Enamorada de un Monstruo

Capítulo#2 Un mes atrás.

 Capítulo 2 Un mes atrás.

Mi vida pasó de ser común y corriente a ser, aparentemente, la de una princesa de la noche a la mañana. Antes pasaba mi vida sumergida en el colegio y mis amistades, era cómo cualquier adolescente de 15 años que vive con su madre divorciada y se cree adulta; reconozco que me portaba mal con ella, apenas le hacía caso o le prestaba atención (le echaba la culpa de que mi padre nos haya abandonado): Mi madre peleaba mucho con él, le reclamaba por todo, la voz de mi padre jamás se elevaba demasiado, aguantaba la mayor parte del tiempo callado todos los insultos de su señora y un día simplemente tomó sus cosas en una maleta vieja y se marchó.

Salió sin despedirse y sin mirar atrás y hasta el sol de hoy no hemos tenido noticias suyas. Al final me quedé con un amargo sabor, quizás su indolencia y su falta de reacción fue lo que volvió así a mi progenitora (es difícil mantenerse calmado con alguien que no es capaz de reaccionar, para bien o para mal). Analizando las cosas con calma, ahora que ha pasado más tiempo empiezo a entender un poco a mi madre. Tampoco fue fácil para ella y ha sido la única persona que ha estado a mi lado siempre y nunca me ha dado la espalda.

Salír con mis amigas o estudiar esa era mi rutina antes de mudarme a la mansión. Mi madre fue muy discreta con su relación y me enteré de que tenía esposo el mismo día de la mudanza. Así mismo fue aunque parezca increíble y no la podía perdonar. Había sido muy desconsiderado de su parte, estaba muy dolida todavía.

Un mes atrás:

Llegué del colegio y por un momento creí que me había confundido de casa, había una limusina lujosisima aparcada frente a ella. No me explicaba lo que hacía un vehículo así de impresionante en mi barrio humilde, no era para nada común.

A los pobres nunca le vicitan los ricos.

—Layla, ¡lo puedes creer? ¡Es espectacular! —exclamó mi amiga, Emma. Por lo visto estaba tan impresionada o más que yo.

—Alguien se equivocó de lugar, puso mal la dirección en el GPS —ironicé sin apartar la mirada del lujoso vehículo.

Cuando llegué a la altura de la limosina un hombre salió del puesto del conductor.

—Señora, ¿todo está listo? —le habló a alguien que estaba dentro, por lo tanto no podía saber cómo era, únicamente fue obvio que se trataba de una mujer.

—Sí, mi hija ya está aquí. Ven cariño —¡esa voz pertenecía a mi madre, oh!, me quedé pasmada. Me tomó del brazo y me puso frente al hombre, ni siquiera me di cuenta en qué momento salió de la limosina y llegó a mi lado.

—Te presento a Hermes, Hermes esta es mi hija Layla.

Nos presentó pero yo estaba aturdida, incapaz de reaccionar.

«¿Quién carajos era este hombre?, ¿qué hacía aquí con mi madre?, ¿acaso estaban saliendo...?»

Muchas preguntas sin respuesta invadieron mi mente.

—Un placer conocerte, señorita Layla. Es hora de irnos, el señor las está esperando.

Yo seguía sin palabras.

«¡Señor? ¿De qué señor hablaba?»

Mi cabeza quería explotar con tantas preguntas que formulaba sin cesar, sin embargo era incapaz de convertirlas en palabras audibles. Me estaba comportando como una verdadera tonta.

—Hola Emma, me temo que hoy no podrán estudiar juntas —mi madre habló con mi amiga.

—Hola, señora Natalie; está bien no se preocupe, yo sigo para mi casa.

—Muy bien, adiós. Sube niña, ¿qué esperas? —me ordenó inmediatamente después de despedirse de mi amiga.

Yo seguía aturdida, no entendía qué estaba pasando.

—No quiero ir, mamá —respondí al fin sin moverme del lugar—. Tengo cosas que hacer.

Me dispuse a entrar a mi casa.

—Alto ahí, señorita —pero me detuvo en seco la voz autoritaria de mi madre—, esa ya no es nuestra casa, la vendí. Las cosas más importantes ya están en la casa de mi esposo y lo demás lo tiré.

¡Esposo?

¿Cuáles cosas había tirado?

Ella no sabía lo que era importante para mí ni siquiera me prestaba atención. Nunca tenía tiempo para nada desde que mi padre nos abandonó.

¡Y ahora me salía con la impactante noticia de que tenía un esposo!

¿Cuando y dónde se casó?

¡Qué era yo para ella? Sin dudas un cero a la izquierda. ¡Para qué me trajo al mundo si no le importaba?

—¡Oh! ,sí, entiendo cómo te sientes, lo siento, no tuve tiempo de explicarte nada, a penas y nos vemos o hablamos...; de verdad lo siento.

Mi madre parecía dolida, pero más lo estaba yo; de la sorpresa pasé al enojo en breve tiempo.

—Eso no es escusa, madre; ya no soy una niña, no puedes hacer lo que se te de la gana con mi vida —le recalqué.

—Eres menor de edad por si lo has olvidado, jovencita —me restregó en la cara, ¡qué fastidio!, la señora Natalie Lewis..., tonta ya no es Lewis, me corregí; tenía un apellido nuevo que yo desconocía aún. Mi cabeza era un enredo total y no era capaz de pensar en nada con claridad—, y que te haya dejado tranquila en esta etapa de rebeldía no significa que tienes libre albedrío. No seas malcriada y sube de una buena vez.

Por un momento dudé si hacerle caso o no, pero al final obedecí a mi madre. Su cara no era de bromas y ella tenía razón en algo, todavía era menor de edad. Deseé que los años que me faltaban para serlo pasaran rápido y poder hacer con mi vida lo que me diera la gana.

Ten mucho cuidado con lo que deseas... Dicen por ahí y quizás tengan razón, no lo sabía, aún era muy joven.

Entré a la limusina de mala gana no obstante al ver su interior olvidé todo, si por fuera impresionaba por dentro cortaba la respiración. Era muy lujosa. Mi madre entró trás de mi y luego sacó una botella de champagne. La descorchó con elegancia sin que se le votara; sirvió un poco en una copa y me la dio, luego sirvió otra para ella.

Yo estaba simplemente anonadada. ¡Esa mujer era mi madre? Hace un momento me acababa de recordar mi edad y ahora me daba de beber alcohol, increíble.

—Brindo por nuestra nueva vida —expresó muy ceremoniosa y chocó su copa con la mía.




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