Capítulo 17 Eclipse de Luna.
—¡Basta, Layla!; no te acerques más —pidió atormentado.
No le hice caso, me apoyé de él y besé sus labios. Gruñó gutural aunque no se apartó; profundicé el contacto, pero me tomó por los hombros y me apartó con cuidado.
Resoplé frustrada.
—No soy bueno para ti —continuó diciendo.
—Eso lo decido yo.
—Eres caprichosa —exclamó contrariado.
Asentí.
—¡Deberías temerme! —vociferó.
—No lo haré —nada de lo que dijera me haría cambiar de opinión, estaba decidida a estar con él, para bien o para mal.
—Se que llegará el día en que lo harás, a eso es a lo que más le temo —expresó trémulo.
Sus palabras eran acertijos para mí. ¿Cómo ayudar o comprender a alguien que no se abre a ti?
—No te entiendo.
—No pretendo que lo hagas —respondió hosco.
—¿Dime si me consideras o no tu novia?, si no es así vete y no me vuelvas a buscar; sin embargo ten presente que seré libre de buscar un novio, no me quedaré soltera.
Sé que mis palabras eran una especie de ultimátum, pero era hora de definir lo que había entre nosotros. Quizás dónde único existía una relación era en mi cabeza.
—Para mí sería una dicha tenerte como mi novia, pero es algo que tú no puedes tomarte a la ligera...
—¿Soy tu novia o no? —me impacienté. Quería que lo expresara sin ningún rodeo, ¿por qué le costaba tanto? ¿O su intención era hacerme desistir?
—Si es lo que deseas, lo eres; no obstante lo que dure estará siempre en tus manos, no te obligaré a nada.
¿Eran ideas mías o parecía que me estaba haciendo un favor?, tampoco estaba tan necesitada. Me molesté.
—No tienes que estar conmigo solo porque es lo que quiero, así no me gusta, es mejor que no empecemos nada.
Me alejé nadando, estaba realmente furiosa, llegué a las escaleras de metal y subí adoptando mi mejor pose, quería demostrarle lo que se perdía. Quién salía perdiendo más era él y no yo. No miré atrás en ningún momento, me quise hacer la dura hasta el final, pero lo escuché salir del agua volando, el sonido de sus alas lo tenía grabado en mi mente.
Se interpuso en mi camino.
—¡Qué haces? —reclamé digna.
—No quiero perderte —suplicó.
—Nunca me tuviste —espeté.
—No seas así.
Los papeles se habían invertido.
—No fuiste tú quién quería que me fuera, «deberías escapar de mí, irte muy lejos donde no te pueda encontrar» —repetí sus mismas palabras.
Nefilim hizo un gesto de dolor, parecía que en vez de hablarle le hubiera dado una puñalada.
—Tú no sabes por lo que estoy pasando —alegó con tono melancólico.
—Tú no me cuentas nada... —estaba reacia ya no lo quería entender. Me había herido en el orgullo, ese es un punto muy delicado para una mujer; cuando alguien te proporciona una estocada directo a ese punto tan sensible, inmediatamente te comportas de forma irracional.
—Esto está más allá del entendimiento humano, Layla —las razones que me daba no tenían sentido para mí.
—Sin importar la situación prefieres que me aleje —espeté.
—¡Nunca podrías alejarte aunque quieras!, yo puedo encontrarte sin importar que tan lejos vayas.
—¿Eso quiere decir que si quisiera escapar de ti no podría? —pregunté desconcertada y temerosa.
—Eso quiere decir que estamos conectados —respondió.
—¿Tu serías capaz de lastimarme? —lo interrogué sin tapujos, cuando uno está molesto suelta todo lo que tiene por dentro.
—Nunca estando consciente.
¿Sus palabras significaban que me lastimó el cuello estando inconsciente? Era tan parco y enigmático. La mayor parte del tiempo tenía que adivinar o suponer lo que sentía, pensaba o quería decir.
—Pensaré en todo con calma —expresé gélida.
—De acuerdo.
Alzó el vuelo y se fue. ¡Tampoco quería que se fuera!; qué dilema, me estaba enloqueciendo. Tenía muchos cambios bruscos de temperamento, debía controlarme y analizar bien las cosas antes de actuar. Creo que me estaba comportando como una gallina clueca que no sabe dónde demonios poner el huevo.
Quería ser novia de Nefilim y cuando por fin aceptó entonces cambié de opinión. Era mejor admitir que los quería a los dos de una vez por todas, pero era difícil aceptarlo. La mejor decisión creo que sería alejarme de ambos, mi confusión no le haría bien a nadie y menos a mí. Un tiempo alejada de los dos sería bueno para pensar con claridad. Dedicaría más tiempo a los estudios, algo muy importante si no quería depender de nadie en el futuro.
Días después:
Era una hermosa noche de mayo, la luna llena estaba radiante, se veía tan grande, y parecía estar tan cerca, que hasta creía que si extendía mi mano podría tocarla. Recordé que había escuchado que hoy habría un eclipse lunar. Buscaría la hora exacta por Google y pondría una alarma para verlo.
Hacía varios días que no veía a Nefilim y había evitado a Owen como si fuera la peste. Este tiempo de reflexión no me había ayudado tanto como esperé, mi cabeza seguía igual de confundida; no obstante había mejorado mucho en la escuela y mi concentración estaba de vuelta. Decidí estudiar Economía; Darien, mi tutor, había tenido gran influencia en mi decisión, logró que me gustara su especialidad. Apagué las luces y me acosté, las noches en la mansión eran tan largas y aburridas y esta noche era la peor de todas. Me tapé hasta la cabeza y cerré los ojos.
El sonido de la alarma me despertó, me sentí aturdida al encontrarme con una completa oscuridad, aún era de noche, me quedé desconcertada por un momento; el recuerdo del eclipse llegó a mi mente y luego recordé que había puesto la alarma para verlo. Prendí la luz usando el interruptor más cercano y me levanté. Estaba más familiarizada con todo lo que me rodeaba, no era tan difícil como antes, mi sentido de orientación especial estaba funcionando mejor de lo esperado. Un ruido fuerte, que parecía venir de arriba, me asustó.
¿Qué estaría haciendo Owen tan tarde en la noche?