Capítulo 8 El Misterio del Campamento.
—¡Layla!, ¿puedes decirme que haces aquí? —exigió con frialdad el señor Moore.
La expresión de mi padrastro no era para nada bondadosa o comprensiva, ¡todo lo contrario!
—Yo, yo, yo... —me quedé en blanco—, lo siento mucho.
No supe que otra cosa decir, disculparse es lo correcto cuándo haces algo malo.
—Creí que este punto había quedado lo suficientemente claro —recriminó con el ceño fruncido y mirada reprobatoria.
—Sí, claro que sí. Vine por el ruido, pero no iba a entrar, de verdad que solo llegaría hasta aquí, ya me iba.
Creo que mi actuación era pésima, a juzgar por la expresión de mi padrastro; no me creyó absolutamente nada.
—¡No vuelvas a subir estas escaleras! ¡Jamás te pares frente a esta puerta! —ordenó imperativo.
Me asustaron, tanto su expresión cómo sus palabras. Ya no era para nada el señor amable que conocía.
—No volverá a pasar, lo siento —prometí en estado de nervios.
Pasé a un lado de mi padrastro como una ventisca y bajé las escaleras a toda velocidad como si estuviera huyendo de algo.
¿Qué demonios estaba pasando aquí?,
¿Cuál era el misterio...?
¿Dónde diantres me había metido mi madre?
Abrí la puerta de mi cuarto temblorosa y apenas entré cerré y me recosté a ella. Suspiré aliviada al sentirme a salvo entre estas cuatro paredes. Pasé tremendo susto, me llevé las manos al pecho como si con eso pudiera evitar que el corazón se me saliera. Cuando me calmé un poco fue que sentí dolor en la región occipital, osea, en la parte posterior de mi cabeza, allí donde recibí el golpe anoche.
Eso era otra cosa que me tenía desconcertada, no atinaba a entender nada. Sabía que el golpe fue lo suficientemente fuerte como para al menos, partir mi cabeza; sin embargo estaba bastante bien, además caí a la piscina y perdí el conocimiento, lo que indicaba que si el golpe no causó mi muerte, lo hubiera hecho el agua en mis pulmones. No me ahogué eso era un hecho, estaba aquí vivita y coleando; sin embargo lo más extraño de todo, aunque parezca increíble, fue que desperté fuera del agua.
¿Quién demonios me salvó?
¿Por qué estaba sobre el suelo cuando recobré la consciencia?
Recordaba claramente lo que sucedió y definitivamente caí al agua.
Alguien me tuvo que sacar y darme RCP (Reanimación Cardiopulmonar) porque creo que lo necesité en ese entonces, pero en cambio me encontré sola. Aparentemente nadie supo de mi accidente. Recordé la figura monstruosa que nadaba hacia mí, en ese momento creí que me iría al infierno, sin embargo estaba viva y mucho mejor de lo que debería.
No me quejaba de eso, quién se lamentaría de poder seguir con vida cuando había 0 % de probabilidades de lograrlo, pero de que fue extraño lo fue. La otra explicación posible era que todo lo imaginé y que en realidad nada pasó. Empesaba a dudar seriamente de mi estabilidad mental. Mientras estuvo mi amiga Emma aquí no me pasó nada extraño. ¿Tendré una especie de trauma? Tenía miedo de admitirlo ante alguien porque se haría real y palpable mi problema.
Quizás debía tomar en cuenta las palabras de mi amiga, debía adaptarme a este lugar, era mi nuevo hogar después de todo. En cuanto al misterio de las plantas superiores no era para hacer una novela policíaca en mi cabeza, he escuchado que todos los ricos tienen sus manías u obsesiones. Ser demasiado cauteloso y celoso de la privacidad no es un delito.
Me sentía asfixiada aquí en la habitación así que decidí salir un rato a caminar para despejar la mente, inconscientemente me encontré en el patio trasero, estaba exactamente frente al Cerezo, tomé una de sus frutas y la inspeccioné a detalle, estaba sana, lo hice con varias y no había ninguna dañada.
¡Qué raro!
Justo la que Emma tomó en aquella ocasión tenía un gusano, recordé. Quizás solo tuvo mala suerte.
Después seguí mi camino mientras me las comía lentamente. Caminaba por la orilla de la piscina e iba mirándolo todo con atención, mis sentidos estaban cada vez mas alertas y agudizados debido a tantos incidentes. Cuando pasé justo por donde recordaba haberme caído, vi que había restos de algo viscoso que formaba una línea larga, ese trayecto lo dibujó uno de mis pies al resbalar, no me cupo dudas.
Miré el área con más atención y justo donde debió haber pegado mi cabeza había una mancha roja, eso debía ser sangre seguramente, pero mi cabeza no estaba partida, entre más miraba la mancha de sangre más aturdida y confundida me sentía. Decidí mirar en dónde me había despertado y lo que descubrí fue aún más impactante. A todo lo largo del camino habían manchas de sangre, cómo si se hubiera derramado y salpicado por todas partes, haciendo un camino y exactamente dónde desperté había uno muy grande en forma de charco. Abrí los ojos hasta que me dolieron, espantada.
¡Esto era real!
Creí que estaba enloqueciendo. Definitivamente tenía que ser cierto, me estaba formando una película de horror en mi mente cuándo en verdad no estaba lastimada. Si yo hubiera sangrado tanto estaría muerta sin atención médica, pero eso, aunque nadie lo crea, no era lo más extraño de esta situación inverosímil, lo que de verdad me parecía extremadamente extraño, ilógico y desconcertante, era que no tenía ninguna herida en mi cráneo.
¡Había encontrado evidencia concisa de que lo que pasó anoche fue real, no obstante mi cuerpo no mostraba señales de haber sido severamente herido!
Me encontraba de nuevo en un callejón sin salida.
Estaba tan mal desde que supe que mi hermanastro había faltado al trabajo y todo lo demás..., que hasta había olvidado quitarme mi cartera, la cuál traía cruzada con el asa a todo lo largo desde mi hombro derecho hasta la altura de mis caderas, esa era una forma muy cómoda de usarla. La giré hacia el frente y saqué el móvil del interior del segundo compartimiento. La pantalla rota me confirmaba que anoche sí se me cayó. Busqué a mi madre en la lista de contacto y marqué.