Enamorada De Mi Profesor

Desequilibrio

-Pam, soy Nicolás, voy a pasar- Observé la hora en mi reloj, ya eran más de las diez de la noche, había dormido casi doce horas.

-Pasa- Me levanté de la cama y estiré mis músculos, el cuerpo entero me dolía.

-Hermanita- Caminó a gran velocidad hasta llegar frente a mí, sin pensarlo lo abracé fuertemente -Perdón por venir hasta hoy, tu llegada fue inesperada, compré el primer vuelo hasta acá en cuanto me enteré que volvías- Sin soltarlo me separé un poco de él para observarlo, estaba un poco más delgado de lo que recordaba, su rostro se veía ligeramente pálido pero a pesar de eso seguía siendo muy guapo.

-No te preocupes Nico, lo importante es que al fin volvemos a estar todos juntos- Lo había extrañado tanto -¿Cómo has estado? Estás muy delgado ¿Te enfermaste?-

-No estuve enfermo Pam, sólo muy triste porque mi pequeña hermana estaba a miles de kilómetros de mí y mis papás la pasaban muy mal- Verdaderamente todos estaban sufriendo bastante, por mi culpa.

-Lamento causarles tantos problemas- Me separé de él y me senté en la cama pues comenzaba a sentirme muy débil.

-¿Qué dices? Nada de esto es tu culpa, ninguno de nosotros es culpable de nada. No quiero que vuelvas a decir esas cosas Pam- Nicolás se sentó a mi lado y me acarició la cabeza -Estoy aquí para que juntos recuperemos la alegría que perdimos el día que te alejaron de nosotros-

-¿Podrías darme un poco de agua? Me siento algo mareada- Mi cabeza dolía horriblemente, un sabor amargo invadió mi boca, sentía mi cuerpo empapado en sudor y mi vista comenzó a nublarse.

-¿Estás bien? Te ves muy pálida, te llevaré al médico- Su voz sonó muy preocupada, mi aspecto debía ser aterrador. Sentí náuseas y poco a poco perdí mi fuerza muscular -¡Papá, mamá, vengan!- Escuchaba la voz de Nicolás, parecía bastante lejana, luego de eso ya no recuerdo nada.

Abrí lentamente los ojos, sentí un dolor intenso en mi cabeza. Miré a mi alrededor y deduje que me encontraba en un hospital.

No había nadie en la habitación, me encontraba conectada a un monitor de signos vitales y en mi mano podía ver la venoclisis. Mi cuerpo seguía sintiéndose muy débil. No sabía cuánto tiempo había pasado desde mi última comida o desde el último trago de agua que tomé.

Poco a poco fui recordando lo que había pasado antes de perder el conocimiento.
El paso del tiempo me parecía muy lento, mis ojos comenzaban a cerrarse, era increíble que después de pasar quién sabe cuántas horas inconsciente aún pudiera sentir sueño. Justo antes de entregarme al sueño, alguien entró en la habitación.

-¿Qué haces aquí?- Mi voz a penas pudo escucharse.

-¿No estás feliz de verme, preciosa?- Fue lo último que escuché, pues nuevamente me quedé profundamente dormida.

-¿Aún no despierta?- Una voz desconocida me despertó. Pero mis ojos aún no podían responder a las órdenes de mi cerebro.

-Aún no- Ése era Nico.

-Cuando lo haga avísenme por favor, debo revisarla y hablar con ella- Supuse que hablaban de mí.

-Lo haré, gracias- Respondió Nicolás. Oí la puerta cerrarse.

-Estoy despierta- Dije forzando a mi débil cuerpo a despertar completamente -¿Qué me ha pasado?-

Cuando mis ojos se acostumbraron a la luz pude ver que en el lugar se encontraba también Ruslan, sinceramente me alegraba bastante volver a verlo.

-¡Hey! Dormilona, al parecer estabas tan desnutrida y deshidratada que no podías mantenerte despierta mucho tiempo- Se levantó del sillón en el que se encontraba sentado y caminó hasta mí, se acercó demasiado a mi cara lo que me puso un poco nerviosa a pesar de que ya estaba bastante acostumbrada a su falta de respeto por mi espacio personal.

-Estaba preocupado por ti, preciosa, así que vine hasta acá para ver cómo estabas- Ni siquiera le importó que mi hermano estuviera presente.

-¿Podrías al menos fingir que me respetas?- Dije en voz baja.

-¿Qué pasa, preciosa? ¿Te incomodé?- Dijo sonriendo y con tono de burla bastante alto como para que todos a unos diez metros de distancia lo escucharan.


 


-Disculpen, sigo aquí- Dijo mi hermano un poco molesto. Ruslan lo había logrado.

-Nico, ya conociste a Ruslan- Dije incómoda, su expresión era de irritabilidad. No sabía qué decir, mi hermano era así, bastante sobreprotector y por supuesto Ruslan un tonto al que le encantaba molestar a las personas.

-Debo llamar al médico. Necesita verte, no intentes levantarte de la cama- Genial. Acabábamos de recuperarnos y ya estaba molesto conmigo, todo gracias a las insinuaciones de Ruslan.

-¡Hey! ¿Puedes dejar de molestarme al menos cuando estoy hospitalizada?- Se alejó de la cama y volvió a sentarse, su expresión dejó de ser alegre. Sabía que en el fondo aún estaba sufriendo la muerte de Derek.

-Sólo bromeaba- Dijo serio.

-¿Cómo estás? Creí que regresarías a Rusia- Traté de sentarme pero al hacerlo me sentí mareada, así que me quedé recostada.

-No puedo dejarte así nada más. Aún hay muchas cosas que debemos arreglar contigo y tu familia. Así que hasta que eso pase, estaré junto a ti día y noche. Seré tu sombra, si sales con tu tonto novio estaré ahí- Pensé en Manuel y en lo increíble que sería salir nuevamente con él.



#4885 en Novela romántica
#1335 en Chick lit

En el texto hay: romance, secretos, misterio

Editado: 13.09.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.