Enamorada De Mi Profesor

Inesperado

Un fuerte golpe en mi espalda me hizo caer al suelo, la cabeza me daba vueltas, en cualquier momento me desmayaría. No tenía idea donde me encontraba pero estaba atada de las muñecas y tobillos; y con una prenda en los ojos que me hacía imposible ver cualquier cosa.

-¡Levántate zorra!- Esa voz, por más que intentaba no podía reconocerla pero estaba segura que anteriormente la había escuchado -¿Qué no me escuchaste?-

Mi cuerpo no reaccionaba a las órdenes de levantarme, no podía comprender lo que pasaba. 
El dueño de la voz me jaló bruscamente del brazo obligándome a levantarme.

-¿Qué es lo que quieres?- Grité con coraje.

-Aún no puedes saberlo preciosa- Pasó su mano por mi mejilla sentí un escalofrío recorriendo mi columna vertebral. Estaba realmente aterrada aunque intentaba no mostrarlo, no quería sentirme vulnerable, pero ¡Dios mío!, era imposible -Si haces lo que te ordeno, te prometo que no sufrirás-

Como si fuera a creerle.
Un dolor punzante invadió mi cabeza y no supe más de mí.

...

Poco a poco fui recuperando la consciencia, el silencio reinaba en la habitación o donde quiera que sea que me encontraba. Traté inutilmente de liberar mis muñecas.
Me senté con torpeza y volví a escuchar la voz.

-Por fin despiertas bella durmiente, ¿quieres comer?- Dijo acercándose a mí, no respondí, no sabía cuánto tiempo había pasado desde la última vez que probé alimento pero no tenía hambre, sólo me sentía débil y adolorida -¿Por qué no me respondes preciosa?-

Nuevamente me quedé callada, no comprendía nada, ¿por qué este tipo me tiene aquí? ¿Qué quiere de mí?.

-Estoy siendo amable contigo ¿sabes? No te conviene hacerme enojar, no te imaginas de lo que soy capaz con tal de conseguir lo que quiero- Esta vez habló demasiado cerca de mi oído y todo mi cuerpo se estremeció -Vas a comer, no quiero que te mueras de hambre, espero que te guste lo que te traje-

-No puedo comer con las manos atadas- Dije esperando que me desamarrara, la cuerda comenzaba a picarme.

-¿Crees que soy tan estúpido como para soltarte? No me hagas reír Pamela, yo te daré en la boca- Escuché que tomaba algo con una cuchara, la acercó a mi boca, aparté mi rostró como reflejo pero él me tomó del cabello y me jaló haciendo que me girara  -Come-

Hice lo que me pedía, la "comida" no tenía sabor, estuve a punto de escupirla pero no quise arriesgarme a recibir algún golpe.

-¿Por qué me tienes aquí?- Pregunté con voz jadeante.

-Ya te lo dije, aún no puedes saberlo, pero te aseguro que te la pasarás muy bien aquí, conmigo, preciosa- Me tomó del mentón y sentí su aliento sobre mi rostro -Me gustas mucho ¿sabes?, si no fue porque eres hermosa ya te hubiera desfigurado esa bella carita con mis puños-

-No te tengo miedo, golpéame si quieres, pero dime por qué me tienes aquí-

La única opción que se me ocurre en este momento es que mi padre es dueño de algunas de las empresas más importantes del país, quizá me tienen aquí para sacarle dinero, pero no tiene sentido, si fuera cuestión de dinero mi padre estaría dispuesto a darlo todo por mí, o eso creo.

-El miedo se te nota en cada poro de la piel- Era verdad, estaba aterrada -Te conozco muy bien-

-No me conoces-

-Yo sé más de ti de lo que te imaginas- Dijo burlándose.

En mis 20 años jamás me había sentido así, la desesperación y el miedo que sentía me volverían loca tarde o temprano, ni siquiera me preocupaba por idear un plan de escape pues no sabía siquiera donde estaba; en una casa dentro de la ciudad, en una bodega a las afueras, ni siquiera tenía idea si estaba dentro del estado o del país.
¿Qué estarán haciendo en este momento mis papás y Nicolás? ¿Estarán buscándome? Estoy segura que estarán desesperados, ¿y Manuel? ¿y mis amigos?.

¡Dios mío! Nunca me imaginé estar en esta situación.

De pronto escuché que una puerta se abrió, alguien entró en la habitación, supongo que le hizo alguna señal a mi secuestrador ya que no escuché que dijera nada.

-Vuelvo en un minuto preciosa, no vayas a ningún lado- Dijo nuevamente burlándose.

Rápidamente me levanté como pude, trataría de buscar a ciegas alguna salida o algo con qué desatarme las cuerdas. Di un pequeño saltito y caí al suelo de rodillas, maldije internamente. Las lágrimas comenzaron a salir, era obvio que no aguantaría más sin llorar; ¡Basta Pamela! No llores, recuerda que eres fuerte, tienes que ser fuerte. Entonces se me ocurrió intentar desamarrar la cuerda que ataba mis tobillos con la poca movilidad que tenía en las manos. Llevé mis manos hasta mis tobillos. ¿Por qué no se me ocurrió antes? Aunque me llevó unos minutos logré desatarme los pies; creo que mi secuestrador no es muy profesional.

Intenté quitarme la tela que cubría mis ojos con los pies, mi flexibilidad era casi nula, sin embargo lo estaba haciendo bien.

-¿Qué crees que estás haciendo?- Gritó desde la entrada, supongo. No puede ser, estaba a punto de lograrlo. Definitivamente no era mi día, de hecho era el peor día de mi vida -¿Cómo lograste zafarte?-

En su voz distinguí un poco de asombro.

-Es que eres estúpido y yo soy lista- Dije sin pensar, lo que vino después definitivamente no me lo esperaba.
El tipo se aproximó rápidamente a mí y me proporcionó una cachetada, mi mejilla ardía y la rabia comenzaba a apoderarse de mi cuerpo.

-Cállate zorra, pensaba tener consideraciones contigo, pero he decidido que no será así- Me tomó del brazo y me arrastró hasta un pilar al que me amarró de espaldas, ahora si definitivamente no podría escapar -A partir de este momento no te dejaré sola ni un segundo-

-¿Cuánto dinero quieres?- pregunté levantando la cabeza.

-¿Piensas que se trata de dinero?- Soltó una risa que me heló la sangre -¿Por qué todos los ricos son así? Piensan que todo se soluciona con dinero, entérate niña, que el dinero no lo es todo en la vida-

-Si no es dinero, ¿qué es lo que quieres?- Espeté enojada al darme cuenta que el secuestro no tenía relación con lo que yo pensaba.



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En el texto hay: romance, secretos, misterio

Editado: 13.09.2021

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