Enamorada de un gay

9

Cuando todo falla, hay una sola persona a la que siempre puedo acudir:
mi mamá.
No porque tenga las mejores soluciones, sino porque sus consejos, al menos, me hacen reír (o llorar por desesperación).

Esa tarde, llegué a su casa con mi cara de “vida amorosa en ruinas”.
Ella, como buena madre, ni preguntó. Solo me ofreció comida.
—Comé, hija, que el estómago vacío no deja pensar.

Después de tres empanadillas y medio vaso de jugo, se sentó frente a mí, cruzó los brazos y me examinó con esa mirada que detecta dramas desde kilómetros.
—¿Otra vez el muchacho ese?
—Sí, mamá.
—El guapo.
—Sí.
—El gay.
—…Sí.

Silencio.
Suspiro.
Y luego, su frase estrella:
—Ay, Sofía… tú atraes lo complicado como las abejas a la miel.

Intenté explicarle la situación con Julián, los mensajes, el “me entiendes mucho” y mi confusión general.
Ella escuchó con atención, asintiendo con la sabiduría de una telenovela mexicana.
—Te voy a decir tres cosas —dijo, levantando un dedo por cada punto (siempre que dice eso, sé que se viene un monólogo).

Uno: “Si un hombre te dice que eres increíble, probablemente lo seas… pero eso no significa que te quiera.”
Dos: “Nunca persigas a alguien que corre en otra dirección. Te vas a cansar y encima no llegas.”
Tres: “El amor no se ruega, se ofrece. Y si no lo aceptan, pues se guarda en un tupper y se sirve más adelante.”

No sabía si reír o aplaudirle.
—Mamá, ¿desde cuándo das consejos tipo libro de autoayuda con receta incluida?
—Desde que me di cuenta de que mi hija confunde amabilidad con coqueteo —dijo, dándome un golpecito en la frente.

Luego añadió, como si fuera lo más lógico del mundo:
—Mirá, Sofi, olvidate de ese chico. Salí, divertite, conocé a alguien que te mire como yo miro los descuentos del supermercado.

Me reí, porque con mi mamá es imposible no hacerlo.
Y aunque sus métodos sean… particulares, tenía razón.
A veces los mejores consejos no vienen con grandes palabras, sino con una empanadilla, una mirada sincera y una dosis de realidad envuelta en amor maternal.

Esa noche, mientras volvía a casa, pensé que tal vez mi mamá sabía más de amor que todos mis libros de romance juntos.
Y que, si todo salía mal, al menos heredé su sentido del humor para sobrevivir al drama.



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En el texto hay: humor, amor, amistad

Editado: 09.10.2025

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