejé la frase a medias y la reformé—. Me siento muy feliz. 
Al llegar a casa nos pusimos a arreglar la casa. Mi mamá dijo que iba a hacer una comida y pues a mi me tocó la sopa. 
Puse algunos globos con confeti y un cartel que decía ¡Feliz año nuevo! 
No saben los feliz y a la vez sentimental que me ponen estás fechas , extraño mucho a mi papá quisiera que estuviéramos todos juntos celebrando, me hubiera gustado que me regañara por qué tuve novio y que me apoyará en todo lo que pase. Que conociera a César aunque sé que le va a caer súper bien y que cuando saliera con alguien César fuera con nosotros. 
Mi mamá me dijo todo eso, dijo que papá iba a hacer todo eso, mi mamá no sabía de César pero cuando se enteró me dijo que mi papá era capaz de mandar que César fuera conmigo a alguna cita. 
Hay papá te extraño pero se que eres feliz y yo acá voy a hacer feliz por ti, por mi mamá. 
—Hija todavía falta para que esté la cena, deberías descansar y después te hablo cuando ya esté, yo iré a arreglarme—me avisó. 
—Si mamá. 
Al acostarme recordé a César. Aquel chico que me encontré en el parque y que ahora es mi mejor amigo. 
No saben cómo me partió en el alma verlo abrazando a otra persona, tal vez sea su novia aunque no creo, tal vez es una chica con la que está saliendo. 
Unas lágrimas salen, nunca había sentido dolor en mi corazón. 
Deje de llorar por qué tenía que ser feliz si él era feliz y mejor me concentre en cerrar los ojos 
Horas después. 
Ya me estoy alistando mi mamá vino hace rato a despertarme y pues aquí estoy delante del espejo. Esta vez es diferente me siento muy bien conmigo misma. Pongo un poco de rímel en mis pestañas y listo. 
Al bajar veo que mi mamá está poniendo la mesa y ella se ve espectacular, ahora entiendo por qué mi papá la amaba, ella trabaja mucho pues no tiene tiempo de arreglarse pero se ve hermosa. 
—Pero que belleza—digo asomándome desde las escaleras. 
—Gracias, pero aquí la hermosa eres tú. Te ves preciosa tenía tantos años que no te veía tan arreglada. 
—Gracias la verdad me dieron ganas de arreglarme. 
La verdad no me iba ha arreglar pero me acordé que iba a salir con César más tarde y él nunca me ha visto así. 
—Si ajá—dice mi mamá con humor—. Pero me alegra que vayas empezando a arreglarte, te ves hermosa hija. Bueno lo eres con o sin maquillaje. 
—Gracias mamá, saque lo guapa de ti, mírate eres bellísima. Deberías encontrar a alguien, una pareja tal vez—digo nerviosa. 
—Si hija, lo pensé pero ya pronto me jubilo, y prefiero estar sola. 
—Bueno te respeto mamá—y ahí murió el tema. 
*** 
La verdad tenía mucho que no bailaba. Varios años sin bailar, antes salía con mis amigas de vez en cuando a una fiesta y no saben lo que me divertía. 
Pusimos música y paré a mi mamá a bailar y fue muy divertido. 
Hace un rato comimos y estuvo delicioso, creo que ahora sí me pase me sentí súper llena pero estaba tan rico que no me importo. 
Ya faltan tan solo un minuto para que termine el año y no saben las ganas que tengo de llorar. 
—Hija prepárate que vamos a contar. 
Gracias a la psicóloga por todo lo que hizo por mi. 
Gracias a mis amigas que siempre me trataron de sacar adelante. 
Gracias a todo lo que me pasó este año. 
Gracias por cada lágrima que derrame. 
Gracias a cada sonrisa que me sacaron. 
Gracias a la vida por dejarme conocer a César. 
Gracias a César por sacarme una sonrisa. 
Gracias a César también por enamorarme como nadie lo había hecho. 
Gracias a mi mamá por siempre estar junto a mi. 
