Enamorada de un criminal

Capítulo 17

Ryan despertó desorientado y confundido. Se frotó los ojos y sintió la presencia de alguien más a su lado. Sonrió y se volteó. Casi grita al ver que era otra chica estaba ocupando el lugar de Rose, notó que esa no era su casa y que estaba desnudo. Se paró rápidamente y comenzó a vestirse evitando hacer ruido. Al cambiarse, notó que aquella chica no era nada más y nada menos que Emma Seinfeld. “Oh por Dios, ¿Cómo terminé aquí?”, pensó mientras salía de la casa. Comenzó a llamar a su chica.

Por otra parte, la ex novia de Gillian aún estaba dormida cuando Chris se había ido de la casa dejándole su máscara y una nota. “Ahora tengo algo tuyo”, pensó mientras se montaba en el carro y agarraba la máscara que ella había dejado anoche. Al verla fijamente, sintió pena y dolor por haberle hecho eso a Rose pero… Sacudió la cabeza y se fue de ahí.

La ojiazul se despertó al escuchar que algo vibraba. Se frotó los ojos y se sentó en la cama con pereza a la vez que agarraba el celular. Al ver quién la llamaba, lo apagó. Entonces cayó en cuenta de algo. ¿Cómo fue que su teléfono terminó en la mesa de noche? Y luego notó su ausencia.

—¿Christopher?—Se paró lentamente y vio que el chico había colocado su vestido y ropa interior en una silla. En ese instante se volteó para poner el celular en donde estaba y vio la máscara que el castaño cargaba anoche. Sonrió con tristeza: Lo había usado para olvidar el daño que Ryan le había hecho. Se echó a llorar hasta que escuchó un ruido extraño, se asomó a la ventana y vio un pequeño pájaro. Vio la hora y apenas eran las 11 de la mañana... Tendría que llamar a Frank para avisarle que no iría a trabajar. Suspiró y entró al baño a lavarse la cara y cambiarse.

Cuando bajó, vio que en la sala había una nota. La agarró y leyó:

“La máscara te la dejé como recuerdo de que algún día me verás sin nada que me cubra los ojos.

Con respecto a lo de anoche… sé que me usaste para olvidarte de Ryan. No llores Rose, no llores. Ambos estábamos conscientes de lo que había pasado. Y te dije la verdad cuando me preguntaste si me gustabas (Te lo digo en caso de que estés pensando que solo quería sexo contigo). Aunque, te estoy mintiendo: No me gustas… me vuelves loco. Loco como no tienes idea Rose.

Me enamoré de ti desde que nos conocimos. Y no hablo de cuando chocamos aquel día. Tu inocencia era tan dulce y tu risa… ¿Cómo olvidarla?

En fin, solo te quería decir que te hice el desayuno y, como ya habrás notado, acomodé algunas cosas.

Christopher”

—¿Risa? ¿Inocencia? –Se preguntó Rose.— Christopher, ¿Cuándo nos conocimos?

Por otra parte; Ryan al llegar a su casa, después de alimentar a la pequeña y adorable de Heart, bañarse y comer, retomó las llamadas a Rose… de nuevo. Desde la casa de Emma hasta a la suya, la había llamado como unas 20 veces.

—Vamos, contesta… —Dijo mientras escuchaba el teléfono repicar.— ¡MALDICIÓN! ¿Qué pasó anoche?—se preguntó mientras colgaba al escuchar la contestadora. Se le ocurrió una idea.

—¿Diga?

—William.

—Ah, hola Ryan, no vi quién era.—se sintió incómodo al escucharlo.

—¿Estás bien?

—La liaste en grande, Gillian.

—¿Gabe?

—El teléfono está en altavoz. –Respondió enojado.— En serio Ryan, ¿Cómo pudiste hacerle eso a Rose? La pobre se fue llorando de ahí por tu culpa. No debiste cachetearla, ella solo…

—¡¿QUÉ?! –Gritó asustado y sorprendido sin dejar que Gabe continuara.— Yo nunca le haría eso.

—Lo sabemos. –Dijo William.— Pero hiciste lo inimaginable. Rompiste la promesa. –El chico se quedó estático al escuchar eso.— ¿Ryan? ¿Sigues ahí?—le preguntó después de unos minutos de silencio.

—Sí, sí… —respondió rápidamente.— ¡Pero yo jamás me drogué!

—¿No? –Al Banks se le había contagiado el tono que Gabe había utilizado al hablar hace unos varios minutos: Sarcasmo cruel.— Entonces explícanos algo. ¿Por qué coño cargabas una bolsa llena de… lo que sea que tuvieras ahí? Rose nos lo confirmó antes de irse: Tu aliento era fétido y horrible.

—¿De qué hablas?

—Por dios Ryan, en tu saco cargabas esa bolsita. Todos la pudimos ver. –El castaño se paró y subió rápidamente a su cuarto a buscar el saco que cargaba anoche. Revisó los bolsillos y ahí estaba. Soltó un grito ahogado.— ¿Ves?

—¡Pero si yo jamás me he drogado! ¡Cómo coño voy a tener… esto en mi saco!

—No sé Ryan, tú eres el que la tenía.—dijo Gabe.

—¿Saben qué? Iré hablar con Rose.

—Mejor no vayas. –Dijo Banks seriamente.— ¿O se te olvidó la promesa que hicieron?

—Si vamos a salir, prométeme algo Rose. –Le decía el castaño en aquel parque en donde la pelinaranja había aceptado ser su novia.— Si uno de los dos consume drogas, terminaríamos y seríamos dos extraños.

—Pero Ryan…

—No Rose, en serio. Si tú volvieses a la droga, no te lo perdonaría nunca. Me olvidaría de ti sin pensarlo dos veces.

—¿Tanto me amas como para decir eso? ¿No se supone que deberíamos ayudarnos mutuamente? ¿A superar esto juntos?

—Rose, cariño, ya te has drogado antes y no sabes cuánto sufrí por eso. –Se quedó en silencio unos segundos.— ¿Sabes qué? Mejor hagamos algo: Si uno de los dos llegase a engañar al otro y está bajo el efecto de las drogas, terminamos.—Rose se quedó en silencio meditando lo que su ahora novio le proponía.

—No sé qué decir… —Miró hacia otro lado y el castaño la tomó de la barbilla e hizo que lo mirara. Le puso un mechón detrás de su oreja y le sonrió tiernamente. Se miraron profundamente los ojos y ella lo besó.— Acepto.

—Sí, si la recuerdo. –Respondió después de varios minutos.— Solo que… olvídenlo.—colgó sin esperar a que ellos dijeron algo y lo siguieran regañando.

Heart entró al cuarto y se le acercó. Él se agachó y acarició su cabecita.




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