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Capítulo X: La verdad y los sentimientos
César caminaba con paso apresurado hacia la plaza comercial. Su corazón latía con fuerza, no solo por la tensión del momento, sino porque, por fin, iba a confesar sus sentimientos a Mérida. Estaba decidido a aclarar todo.
—Hola, Sandra.
—Hola, César. ¿Por qué querías verme antes?
—Necesito decirte algo importante.
—¿Qué pasa?
César respiró hondo antes de hablar.
—Mérida no se fue porque se sintiera mal…
Sandra frunció el ceño.
—¿Entonces?
—Camila le dijo que tú estabas molesta porque, según ella, yo te gustaba y te molestaba que pasara tanto tiempo con Mérida.
Sandra abrió los ojos con sorpresa.
—¡Eso es mentira!
—Lo sé, pero Mérida lo creyó.
Sandra suspiró, tratando de asimilar la situación.
—Y también… —César vaciló por un momento—. No puedo corresponderte, Sandra.
Sandra lo miró con una leve sonrisa, como si ya lo supiera.
—Porque te enamoraste de Mérida… ¿cierto?
César la observó sorprendido.
—¿Cómo lo supiste?
Sandra soltó una pequeña risa.
—Porque era obvio.
—¿Obvio?
—Sí. Solo prométeme que no le harás daño.
—Jamás —respondió él con seguridad.
Sandra tomó aire y continuó:
—Mérida me convenció de salir contigo… pero la verdad es que nunca quise hacerlo por dos razones.
—¿Cuáles?
—La primera es que… no me llamabas la atención de esa manera.
César asintió, asimilando sus palabras.
—¿Y la segunda?
Sandra lo miró fijamente.
—Porque antes de conocerte, Mérida ya me había hablado de ti. Y… le gustas.
César sintió cómo su corazón dio un vuelco.
—¿Qué?
—Sí, a Mérida le gustas. Pero como siempre ha querido tu felicidad, pensó que si estar conmigo te hacía feliz, ella estaría dispuesta a apartarse.
Una sonrisa apareció en el rostro de César.
—¿Es en serio?
—Sí. Te diría que no le digas nada, pero como tú también la quieres… ve y díselo.
—Eso haré.
Pero antes de que César pudiera moverse, Sandra se quedó mirando a lo lejos y frunció el ceño.
—Mérida… está ahí.
César giró la cabeza y sintió un nudo en el estómago al verla. No estaba sola. Jordy la abrazaba y le daba besos en la mejilla.
—¿Qué demonios…? —murmuró, sintiendo una punzada de celos.
—Vamos —dijo Sandra—. Pero antes, déjame llamarle a Camila para aclarar este problema de una vez por todas.
César asintió, intentando controlar su enojo.
Minutos después...
Bajaron corriendo y se detuvieron frente a Mérida y Jordy.
—¡Mérida! —exclamó Sandra.
Mérida levantó la vista y su expresión mostró sorpresa.
—¿Sandra? ¿Qué haces aquí?
César miró con desagrado cómo Jordy la tomaba de la cintura.
—¿Qué está pasando? —logró preguntar, aunque sentía un nudo en la garganta.
Mérida apartó la mirada.
—Jordy regresó y tenía que verlo… lo extrañaba.
—¿Tanto lo extrañabas? —preguntó César con una punzada de resentimiento.
Jordy sonrió con arrogancia.
—Mérida me dijo que ahora me veo más guapo, ¿verdad, amor?
César sintió cómo su enojo aumentaba. No sabía si Jordy estaba inventando eso, pero tenía unas ganas enormes de golpearlo.
—Hola, amiga —dijo Jordy, saludando a Sandra.
Sandra rodó los ojos.
—Nos vimos hace rato…
—Pero igual te extrañé.
César vio cómo Mérida intentaba acercarse a él, pero Camila la tomó del brazo, deteniéndola.
—Hola, Mérida —saludó Camila con una sonrisa falsa.
—Hola… —respondió Mérida en seco.
Jordy la jaló nuevamente y César sintió que explotaría en cualquier momento. Sandra, notando su tensión, decidió intervenir.
—Jordy, ven un momento. Camila, tú también.
—¿Para qué? —preguntó Jordy con desconfianza.
—Tenemos que aclarar algunas cosas.
Ambos se alejaron con Sandra, pero Camila regresó después de un momento.
—Solo no te acerques demasiado a mi nuevo mejor amigo —le dijo a César con una sonrisa burlona.
César frunció el ceño.
—¿De qué hablas?
Mérida suspiró y lo miró.
—¿No vas a abrazarme?
—Estoy esperando a ver quién más nos interrumpe… —dijo él con una sonrisa irónica.
Mérida soltó una risa.
—Te extrañé, mejor amigo.
César abrió los brazos.
—Ven aquí.
Ella se lanzó a sus brazos, y en ese momento, César sintió paz. La abrazó con fuerza, sintiendo su corazón acelerarse.
—Yo también te extrañé mucho…
Pero su momento fue interrumpido por la voz de Jordy.
—Mérida, ¿por qué lo abrazas?
Mérida se apartó un poco y le sonrió.
—Porque lo extrañé.
Jordy chasqueó la lengua.
—¿Y a mí no me extrañaste?
—Sí…
Antes de que César pudiera reaccionar, Jordy la abrazó con fuerza y le dio un beso en los labios.
Fue demasiado.
César sintió que su límite había llegado. Lo iba a golpear.
—¿No que solo eran amigos? —dijo con enojo.
—Solo somos amigos… —respondió Mérida.
César apretó los puños, sintiendo una furia que nunca antes había experimentado. Sandra intentó calmarlo, pero él apenas podía contenerse.
—Bueno, ahora sí —interrumpió Sandra, mirando a Camila—. Camila, ve al grano y dime por qué le dijiste eso a Mérida.
Camila bajó la mirada.
—Yo… solo quería que fueras feliz, César. Pero cada vez que veía a Mérida contigo, parecían novios.
César la miró con dureza.
—Camila, debiste haber confiado en mí.
Camila suspiró y miró a Mérida.
—Perdón, en serio. Perdón a todos… pero sobre todo a ti, Mérida. No soportaba la idea de que fueras la mejor amiga de quien salía con mi amiga… no podía soportarlo.
Mérida la observó en silencio por un momento.
—Debiste confiar en mí.
Editado: 01.04.2025