Espero que el año que sigue todo vaya mejor y pueda ser más feliz de lo que ya soy. 
—...5, 4, 3, 2—gritamos mamá y yo. 

—Feliz año nuevooooo—grita mi mamá. 
Yo solo la abracé muy fuerte. 
—Hija termina un año tienes que salir con todo este año, eres fuerte y valiente ya superaste todo. Ahora, te toca ser feliz, y espero que César y tú sean felices por qué se lo merecen. 
La vuelvo a abrazar por que no tiene caso discutir. 
—Mamá gracias por estar conmigo sin ti no hubiera podido hacer nada, por nunca dejarme sola y ni dejar que cayera—. Lágrimas quieren salir de mis ojos—. De verdad gracias, sin ti no sería nada. 
—Nunca te hubiera dejado, eres mi hija y siempre estaré para ti. No tengo la menor duda que vas a hacer una gran mamá y tendrás una gran familia, y no voy a decir nada por qué estamos serías. 
*** 
Ya paso una hora y estoy en el sillón, mi mamá se fue acostar. 
Sé que iba a decir algo de César. 
Miro mi celular impaciente por qué mis manos quieren mandarle un mensaje a César, por un momento mi mente quiere cancelar la salida o él no me va a enviar mensajes de seguro está muy ocupado con ella. 
Tomo agua y unas lágrimas salen y ah, no quiero estar así , el es feliz y por lo tanto yo también 
De repente mi teléfono vibra. 
Es César. 
—Hola pequeña—dijo—. Mi mamá ya se durmió, paso por ti en un rato. 
Dudo si contestar, pero es año nuevo tengo que ser feliz por él. 
—Hola, mi mamá ya se durmió otra vez, aquí te espero. 
Camino de un lado al otro y después voy a mi espejo ..  mi maquillaje está tal y como me lo puse (eso es milagro) antes ni me duraba. 
Voy con mi mamá y ella esta saliendo del baño. 
—Mamá, pensé que estabas durmiendo—le dije. 
—No apenas voy acostarme, ¿ya te vas? 
—Si, César va a venir por mi. 
—Con cuidado y ya no estés triste. 
—¿Triste?—digo sacada de onda. 
—Si, se te nota en la cara hija, tal vez y no era nadie importante. 
—Mamá estoy bien. Él es solo mi amigo—dije no muy convencida. 
—Bueno, no voy a seguir porque sé que no llegaré a nada. Eres muy terca cariño. 
Sonrío. 
—Tienes razón—le concedo. 
Y en eso se escucha el timbre. 
—Bueno me voy. 
La abrazo y ella me da un beso. 
—Vas a hacer feliz. 
—Lo sé, gracias. 
Voy a la puerta y respiro antes de abrirla. 
Al verlo su cara tenía una sonrisa y sus ojos se veían lindos. 
—Feliz año—canturreo. 
—Feliz año pequeña—dice y me abraza. 
Nos abrazamos por un largo momento y después le vuelvo a sonreír. 
—Te ves hermosa—. Siento como mis cachetes se ponen rojos, tenía que ser—. Te ves diferente pero preciosa. 
—Gracias , pues me arregle un poco. Ya tenía tanto que no lo hacía. 
—Igual no necesitas maquillaje siempre te ves hermosa. 
Siento como mis mejillas se ponen más rojas de lo que ya están. 
—Gracias. Tú igual te ves muy guapo—se me escapo. 
¡Guapo! Dije guapo. 
No, más roja no puedo estar 
—Gracias—dice y... OMG 
Sus mejillas se pusieron rojas. ¿César se acaba de sonrojar? 
—Bueno ¿quieres pasar?—dije. 
—Mmm pues es mejor que nos vayamos, tenemos que llegar antes de las dos. 
—¿Y a dónde vamos? 
—Es sorpresa—dice haciéndose el misterioso. 
—Bueno bueno entonces hay que irnos ya—digo toda emocionada 
Lo agarro de la mano y lo halo para salirnos. 
Caminamos y todas las calles estaban vacías. 
