Después de la odisea de Instagram, necesitaba una perspectiva nueva, más sabia.
Y no, no estoy hablando de Laura, ni de mamá, ni de libros de autoayuda. Hablaba de mi gato, Mr. Pelusa, el único que nunca me juzga y siempre sabe exactamente cuándo necesito una lección de vida… o un abrazo peludo.
—Miau —dijo Mr. Pelusa, saltando sobre mi escritorio.
—Sí, sí, estoy deprimida, lo sé —susurré mientras le acariciaba la cabeza—. ¿Tienes algún consejo de amor para mí?
Mr. Pelusa me miró con esos ojos de sabiduría ancestral felina y comenzó su lección:
Consejo 1: Si te ignoran, camina como si fueras la reina del mundo.
—Hmm… eso explicaría por qué todos los gatos se ven fabulosos mientras nos ignoran.
Consejo 2: Juega duro para conseguir atención.
—Vale… supongo que eso aplica a los hombres también.
Consejo 3: Nunca lamas tu pata si alguien te hace daño. Mejor ignóralo y busca comida.
—Estrategia de supervivencia emocional, interesante.
Consejo 4: Si alguien es “imposible”, duerme encima de él… metafóricamente hablando.
—Traducido: disfruta la vida, come helado, ríe, pero no te destruyas por alguien que no te elige.
Tomé nota. Cada consejo felino tenía sentido.
Mr. Pelusa ronroneó aprobando mi decisión de seguir su manual: sobrevivir, divertirme y dejar que los humanos resuelvan sus líos.
Esa tarde, mientras caminaba con un helado en mano y mi gato vigilando desde la ventana, comprendí algo:
el amor puede ser complicado, pero el instinto y un poco de humor lo solucionan casi todo.
Y, si todo falla, siempre puedo culpar a Mr. Pelusa por cualquier drama.
—Gracias, maestro felino —susurré, mientras él se acomodaba en mi regazo—. Ahora entiendo que enamorarse de alguien imposible no es el fin del mundo… solo un capítulo cómico más.
Editado: 09.10.2025