Enamorada de un gay

16

Todo empezó con un mensaje inesperado:

> “Sofi, vamos a la playa este fin de semana. Te vienes?” —Julián

Mi primera reacción fue: sí, sí, mil veces sí.
Mi segunda reacción: espera… ¿solo amigos o hay trampa emocional?
Mi tercera reacción: llamar a Laura.

—¿Vas a ir? —preguntó, mientras me examinaba con esa mezcla de diversión y alarma—.
—Claro… —respondí, fingiendo calma—. Solo amigos, solo amigos, solo amigos.
—Uh-huh —dijo Laura—. Esa frase suele significar: “voy a enamorarme de nuevo y arruinarme la vida”.

Llegamos a la playa y todo parecía normal: sol, arena, olas y… Julián con su habitual sonrisa que podía provocar mareos.
—¡Sofí! —me saludó, abrazándome como si fuéramos parte de un comercial de protector solar—. Qué bueno que viniste.

Nos instalamos cerca del agua. Él sacó una pelota y, antes de que pudiera protestar, me lanzó una.
—¡Atrápala! —gritó.

Y ahí comenzó el desastre. Entre risas, arena por todos lados y olas traicioneras, mis sentimientos decidieron hacerse notar. Cada roce de manos accidental y cada risa compartida parecía decirme: “corre, que esto va a doler”.

Después, mientras nos sentábamos a descansar, Julián se inclinó hacia mí:
—Sofi, gracias por venir. Me hace feliz que estemos así, tranquilos…
Mi corazón gritó: ¡Es ahora! ¡Beso!.

Pero justo en ese instante, un grupo de turistas pasó corriendo y una ola gigante nos salpicó a ambos. Mis lentes volaron, mi cabello quedó pegajoso, y Julián terminó riendo mientras trataba de secarse.

—Bueno… —dijo, entre risas—. Esto definitivamente no fue romántico.
—No… —respondí, intentando recomponerme—. Pero sí fue… divertido.

Laura, que estaba presente por videollamada (sí, necesitaba supervisión remota), exclamó:
—¡Sofi! ¡Casi tienes un beso y lo arruinas una ola!

Y ahí lo entendí: la playa, Julián y yo éramos un cóctel perfecto de confusión, risas y momentos que jamás podrían ser simples.

Mientras caminábamos por la orilla, con las olas acariciando nuestros pies, pensé que, aunque mi corazón estuviera en guerra, mi vida nunca sería aburrida.
—Al menos en la playa, los desastres se sienten un poco más épicos —susurré, mientras Julián sonreía sin saber que casi provoca un accidente romántico con una ola.



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En el texto hay: humor, amor, amistad

Editado: 09.10.2025

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