Enamorada de un Monstruo

Capítulo#15 Ella tiene que morir.

Capítulo 15 Ella tiene que morir.

 

Luego de comer el desayuno me incorporé perezosa, estaba satisfecha. Me sentí mejor que ayer, sentí picor en la garganta y tosí. Caminé hasta el baño y mis pies se enredaron con la alfombra, casi me caigo pero pude recuperar el equilibrio a tiempo; eso me pasaba por andar arrastrando los pies.

Después de terminar mi rutina matinal, decidí pasar inspección por mi cuarto, me daba pena tenerlo desordenado, por Owen y Nefilim. Miré el sofá de cuero marrón, sobre su superficie estaban los regalos de mi cumpleaños, ayer simplemente los saqué de encima de la cama porque me estorbaban para acostarme y los dejé allí olvidados. Me puse a acomodarlos cuando de repente cayó algo al suelo, lo recogí y lo miré con curiosidad, era una llave inteligente de un automóvil sin dudas.

—Es mi regalo para ti, rockera.

Me asusté. Lo miré con el seño fruncido.

—Esta es mi habitación, Owen; no puedes entrar libremente cada vez que quieras.

—Lo siento.

Salió y tocó.

Rodé los ojos con fastidio.

—Pasa.

Era mejor seguirle la corriente.

—¿Qué regalo es este ahora?

—Un auto —confirmó.

—Pero si yo no se conducir.

—Puedo enseñarte —se ofreció de repente.

Lo miré con curiosidad.

—¿Tú me enseñarás?

Asintió.

—Quiero que vayas a la escuela y al trabajo decentemente. Que no tengas que depender del servicio público.

—¿Porqué motivo estás siendo tan bueno conmigo?

Eran demasiado sus regalos, pero no solo se trataba de eso, su forma de tratarme había dado un giro de 180°.

—Te lo he dicho antes, me gustas.

Le gustaba, pero no me amaba. Si creía que con sus palabras vacías y sus regalos caros iba a caer rendida a sus pies, pues no. No era tan superficial y había madurado con tantos golpes recibidos últimamente.

—¡No seré tu amante! —espeté.

—Que palabra tan fea, eres muy niña para decir esas cosas

¡Ahora me ofendía? Pensé molesta.

—Si me consideras una niña porqué demonios te fijaste en mí.

—Por mi edad es imposible que no te vea cómo una criatura —sus palabras enigmáticas me ponían de mal humor. Si hay algo que me moleste de verdad es que no me hablen con claridad.

Lo miré con ira.

—Ni que fueras tan viejo —rebatí.

—Te sorprenderías.

Sus aires de misterio y su aura de sabiduría me confundían.

—Inténtalo —lo reté.

Me miró enigmático.

—22

No me asombró en lo absoluto, por su físico podía aparentar entre 19 o 25 años de edad, todo dependía de su vestuario. Aunque su rostro era juvenil y lozano, su mirada, su carácter y su porte inspiraban el mismo respeto que un hombre mayor. En ese punto sí estaba de acuerdo, pero no daría mi brazo a torcer.

—Apenas estás empezando a ser adulto. Sabía que no eras mucho mayor que yo, solo 6 años de diferencia.

Sonrió burlón. De nuevo volvía su actitud cínica.

—Desearía que todo fuera blanco o negro... —habló con tono misterioso.

Alcé una ceja interrogativa.

—Olvídalo, dejémoslo así por el momento. Sígueme.

Odiaba que me dejaran a medias, pero él era así; sabía que solo diría lo que estaba dispuesto a decir, ni más ni menos.

Lo seguí obediente como ordenó y al entrar al porche subterráneo me quedé con la boca abierta, literal. Era mi primera vez allí, el lugar era enorme y la arquitectura perfecta para la exhibición de sus vehículos. Me quedé fascinada con tantos modelos de coches; pero más me llamaron la atención, los de colección. ¡Tenía lo mejor de cada época! Los ricos si gastan una fortuna en cualquier cosa, pero estas cosas sí que eran realmente hermosas.

—¡¡¡Wao!!!, ¡qué bellezas!

—¿Te gustan?

—Sí, ¿los puedo ver de cerca? —pedí emocionada.

—Claro, ven, te muestro.

Me hizo un recorrido por todos los coches antiguos, hablando sobre ellos como si fuera un historiador o como si hubiera vivido en cada época, «qué imaginación la mía.» Al final se detuvo frente a un auto exclusivo, deportivo y juvenil.

Lo miré con curiosidad.

—Es el tuyo —respondió a mi pregunta, no formulada con palabras.

—¡¡¡Oh!!! —era espectacular. Me dejó sin palabras.

Era un Lamborghini exclusivo de este mismo año y su diseño era un sueño hecho realidad.

—Para mi pequeña lo mejor de lo mejor.

—Presumido —lo ataqué por complejo de inferioridad. No podía creer en la autenticidad de sus palabras.

—No lo soy, solo quiero que te sientas bien—en su voz se notaba cariño.

Lo escruté. ¿Qué tanto le gustaba?

—Deja de mirarme así o te beso.

Aparté rápido la mirada nerviosa y la posé sobre mi exótico dragón. Así lo llamaría.

La risa melodiosa de él era música para mis oídos.

—Hoy no te ves bien. Te prometo que mañana te enseñaré a conducir.

Me sentí decepcionada, quería que fuera hoy, no porque quería aprender a manejar con urgencia sino porque deseaba pasar más tiempo con él.

De repente me vinieron un montón de cosas a la cabeza.

—No puedo aceptar este regalo.

—¡Empiezas de nuevo! —se puso serio.

No era mi intención molestarlo pero no podía controlarme.

—No soy nada tuyo y aceptar tanto de un hombre tiene un significado implícito...

—¡Qué piensas de mí!, no voy a exigir de tu parte nada que tú no estés dispuesta a darme.

Parecía dolido, sin embargo a pesar de notarlo, no me detuve.

—Pero aun así me sentiré comprometida.

—¡Layla!, no se qué opinión tienes de mí en esa pequeña cabecita, no obstante sácalo.

La cara me ardía.

—Yo solo imagino lo que cualquiera en mi lugar haría.

—No imagines nada y acepta el regalo, después de todo somos familia.

—No de verdad —grité.

—Tu madre es la esposa legal de mi padre así que técnicamente lo somos, ¿qué sucede?, no eres capaz de aceptarme como familia —refutó.

—No es eso...

No sé porqué rayos me alteré tanto. Cada vez me sentía más avergonzada y nerviosa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.