¡¡¡Atención!!!
No apto para menores🔥+18
No es un capítulo, ni necesario leerlo, no te pierdes nada de la trama.
👁️Escenas explícitas de intimidad de la pareja.
⚠️No apto para personas sensibles.
Nefilim y Layla.
—No puedo detenerme, quiero hacerte mía, esta es tu última oportunidad para rechazarme.
Nefilim la deseaba con desesperación, tanto así que dolía, era cierto cuando decía que no podría controlarse si seguía, estaba al límite de su aguante, también era un hombre y sentía deseos carnales.
Layla no quería rechazarlo. Tenía un poco de miedo por lo que podía haber dentro de su pantalón, era inexperta en relaciones íntimas y él no era humano.
«¿Qué tan inhumano podría ser su sexo?» Se preguntó.
A pesar del temor que sentía, seguía deseando ser suya por completo.
—No te detengas...
Se decidió, estaba dispuesta a entregarse por completo al nefilim, en cuerpo y alma.
Nefilim se aproximó felino y la besó con ardor. Su boca descendió despacio hasta su cuello y repartió suaves besos y ligeros mordiscos a su alrededor.
La chica se arqueó y jadeó excitada.
Él tomó la parte superior de su pijama y se la quitó, y luego continuó con el pantalón. Layla quedó expuesta ante su mirada extraña y fascinante, portando como única vestimenta, su ropa interior. Quitó su sostén y envolvió sus senos pequeños con sus grandes manos, los acarició por igual. Ella nunca había sentido tanto placer en toda su vida, jadeó profundo, con la mente nublada.
—Eres mía, rockera —gruñó gutural excitado hasta el punto de no darse cuenta que la llamó como normalmente hacía en su forma humana. Gran error. Cuando recapacitó era demasiado tarde.
La joven abrió los ojos de golpe, impresionada. «¿escuché la palabra "rockera"?», pensó confundida. Solo Owen la llamaba de esa manera.
—¿Como me llamaste? —preguntó vacilante.
—Layla, ¿como más podría llamarte? —aseguró Nefilim recuperando el control.
Hasta en este momento tan íntimo pensaba en Owen, seguro lo imaginé, se dijo en su interior. No podía mencionar nada respecto a Owen, no cuando ella creía ciegamente que Nefilim y Owen eran dos seres completamente distintos. Jamás había pasado por su cabeza que fueran la misma persona.
Owen lameó la punta de su seno derecho y ella gritó por la sorpresa.
—¿No te gusta? —preguntó confundido por su repentino grito, únicamente se estaba dejando guíar por su instinto.
«Me encantó.» Pensó.
—Oh, sí —jadeó.
Él lo siguió haciendo, las sensaciones que provocaba eran indescriptibles. La mente de la chica se quedó en blanco: solo existía Nefilim, la cama y ella.
Metió su mano por dentro de la braga y tocó la parte más íntima de la joven, gruñó gutural al palpar su deseo.
—¡Estás empapada! —afirmó sorprendido.
Un deseo irrefrenable corrió por sus venas hasta llegar a su miembro palpitante, saber que ella estaba realmente excitada por él le devolvió la seguridad que jamás había tenido con ninguna de sus vidas pasadas. Jamás había penetrado en su interior, ni en el interior de nadie, desconocía lo que podía sentir en una relación sexual. Pese a que estaba por cumplir mil años de edad permanecía virgen para ella. Se había prometido que si no era de ella no sería de nadie más.
Se apartó, llevó las manos hasta el cierre de su pantalón y a la chica se le cortó la respiración. El misterio estaba a punto de rebelarse.
Owen se quitó el pantalón y luego el bóxer. Layla seguía cada uno de sus movimientos sin perder detalle. Estaba curiosa por ver el tamaño de aquello que de seguro entraría en su cuerpo esa noche y cuando lo vio se quedó congelada.
—¡Oh!
¡Eso no podía ser normal!, ¿cabría algo de tal magnitud dentro de mi pequeño cuerpo? Se preguntó asustada.
—Pequeña; aunque te dije que no me iba a detener retiro lo dicho, es tú desición, entenderé si no quieres...
—Ven.
Él se quedó confundido.
—¿Segura?
—Sí.
Ella no estaba segura de nada, pero deseaba tenerlo cerca y que volviera a besarla, ya extrañaba sus labios.
Owen se aproximó lentamente y quedó fascinada con su cuerpo fornido al desnudo. Respiraba entrecortado tanto por la visión fenomenal como por el temor a lo desconocido. Cuando lo tuvo encima
tragó saliva fuerte.
—Nefilim yo...
Iba a decir que era su primera vez, pero se cohibió.
—Dime sin rodeos, pequeña; te escucho.
—Quiero ser tuya —expresó en cambio.
Owen se decidió, sin embargo al mirar la brutalidad de su pene comparado con el cuerpecito diminuto de su amada se frustró.
—¿Estás segura? —preguntó porque él no lo estaba.
Ella asintió con la cabeza y la boca.
Él abrió sus piernas y se colocó en el centro, tomó su polla con la mano derecha y la colocó en su vagina, en la posición de entrada. Acarició arriba y abajo varias veces sobre la superficie mojada y resbalosa, hasta que poco a poco la fue dilatando hasta el punto de entrar de golpe.
—¡Aaaaaay! —gritó la chica y él se detuvo al instante.
—¿Te lastimé mucho? —interrogó asustado.
—Sí, duele.
—Detengámonos aquí —decidió y se dispuso a salir de su apretado interior.
—No, espera —la chica se opuso enseguida.
—¡Pero te duele! —no podía soportar lastimarla a conciencia.
—Pero quiero tenerte... —aseguró con firmeza.
Puso sus manos sobre su vientre plano y utilizó sus poderes para sanar su interior. Sintió en su propia piel todo el dolor de ella, pero aún así la siguió deseando con intensidad. Bien dicen que el dolor puede excitar más en algunas ocasiones. Se empezó a mover dentro de ella sin dejar de curarla, aceleró su movimiento cuando la escuchó jadear de placer.
La embistió con fuerza y lo continuó haciendo reiteradamente al ver el placer reflejado en su rostro. Se incorporó y se puso de rodillas, la tomó por los muslos y la alzó, miró su cuerpo delgado cuándo la embistió con fuerza y temió cuando su potente virilidad levantó su vientre hasta divisar un bulto donde debía estar la punta de su miembro.