Y después, me doy cuenta que vamos agarrados de la mano, sentí como mi corazón empezó a latir muy rápido. 
—Mira que lindo árbol—digo soltándome y caminando a un árbol que decoraron en el parque. 
La verdad fue una excusa me da tanta vergüenza agarrarle la mano y pues no sabía que hacer para soltarme. 
Voy al árbol y agarró unas esferas que tienen el nombre de una familia. 
—Sigamos el camino es largo—me dice. 
Llevamos rato caminando y vamos de subidita, tenía tanto que no caminaba y la verdad ya me estoy cansando. No tengo no idea de a dónde vamos, y más por qué yo no conozco nada de aquí. 
—¿Ya casi llegamos?—digo. 
—Falta poco—respondió— ¿ya te cansaste? 
—No—digo tratando de respirar normal y no agitada—. No tengo ni idea de a dónde vamos. 
El me mira de reojo y sonríe. Esa sonrisa es hermosa. 
—Mentirosa, Ya falta poco así que no te vallas a cansar. 
Seguimos caminando y veo que revisa el reloj varias veces y después se voltea hacia donde estoy. 
—Ya vamos a llegar, ponte esto en los ojos—me dice dándome una tira de tela. 
Intenté ponérmela pero fallé, así que él se coloca atrás de mi para ponérmela. 
Se me pone la piel de gallina cuando siento su respiración muy cerca de mi cuello y me empieza a guiar. 
—Derecho, derecho. 
Me agarró fuerte cuando siento que me puedo caer. 
—Tranquila yo estoy aquí y no te va a pasar nada—susurra en mi oído. 
Eso me da confianza, sigo caminando mientras él me guía poco a poco. 
—Alto, y llegamos—dice. 
El me desabrocha la tira de tela, pero no me la quita. 
—Espero te encante tanto como a mi—dice quitándomela. 
Al ya no tener nada que me cubriera la vista, mi mirada queda enternecida con lo que tengo al frente. 
—Es hermoso—digo emocionada—. Gracias. 
Estamos casi en el cerro donde se ve toda la cuidad toda llena de luces. Nunca había visto algo así. 
Lo abrazo muy fuerte, siento como enrolla sus brazos también y mi corazón empieza a latir muy rápido. En eso se empiezan a escuchar como cohetes.  Al voltear miro al cielo y hay demasiados colores en el y resplandecen en la oscuridad. 
Odio ser tan sensible... nunca había estado tan feliz. 
—Gracias—digo tratando de ocultar mis lágrimas y limpiándomelas. 
Él me voltea y me limpia unas lágrimas que no sentí y sonríe. 
—De nada, es uno de mis lugares favoritos y tú tenías que conocerlo. 
Yo solo lo vuelvo a abrazar y mi impulso hizo que le diera un beso en la mejilla. Por un momento me quedé abrazándolo sin saber que hacer, así que pensé que tenía que disimular. Un beso Mérida no es para tanto, además es de agradecimiento. 
Me separo sonriendo y me volteo a ver las luces. 
—Hace un año me acababa de mudar—empieza a contar—, y pues era año nuevo, no quería dormir. Salí a dar una vuelta y camine hasta aquí sin saber a dónde me llevaría y cuando llegué, me senté y justo a las dos de la madrugada empezaron a verse estas luces, no sabía si iba a salir otra vez, pero no me quedaron mal. 
>>A partir de ahí venía muy seguido cuando no tenía sueño y como no tenía antes una amiga pues me la pasaba aquí saliendo de la escuela. Pero estos días, no había venido y quise que conocieras este hermoso lugar. 
Estaba fascinada con todo lo que estaba diciendo, yo era la primera persona que traía aquí y de una o otra manera me hacía sentir especial. 
—Sabía que ha este lugar tenía que traer a una persona especial y esa persona eres tú. 
Es qué… Me voy a morir. 
—Es tan lindo, gracias por traerme es lo más lindo que he visto. 
