Enamorada De Mi Mejor Amigo (nueva Edición)

Capitulo 26

Capítulo: La verdad entre nosotros

La tarde ya comenzaba a perder luz, la ciudad estaba tranquila. Estábamos sentados en la cafetería habitual, el ambiente acogedor pero sin pretensiones. El ruido de las conversaciones lejanas y el suave sonido de la máquina de café de fondo daban una sensación de normalidad, que contrastaba con lo que estaba pasando entre nosotros.

Merida me miraba, claramente esperando que dijera algo. Yo también la observaba, buscando las palabras adecuadas para lo que ya sabíamos, pero no habíamos dicho en voz alta. Todo lo que había estado flotando en el aire, lo que se había acumulado entre nosotros durante meses, estaba a punto de ser hablado, no como un gran evento, sino como algo que ya no podíamos ignorar más.

Las tazas frente a nosotros parecían más importantes que nunca, tal vez porque no sabíamos bien por dónde empezar. Ella había estado en silencio todo el tiempo, probablemente esperando que yo tomara la iniciativa, como tantas otras veces, pero esta vez era diferente.

—Merida, hay algo que tengo que decirte —comencé, dejando que la frase flotara en el aire, aunque ya sabía que no había vuelta atrás. Ella levantó una ceja, expectante, sin interrumpirme.

—¿Sobre qué? —preguntó, un tono ligero, pero con algo más detrás de sus palabras. No podía decir si estaba nerviosa o solo fingiendo que no lo estaba.

—Lo que me dijo Sandra... —respondí, y su expresión cambió ligeramente. Sabía a qué me refería, sin necesidad de entrar en más detalles. Después de todo, todos habíamos estado evitando el mismo tema.

Ella se quedó en silencio por un momento, procesando lo que acababa de decir. Miró hacia abajo, como si esperara que yo continuara. Sabía que este era el punto en el que las palabras podían volverse incómodas, pero ya no me importaba.

—Te gustaba... —dije con tranquilidad, aunque las palabras pesaban más de lo que había anticipado. No estaba buscando una reacción exagerada, solo estaba siendo honesto. Merida dejó escapar un suspiro, pero no dijo nada. Solo me miraba.

—Sí, ya lo sé. —Su respuesta fue sencilla, casi demasiado tranquila. Era obvio que esperaba que llegáramos a este punto, pero no por ello dejaba de ser importante. —¿Y tú qué piensas de eso?

La pregunta flotó en el aire entre nosotros, y por un momento, me encontré sin palabras. No era la respuesta que esperaba, pero de alguna manera, me sorprendió lo fácil que fue para ella aceptar lo que yo acababa de decir. Supongo que ambos sabíamos que ya no podíamos seguir ignorando lo que estaba ocurriendo entre nosotros.

—La verdad... —dije, sintiendo que ya no había forma de retroceder. Merida seguía observándome, sin prisas, esperando que continuara. —La verdad es que yo también siento lo mismo. Hace tiempo que lo siento, pero no lo quería admitir. No quería arruinar lo que tenemos.

No había emoción dramática en mi voz. Tampoco lo esperaba en ella. Simplemente estábamos siendo honestos, algo que habíamos evitado durante mucho tiempo. Habíamos jugado al juego de la indiferencia, al juego de las palabras no dichas, pero ya no tenía sentido seguir en esa farsa.

Merida me miró unos segundos más, como evaluando si mis palabras eran de verdad o solo una respuesta automática. Pero no dijo nada al principio, simplemente asintió con la cabeza, como si comprendiera exactamente lo que yo estaba tratando de decir.

—¿Por qué no lo dijimos antes? —pregunté, más por curiosidad que por necesidad de respuesta. Ya sabía que la respuesta no cambiaría lo que había sucedido, pero sentía que debía preguntar.

Ella se encogió de hombros ligeramente, como si no hubiera una respuesta clara. No había necesidad de explicaciones largas. Todos esos meses de dudas, de evitar el tema, habían sido parte del proceso.

—Supongo que porque ambos teníamos miedo. —Su voz era calmada, pero las palabras tenían peso. —Miedo de que esto cambiara todo, de que tal vez no fuera lo que pensamos. O simplemente no queríamos arriesgarnos.

Asentí, entendiendo completamente lo que quería decir. El miedo había sido lo que nos había frenado. Pero ya no era relevante. Ahora sabíamos lo que sentíamos. No necesitábamos que nada más fuera perfecto, solo que ambos estuviera dispuestos a dar el paso.

—Así que... ¿ahora qué? —preguntó, mirando la taza de café frente a ella, aunque no parecía estar interesada en ella en lo más mínimo. Su voz no sonaba ansiosa, solo expectante. No había tensiones en el aire, solo un vacío que necesitaba ser llenado por lo que estábamos decidiendo en ese momento.

Me tomé un momento para pensar en mi respuesta. Podría haber dicho algo romántico, algo elaborado, pero no era necesario. Lo único que tenía claro era que estábamos aquí, en este punto, y que no había vuelta atrás. Así que, en vez de complicar las cosas, respondí de manera sencilla, sin rodeos.

—Lo que quieras. No tenemos que hacer nada a la fuerza. —Hice una pausa, mirando cómo su expresión cambiaba, pero no de una forma dramática. Simplemente lo entendió. —Solo sigamos siendo nosotros, sin complicaciones.

El silencio que siguió no fue incómodo. Estábamos diciendo lo que necesitábamos decir, pero también estábamos dejando que el momento fluya. No necesitábamos hacer promesas grandes ni hablar de lo que el futuro nos depararía. Lo que había entre nosotros, lo que sentíamos, era lo suficientemente claro.

Merida levantó la mirada y me sonrió, no de una forma exagerada, sino con una sonrisa que decía todo lo que no hacía falta verbalizar. Un gesto que lo resumía todo: no había más dudas, no había más miedo.

—De acuerdo. —Sus palabras fueron simples, pero llenas de significado. —Empecemos desde aquí. No hay necesidad de hacer más.

Nos quedamos un rato en silencio, como si la conversación hubiera sido suficiente para que todo quedara claro. Ya no había más dudas, no había más cosas sin decir. Todo lo que necesitábamos decir lo habíamos dicho.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.