A las 4 de la tarde, Ryan recibió una llamada.
—Hey, ¿Me vienes a buscar?—esa pregunta lo hizo sonreír.
—Seguro, —respondió.— estás en el café, ¿Verdad?
—Sí, si quieres vamos al cine. No tengo más nada que hacer.
—Yo tampoco así que… —pensó unos segundos.— sí, vamos.—sonrió.
—Te amo.
—Yo también te amo, Rose.—colgó.
¡Cómo amaba a esa chica! ¡Cómo amaba recordar el día en que se conocieron! Ese día, el 18 de octubre del 2008, su vida cambió. La oscuridad había predominado pero esa chica fue su luz, la salida del infierno en el que vivía, la entrada al paraíso. A lo mejor exageraba pero era lo que él sentía en aquel momento.
Sentía que era observado, bueno, estaba en una de las pruebas más importantes en su vida y cualquiera querría copiarse para poder entrar en la universidad.
—¿Me puedes prestar el borrador? –se volteó y se encontró con unos ojos azules. Ryan sonrió y le pasó lo que ella pidió.— Gracias.—murmuró antes de voltearse.
Ojos azules, pelo naranja oscuro… Solo le faltaba tener pecas y sería más hermosa de lo que ya es. Volvió a sentir que lo observaban. Miró por el rabillo del ojo y era ella: Esa chica lo observaba. Ryan fingió que iba a voltearse y notó como ella se sonrojaba y cuando bajaba su mirada rápidamente. Sonrió para sí mismo.
Sonó la alarma y todos se pararon a entregar. Ryan salió primero antes que ella y la esperó en la puerta.
—Vamos…—murmuró algo impaciente.
Pero ella no salió… o a lo mejor sí salió y él no se dio cuenta pero eso no podía ser posible porque ella era la única chica con el pelo naranja que había en el aula. Ryan iba a entrar cuando de repente chocó con alguien.
—Lo siento.—dijeron a la vez mientras se sobaban la cabeza. Ryan subió la cabeza y volvió a encontrar aquellos ojos azules.
—Hey.—sonrió y ella se sonrojó un poco.
—Ten.—de su bolso sacó un borrador y se lo entregó.
—Gracias.
Se quedaron en silencio algunos minutos y luego notaron que aún seguían dentro del salón. Ryan le hizo una señal para que salieran de ahí y ella solo asintió.
—Y… ¿Cómo te llamas?—le preguntó la chica mientras caminaban por los pasillos para dirigirse a cualquier lugar.
—Ryan, —respondió y la miró.— Ryan Gillian, ¿Y tú?
—Rose, —ella lo miró y se encontró con los ojos color miel del chico.— Rose Knightley.—sonrió y creo que él quedó convencido de que ella era la chica más linda que había conocido. En ese momento sonó un celular.
—Un segundo. –dijo Rose. Sacó su teléfono y vio la pantalla, volvió a guardarlo.— No era nadie. –Sonrió.
— Lindos ojos, por cierto.—Ryan se sonrojó ligeramente.
—Gracias, igual.—ahora los dos estaban sonrojados.
—¿Quieres ir a comer algo?—se preguntaron a la misma vez y rieron.
—Está bien.—respondió Rose y siguieron caminando.
Cuando llegaron a un café, comenzaron hablar y a conocerse más y se hicieron amigos.
Al tiempo, Ryan se dio cuenta de que se había enamorado de ella.
El sonido de su celular lo sacó de su recuerdo. Vio la pantalla, sonrió y contestó:
—Hey, ¿Todo bien?—le preguntó.
—Sí, estoy en casa de William. –Respondió.— Él se apareció en el café y como vio que ya me iba, se ofreció a llevarme para allá. Está buscando algo y luego me lleva.
—Ah, está bien, no hay problemas. –Sonrió.— Menos mal que avisaste, ya iba a salir para allá.—ambos rieron y Ryan colgó. Se sentó en el sofá y suspiró.
—Oh vamos Ryan, fue una tontería. –Intentó calmarlo.— August no lo hizo a propósito.
Ryan, el mejor amigo, se había quedado en el salón con ella después de que todos salieron. Él se había enojado por algo que su novio le había hecho a su mejor amiga, Rose: Le ofreció drogas y ella había aceptado fácilmente.
—¿No lo hizo a propósito? ¿De qué hablas Rose? –Ella solo rió.— Quítate los lentes en este preciso instante.—le ordenó.
Cuando Rose llegó a la universidad, tenía unos grandes lentes de sol y Ryan le había visto algo raro en su nariz: Estaba un poco roja. Ahorita, el chico había notado que a lo mejor ella estaba fuera de sus cinco sentidos. Ella negó con la cabeza y él se los quitó bruscamente.
—¡Rose!—en efecto, ella estaba drogada: Sus ojos rojos la delataban.
—¡Ryan! –Ella le quitó los lentes, se los puso e hizo para irse pero él la tomó del brazo.— ¡Suéltame!—lo siguiente que hizo fue algo que ninguno de los dos se esperaba: Gillian la atrajo hacia él y la besó.
—¡Ryan! ¡Abre rápido antes de que Rose deje a Gabe sin novio!—esa era la voz del Banks. El mencionado se paró rápido y abrió la puerta.
—¡Ry!–el mencionado recibió un abrazo de su chica. Éste lo besó en la mejilla.
—¿Y mi besito, Gillian?—le preguntó Bill estirando sus labios y los 3 se rieron.
—¿Por qué ibas a matar a William?—le preguntó Ryan mientras miraba a Rose.
—En realidad, tocamos el timbre varia veces y como no salías, preferí gritar.—dijo el forever young.
—Oh… entonces, ¿Nos vamos?—la chica de ojos azules tomó la mano del chico de ojos color miel y sonrió.
—Claro.
—¿Y a mí no me invitan?—le preguntó William haciendo un puchero.
—No Willy, no eres invitado. –Rose le sacó la lengua.— ¿Y no ibas a donde Gabo?—William se hizo el ofendido.
—Ni que yo quisiera ir con ustedes.—se rió y se despidió de ellos. Se fue.
Ryan entró a buscar las llaves del carro y se fueron al cine.
Llevaban media hora viendo la película cuando Ryan sintió que lo miraban. Se volteó y volvió rápidamente a mirar la pantalla: August estaba observándolo.
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Editado: 07.06.2020