—Si es muy tranquilo, aquí vengo cuando tengo que pensar. 
—Entonces lo empezaré a hacer yo—el me sonríe un poco. 
Veo que se sienta 
—No te quedes ahí parada. 
Me siento y me recargo en su hombro y el me abraza por atrás y en eso una electricidad me recorre todo el cuerpo poniéndome la piel de gallina. 
—Nunca te agradecí por lo que hiciste por mí—hace una pausa—. Por acercarte a mi y darme tu número y por no dejar que me cayera y por apoyarme, sé que apenas nos conocemos hace unos días pero han sido los mejores de mi vida y nunca me había llevado tan bien con alguien y tú me entendiste muy bien. 
—No tienes que agradecer tu me apoyaste a mi en una de las situaciones más feas que me han pasado y estuviste conmigo y no me dejaste, conociste a mi mamá y te adora hasta más que a mi—bromeo—. Sé que ella te lo agradece también. Gracias por todo lo que has hecho por mi. 
Después de eso nos quedamos abrazados un buen rato. Claro que después decidimos irnos ya que empezaba a llover y tuvimos que correr para mi casa, antes no morimos por qué estaba de bajadita, al llegar a mi casa la lluvia se quitó como si fuera por arte de magia. 
—No pues si ya dejó de llover—digo 
—Ni la corrida …bueno es mejor que me vaya. 
—Si está bien—acepto—. Gracias por lo de ahorita, nunca nadie me habían enseñado la cuidad. 
—No tienes nada que agradecer, por qué era mi lugar favorito y tú eres mi persona favorita. 
El dijo que yo... yo era su persona favorita. 
Me voy a morir. 
—Tú también eres mi persona favorita. 
Digo abrazándolo. 
—Y ustedes las mías—dice una voz atrás de mi. 
Al voltear veo a mi mamá sonriendo... y ya conozco esa sonrisa. 
—Hola señora. 
—Ya te había dicho que me digas Flor. 
—Si perdón Flor—dice con las mejillas algo rosadas—. Bueno es hora de que me vaya. 
—Me mandas mensaje cuando llegues—le recuerdo—. Y otra vez Gracias. 
—Bueno me voy. 
—César—habla mi mamá—. Gracias por todo lo que has hecho por mi hija y sigues haciendo. 
—No hay nada que agradecer, lo hago de corazón. Bueno ahora sí me voy, adiós—se despide. 
—Adiós—dijimos mi mamá y yo al mismo tiempo. 
Cierro la puerta y quiero sonreír pero no quiero que mi mamá sospeche algo. 
—¿Así que te llevo a ver toda la cuidad? 
—Si, no sabía a dónde me llevaba y la verdad estuvo muy bonito. 
—Eres su persona favorita, eso me suena a qué … 
—Mamá... 
—Yo se que nunca voy a dejar de decir eso hasta que se cumpla, y tú no lo vas a aceptar, así que mejor, dejémoslo así. 
—Tienes razón soy muy terca. 
—Bueno es hora de descansar … vamos. 
Caminamos y voy a mi cuarto pero no me acuesto. 
En eso me llega el mensaje de César. 
Mejoro: Ya llegué pequeña, gracias por qué no creí que te gustaría. 
Yo: Gracias a ti por enseñármelo … Descansa. 
Mejoro: Tú igual pequeña. 
Dejo mi celular y voy al cuarto de mi mamá. 
—¿Puedo pasar? 
—Si hija, qué pasó. 
—¿Puedo dormir contigo?—pregunto con pena. 
—Claro mi pequeñita—me dice. 
Ya me acostumbre a dormir con César y hoy mi mamá está aquí y quiero dormir con ella. 
Me acuesto y la abrazo. 
—Sigues siendo mi pequeñita. 
—Lo sigo siendo mamá … aunque cada vez me doy cuenta que estoy creciendo. 
—Si, estoy muy orgullosa de ti. 
—Y yo de ti mamá. 
La abrazo y dejo que me acaricie el brazo hasta que me duermo. 

 




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