Enamorada de un Monstruo

Capítulo#4 Ya no eres tan valiente.

Capítulo 4 Ya no eres tan valiente.

—Buenas tardes, rockera.

Esa voz profunda y burlona a mi espalda me estremeció por completo, me volteé y quedé frente a él.

—Gótica —corregí entre dientes.

—Así que eres gótica y no emo.

Su burla persistente me enfurecía.

—Algo así, me gusta en particular el estilo gótico, sin embargo no estoy metida de lleno en ese mundo —aclaré, no se por qué razón.

—Admito que te queda bien y este de hoy, mmm —me miró de arriba a abajo sin disimulo—, mejor; no obstante anoche te veías espectacular.

Abrí los ojos como platos.

—¿Me..., me viste anoche? —tartamudeé a mi pesar.

—Quizás —respondió enigmático.

¿Quizás...? era un idiota, ¿pero cuándo y dónde lo hizo? ¿En el centro comercial o en la mansión? Eso no me importaba, no me tenía que importar.

—Me gustaba tu porte de vampiresa, una lástima que hayas cambiado.

No podía distinguir si bromeaba o hablaba en serio, lo más lógico era lo primero: teniendo en cuenta quién era, su personalidad detestable y lo mal que le caía.

—Ahora tengo que ser más cómo tú —me obligué a mantener la compostura. No podía permitir que su comportamiento raro me afectara. Seguramente eso era lo que quería.

—¿Más cómo yo? —frunció el ceño intrigado.

—Sí, con ese porte impecable —aclaré.

—Así debe verse un empresario —afirmó arrogante.

—Y así —me señalé con desparpajo—, debe verse la empleada del empresario.

—Tienes razón, rockera —rió ladeado.

Era tan cínico e insoportable.

—No me llames así —exigí molesta. Su simple presencia me molestaba.

—Yo te llamo como quiera —respondió cortante.

—Jefe, ¿le puedo servir en algo? —interrumpió un hombre. Eso es lo que se considera un lame botas, pensé de inmediato.

—Sí, mantente lo más lejos que puedas de mí —su voz fue más helada que el polo norte.

Era un grosero. El hombre se marchó enseguida todo encogido.

—Así no se trata a un trabajador... —lo recriminé sin poder detenerme.

—Y tú eres dueña de una compañía para saber como tratar al personal —refutó altanero.

—Pues no, pero es cuestión de principios y humanidad —respondí.

—Yo no soy humano —susurró en mi oído con malicia, fue tan ágil en acercarse a mí qué no tuve tiempo de reaccionar.

Lo miré a los ojos cuando se alejó un poco y su mirada depredadora me erizó por completo. Su sentido del humor era espeluznante. Sonrió cínico y malisioso, me guiñó un ojo y luego se marchó. Cuando desapareció de mi vista, al cruzar la puerta de salida, fue que me di cuenta de que estaba paralizada y sin respirar. ¡Qué tenía ese hombre para causar tal efecto?

Darien me asignó nuevo contenido y me explicó varias cosas en la computadora, se lo agradecí en mi mente, necesitaba despejar mi cabeza de cosas sin sentido. El trabajo fundamental de mi tutor era de administración.

—Te puedes ir, Layla.

Con tantas actividades no noté el paso del tiempo. Me estiré perezosa.

—Estoy cansada —admití.

—Lo estás haciendo bien, eres muy inteligente y captas todo rápido.

Tronó los dedos (el del medio y el pulgar), mimtras decía el final de la última oración, en un giro de muñeca hacia dentro. Me sentí satisfecha por su reconocimiento y sonreí.

—Nos vemos mañana —me despedí y me marché.

De regreso en la mansión.

Toqué suave sobre la superficie de madera preciosa de la puerta, del despacho de mi padrastro.

—Adelante —permitió una voz fuerte y dominante.

Entré al despacho del señor, que se encontraba en la primera planta.

—¡Ah!; eres tú, pequeña. Pasa y toma asiento —su tono cambió en cuanto supo que era yo, se volvió más suave y afectuoso.

—No es necesario, sólo vine a entregarle mi plan de clases.

Me acerqué al escritorio y se lo extendí, él lo tomó y sonrió.

—¿Cómo te has sentido en estos dos días en la empresa? —preguntó interesado.

—Bien, mejor de lo esperado aunque apenas estoy comenzando, pero parece que me voy a adaptar más pronto de lo que esperé, el tutor que me asignó es muy bueno.

—Me alegro que todo marche bien, ¿y Owen cómo te está tratando?

—¿Owen?

¿Quién era ese? Me pregunté en mi mente sin ningún resultado, sin dudas no sabía a quién se refería.

—Mi hijo —aclaró, aún nadie me había revelado su nombre hasta este momento—, sé que su carácter es difícil.

¿Su carácter solamente?, todo él era difícil, insoportable diría. Sin embargo quedó en mis pensamientos, no me atreví a hacer ningún comentario. Después de todo era su hijo, no le iba a agradar que dijera cosas negativas. Cuando no tienes nada bueno que decir, es mejor no decir nada.

—Te aconsejo que te mantengas lo más alejada de él que puedas.

Su expresión era repentinamente seria. No tenía que advertirlo, lo sabía, su presencia significaba problemas para mí.

—No trates de agradarle, no le lleves la contraria si puedes. No te sientas comprometida porque te has visto obligada a convivir con nosotros y a trabajar en la empresa.

—Lo tendré en cuenta, señor.

—Y una cosa más, Layla; mantente alejada del tercer y cuarto piso, por ninguna razón o motivo penetres en esa área, ni siquiera porque escuches ruidos raros, en especial por las noches. Esa es la única regla que no puedes romper en esta casa.

Me asombró mucho su pedido y para ser honesta, me asusté un poco.

«¿Cuál era el misterio?»

—Entendido, señor Moore; me retiro —no obstante a mis dudas respondí obediente, esta era su propiedad y tenía que aceptar sus condiciones. Cuando iba a salir me detuvo.

—Espera un momento.

Me volteé para verlo.

—Toma esto —extendió su brazo derecho hacia mí, en su mano sostenía una tarjeta como la que mi madre utilizó en el centro comercial y junto a ella había un papel con anotaciones de letras y números, pude distinguir.

—¿Y eso? —inquirí desconcertada. No me atreví a tomar lo que me ofreció.




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