Enamorada de tu oscuridad | Saga: Descendientes

CHP 4

Daiki

—Ayúdennos por favor… —Zayn se acerca y lo ayuda a levantar mientras mi papa ayuda a levantar a la señora que supongo es la esposa del tal Christopher.

—¿Christopher que haces aquí? ¿Qué ha sucedido? –Pregunta Zayn, la chica se queda al lado de la señora.

—Use la esfera de transportación que me diste, llevo años tratando de escapar de esto y por fin lo he logrado –Dice mientras mira el suelo.

—¿De qué hablas? –Pregunta mi tío preocupado.

—Ha vuelto…

—¿Quién ha vuelto?

—¡Jandikal! –Grita y todos se quedan callados, mama empieza a temblar y papa se enfurece. –Me ha estado atormentando todos estos años para que acabe con ustedes.

¿Jandikal? ¿Quién es ese?

—¿Zayn que está pasando? –Pregunta el abuelo Juanjo con un semblante preocupado.

—Luego te explico papa.

—¡¿Alguien me puede decir que mierda está pasando?! –Grita la chica que me cayó encima –¡Esta mañana estaba más que feliz disfrutando de mis merecidas vacaciones y luego me dicen que tengo que viajar a Japón para descubrir que hay un puto monstruo persiguiendo a mi familia!

Se desato la fiera.

—Alice necesito que te tranquilices –Dice Zayn –Sé que todo esto es nuevo para ti y que debes de tener miles de preguntas rondando por tu cabeza, resolveré cada una de tus dudas, pero cálmate.

La chica asintió con la cabeza y no hablo más. Entramos todos al templo, el resto nos sentamos alrededor de los recién llegados.

—Jandikal, es un demonio que me ataco hace veinte años, venia en busca del medallón Izanagi, el medallón es un objeto que te permite crear lo que sea sin límite alguno e incluso otorgar la inmortalidad, el medallón perteneció al Dios Izanagi que lo paso a su hija y así fue de generación en generación hasta llegar a mí. –Dice mi madre – Jandikal intento apoderarse de ese poder, pero Evan se lo impidió, al principio pensábamos que estaba muerto pero un tiempo después nos dijeron que seguía con vida, pero él nunca regreso.

—Espere un segundo ¿Usted destruyo a esa cosa? –Pregunta la chica a mi padre y el asiente –¿Pero ¿cómo?

¿Acaso esta niña no sabe la verdad?

—¿No le has dicho aun? –Pregunta Zayn y Christopher niega mientras agacha la cabeza.

—¿Decirme qué? —Intercala su mirada entre Zayn y Christopher.

—Alice todos nosotros somos seres sobrenaturales –Dice el tío Devon con su tono frio de siempre.

—¿Qué? —Abre la boca mirándolo fijamente.

—Así como oyes, todas las historias que te contaba tu padre de pequeña no eran una simple mentira, todo es cierto. –Dice la que supongo es su madre.

Yo no opine nada mientras hablaban, solo me limite a escanear a la chica, contextura delgada, pelo avellano hasta la cintura, ojos ámbar fulminantes, pecas en la nariz, al parecer también en los brazos, aparentemente con un tornillo por fuera.

Dejo de escuchar. No sé en qué momento lo hago, pero las voces de los demás desaparecen como si alguien hubiera sumergido mi cabeza bajo el agua. Todo suena lejano, hueco, distorsionado.

Un hilo, delgado como un cabello, suspendido en el aire pasa frente a mí. Vibra suavemente, como si el viento jugara con él, aunque no hay brisa alguna. Lo sigo con la mirada, incapaz de apartar los ojos.

Cada fibra de mi ser se concentra en ese detalle mínimo, en ese destello casi invisible que para mí brilla como fuego en la oscuridad.

Y no se queda solo.

Otro hilo aparece, cruzando el primero. Luego otro, y otro más. En cuestión de segundos, el aire se llena de ellos: rojos, dorados, plateados, negros. Fluyen, se estiran, se cruzan como si fuesen ríos de luz y sombra en un océano invisible.

Los reconozco de inmediato.

Los hilos de la vida.

He convivido con ellos desde que desperté mi naturaleza como shinigami. Para mí son tan naturales como el cielo o el agua, siempre presentes, siempre firmes, un recordatorio de que todo tiene un destino trazado. Y sin embargo… algo está mal. Muy mal.

Los hilos siempre se mueven con un ritmo constante, un latido silencioso que jamás falla.

Hoy no.

Hoy los veo retorcerse. Crujen, se doblan, se rompen.

Algunos se tensan hasta quebrarse con un chasquido que solo yo puedo oír. Otros se enredan entre sí, formando nudos imposibles de desatar. Vibra la red entera como si estuviera bajo el ataque de un depredador invisible.

Trago saliva, mi cuerpo se estremece.
Esto… esto no debería estar ocurriendo.

No tengo el poder de crear sombras, no manejo armas hechas de oscuridad como otros shinigami. Nunca he sentido en mí esa fuerza destructora que enorgullece a los demás. Pero lo que tengo es distinto. Mis sentidos. Mi mirada. Mis ojos son mi única y mayor virtud.

Y ahora están viendo el fin del equilibrio.

Los hilos no obedecen, no siguen sus cauces. Es como si todo el orden del mundo se desmoronara frente a mí.

¿Qué es lo que está pasando?

—Yo no entiendo mucho d… —De repente se interrumpe, pero de repente el suelo empezó a temblar tan fuerte que las columnas del templo se empezaron a agrietar. –¡¿Que está pasando?!

—¡Salgan todos! –Grito Phoebe, todos salimos del templo mientras papa, Jin y el abuelo mantenían las columnas de pie. Un minuto después el temblor se detuvo y papa restauro los pilares.

—¿Que fue eso? –Pregunto Jean.

—Algo está mal… —Dice Wolf –Daiki tú también lo ves ¿cierto?

Aunque me gustaría decir que no, la verdad no se puede ocultar…

—¿De que hablan? –Pregunta mama.

—Los hilos de la vida… —Dice Wolf.

—Se están desmoronando uno a uno…—Susurro.

—¡¿Qué?! –Gritan los demás.

—¡Vaya, vaya! Pensé que no se iban a dar cuenta, pero obvio era de esperarse del rey del inframundo –Una voz interrumpe, todos miramos hacia arriba y vemos a una mujer levitando a unos metros de nosotros, tiene el pelo negro le llega por la rodilla y tiene una túnica morada ajustada al cuerpo.




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