Enamorada de un gay

7

Dormí poco. Entre la curiosidad, la ansiedad y las ganas de arrojar el celular por la ventana, pasé la noche dándole vueltas al mensaje de Julián.

> “Sofí, necesito contarte algo. ¿Podemos vernos mañana?”

Claro, porque después de romperme el corazón, ahora también quiere usarme como terapeuta. Perfecto.

Aun así, cuando me desperté, lo primero que hice fue revisar el teléfono. Nada. Ni un “buenos días”, ni un sticker, ni un triste emoji.
Y ahí empezó: la invasión de los celos imaginarios.

¿Qué si lo que tenía que contarme era que él y Nico se iban a vivir juntos?
¿Qué si Nico le propuso matrimonio en la Torre Eiffel, con un anillo que brilla más que mi autoestima?
¿Qué si Julián me quería invitar a la boda… como dama de honor? 😭

Laura, obviamente, no ayudó.
—Te estás torturando sola, Sofía —me dijo mientras pintaba sus uñas—. Bloquéalo o, al menos, bloquéate la imaginación.—No puedo —respondí—. ¿Y si de verdad necesita hablar conmigo?—Sí, necesita. De su nuevo exfoliante coreano.

Aun así, lo esperé en el café. El mismo café. El de siempre. El escenario de mi ruina emocional.
Julián llegó radiante, con una bufanda que solo una persona con autoestima textil podría usar.

—¡Sofí! —dijo sonriendo—. Qué gusto verte.—Igual —respondí, fingiendo serenidad mientras mi mente gritaba “¿Y Nico? ¿Dónde está Nico?”

Nos sentamos.
—¿Y entonces? —pregunté—. ¿Qué era eso tan importante?
—Bueno… verás, Nico y yo hemos estado hablando y… creo que vamos a mudarnos juntos.
Y ahí lo supe. Mis celos imaginarios acababan de obtener residencia permanente en mi cerebro.

—¡Wow! —dije con voz aguda, digna de documental sobre pájaros tropicales—. ¡Qué lindo por ustedes!
—Sí, es un paso importante. Pero… también quería decirte que me preocupa perder nuestra amistad.
Boom.
Ahí estaba yo, intentando procesar que el hombre que me quitaba el sueño temía perderme como amiga.

Respiré profundo.
—No te preocupes, Julián. No vas a perderme. De hecho, estaré tan cerca que te vas a cansar de mí.—¿En serio?
—Claro. Puedo ayudarte a decorar el apartamento. Poner flores, elegir cojines, colgar fotos tuyas y de Nico en forma de corazón…
Él me miró confundido.
—¿Estás bien?
—Perfectamente —mentí con una sonrisa de premio Óscar.

Nos despedimos con un abrazo largo. De esos que duelen y calientan al mismo tiempo.
Camino a casa, Laura me llamó.
—¿Y? ¿Qué te dijo?
—Que se muda con Nico.
—Ay, no… ¿y tú qué hiciste?
—Fingí apoyo emocional mientras imaginaba cómo le cambio la cerradura a mi corazón.
—Orgullosa de ti. Progreso emocional nivel 2.

Esa noche abrí Netflix, pedí pizza y le prometí al universo que iba a superarlo.
Claro, mientras revisaba su Instagram cada veinte minutos.



#1170 en Otros
#415 en Humor

En el texto hay: humor, amor, amistad

Editado: 09.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.