Enamorada De Un Fantasma

Una camioneta llena de niños.

Los cuatro niños que estaban en la parte del copiloto, pegaron un grito al verlo mientras yo me debatía en que hacer;  el hombre no desistía  y continuaba apuntándome.  Los niños lloraban,  mientras una niña no paraba de gritar  - ¡vamos a morir! -  mi cuerpo temblaba  sin piedad  pero de algo estaba segura, aquellos niños saldrían con vida de aquí me costara lo que me costara  - escuchadme – dije con la mirada fija al frente  - ninguno, ninguno de vosotros morirá hoy  ¡Entienden! -   mi mente buscaba una salida segura para todos ellos, pero al parecer  no había ninguna que no implicara arriesgarme   -  saldré, así  que necesito que todos ustedes se mantengan calmados y pase lo que pase no salgan del auto – mire a los 4 chicos, les hice una seña con una de mis manos para que miraran en la guantera y así lo hicieron sorprendiéndose totalmente de lo que había en ella; una pistola (beretta 92) y la niña me la paso por lo bajo, ya sin más que hacer y usando mi último recurso Salí del auto con las manos arriba mirando fijamente al sacerdote  - no les hagas daño, solo son niños y ellos no merecen esto – el  no perdió detalle de cada una de mis expresiones  - no te preocupes hija mía rezare por cada una de vuestras almas   - sus palabras sonaron con desprecio  hacia mí y hacia todos  - me temo que nosotros rezaremos por su alma  - me abalance contra el  provocando que los dos  cayéramos, su arma voló por los aires  y fue entonces cuando él se abalanzo sobre mi como un león contra su presa; sus manos atraparon mi cuello y empezaron a hacer una gran presión contra él, me removí de un lado a otro para hacer que se cayera pero no funciono Simplemente me encontraba atrapada  y lo peor de todo es que aquellos niños  serán los más perjudicados.

Pero no todo estaba perdido cuando creía que ya no resistiría más la vi, una de las niñas que fue abusada sexualmente  se encontraba detrás del hombre apuntándole con su propia arma – suéltala  o disparo – su voz temblaba ligeramente  pero eso no fue lo más sorprendente aquella noche, todos  los niños  formaron un circulo alrededor  y  con sus zapatos en las manos e incluso con sus maletas empezaron a arrojarlos hacia el sacerdote  quien solo mantenía su agarre alrededor de mi cuello  y fue entonces cuando un zapato le impacto en la cabeza que giro en dirección a los niños y vocifero -  mocosos del infierno ¡los matare a todos! -  los niños no se dejaron intimidar  y los que estaban a mi lado izquierdo se arrojaron contra el provocando que cayera, uno lo golpeaban con sus maletas, otros con sus zapatos e incluso otros usaban sus dientes y uñas para defenderse   pero no fue hasta que pude incorporarme que vi a la niña con su mirada vacía y su cuerpo con un ligero temblor que la recorría mientras sostenía aun el arma en sus pequeñas manos  - dame el arma – dije lentamente mientras me acercaba a ella pero ella negó repetidas veces  - no  puedo, yo. Yo  quiero matarle, ellos me lastimaron y yo… -  la tome en brazos y la apegue a mi  mientras acariciaba su cabello, sentí como ella se relajaba ante mi tacto – escúchame tu no mataras a nadie,  ellos pagaran todo lo que les hicieron, te lo prometo; yo me encargare de ello  pero ahora dame el arma   y busca algo con que amarrarle  para que no escape  -  me separe de ella  y extendí mi mano para que me diera el arma pareció negarse al principio pero termino por dármela. Me dirigí hacia aquel hombre con su arma en mano  y sin más  les pedí a los niños que se alejaran mientras yo me encargaba de aquel cerdo  - ahora ya no eres tan valiente verdad, aquellos niños te han dado una paliza y eso solo es el principio de todo el dolor que sentirás de ahora en adelante, pero tengo una duda ¿Dónde están tus camaradas? -  la mirada del hombre se transformó  e intento levantarse  pero me tenía a mi apuntando directamente a su cabeza  - te mueves y disparo y déjame asegurarte que no estoy jugando, ahora ¡CONTESTA A MI PREGUNTA! -  gruñí totalmente envuelta en ira -   ¡LOS MATE! JAJAJAJAJAJAJAJA  ASI COMO LOS MATARE A TODOS ¡A TODOS! -  mi sangre bajo a mi pies, aquello era imposible  algo totalmente ilógico  para mí, mis manos tomaron vida propia y sin darme cuenta apreté el gatillo del arma provocando un gran estruendo y tras ello un grito de dolor por parte del sacerdote; la bala impacto en su pierna izquierda, se lograba ver como la sangre  empezaba a manchar sus pantalones y sentí alivio al menos eso evitaría que el escapara.  La niña se paró justo a mi lado y me ofreció  una soga algo familiar, pero como no serlo si era mi soga – la encontré en tu maleta  - dijo tímidamente   - no te preocupes entiendo pero ahora necesito que traigas alguna  prenda de ropa para envolver el arma  y dile a todos que suban en la camioneta como estaban antes saldremos de aquí lo antes posible ¿de acuerdo? – Ella asintió y se fue en busca de la prenda  mientras yo fijaba mi mirada en aquel repugnante ser  - ¡MATAME DE UNA VEZ!- grito el cerdo, una sonrisa burlona se formó en mi rostro  - me temo que  si te mato eso no será suficiente castigo para ti, por ello tu castigo será vivir con el  peso de tus actos -  la niña llego de nuevo rápidamente  y me extendió un suéter con mi botequín de primeros auxilios  - pensé que podríamos ponerle algo para que no se muera -  no lo podía creer, aquella niña poseía una gran bondad de la cual yo ya no tenía así que por mi cabeza solo paso una serie de imágenes en las cuales torturaba a aquel ser tan repugnante  - gracias -  mire a la niña y me acerque a el hombre  - al parecer esa chica tiene más bondad en un meñique que tú en todo el cuerpo, seré generosa  contigo solo por ella – tome la botella de alcohol  y lo vertí sobre la herida. Sus gritos no se hicieron esperar y yo aproveche la ocasión para atarlo fuertemente  - disfruta del espectáculo -  el abrió sus ojos sorprendido y empezó a revolcarse sobre el suelo,  mire por última vez al  niño  y me despedí de el con un asentimiento de cabeza sabiendo que había cumplido mi promesa, había vengado su muerte y la de los otros niños y sin más subí al auto y retomamos nuestra marcha a la estación de policía más cercana que para mi desgracia era  la estación de policía en la cual siempre terminaba .




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