Enamorada de un zorro 2 | Saga: Kitsune

CHP 12

 

 

El supremo era conocedor de los planes de Samael, él fue quien lo creo y el mismo sabe con qué propósitos. Lo que no sabía es qué tan lejos podría llegar Samael para cumplir su objetivo.

—Padre… yo me puedo encargar de Samael, usted quédese aquí en Betel –Dijo el ángel miguel decidido a ir por su hermano y detener sus planes.

—No…—Negó el supremo – Samael se ha desviado de sus verdaderos planes, ni tú ni yo podremos hacerlo cambiar de opinión.

—¿Entonces qué hacemos padre? No podemos dejar que acabe con la humanidad así porque si –Exclamo Miguel notablemente furioso.

—Samael aún tiene algo de razón y será Micaela quien lo ayude a entrar en razón de nuevo –Miguel se petrifico al escuchar ese nombre, su ira fue en aumento por el simple hecho de involucrar a la persona que más protege con toda su existencia en un problema de tal magnitud.

—La voluntad de Dios, es la voluntad de los arcángeles –Dijo mientras hacia una media reverencia.

—Trae a Micaela –El arcángel Miguel fue en busca de su hermana Micaela, si bien todos los ángeles eran hermanos por ser hijos del mismo creador, Micaela era más que eso, ella fue creada de su costilla, lleva su misma sangre. Cuando la ubico regreso con ella a Betel y la puso ante el supremo.

—Hija mía tal vez te preguntes que haces aquí –Micaela asintió con la cabeza –A petición de Miguel nunca saliste del reino celestial, pero hoy necesito que vayas a la tierra. –Micaela abrió los ojos de la sorpresa –Necesito que hagas entrar en razón a Samael, sé que nunca lo has visto pero lo reconocerás en cuanto te topes con el Micaela trago en seco miro a Miguel y este la miro con dolor y asintió.

—La voluntad de Dios, es mi voluntad –Dijo Micaela y se arrodillo. A parte de los arcángeles, Micaela era la única del resto de ángeles de bajo rango usar esas palabras. Salió de Betel y se dirigió enseguida a la tierra.

Llego en pocos minutos, se encontraba en una montaña verdosa, había muchas que nunca había visto en su vida, se sentó en el suelo y empezó a acariciar las flores haciendo que estas florezcan en cantidad. No se cohibió de ver, oler y tocar las flores, mientras tanto alguien la miraba desde un escondite.

Micaela se paró del suelo para extender sus alas y seguir en busca de Samael, pero en cuanto se levantó del suelo una espada negra y filosa estaba apuntando hacia ella. Unos ojos negros como la obsidiana negra con toques verde esmeraldas la miraban fríamente, ella lo repaso por completo sin pensar en el efecto que causaba en el ángel de la muerte. Iba vestido con unos jeans negros ajustados, una camisa negra delgada que se le pegaba al cuerpo, pero lo que más le llamo la atención fueron sus alas, eran tan bellas como se lo habían descrito, a simple vista se veían muy suaves y se descubrió queriendo tocarlas, eso hizo que se sonrojara y Samael gruñera.

—¿Quién eres? Es la primera vez que veo a un ángel como tú –Micaela no era un ángel normal, ella poseía los poderes de creación del supremo cosa que ningún ángel en el reino celestial tiene, eso se le hizo interesante y a la vez espeluznante a Samael.

—Mi nombre es Micaela… —Ese nombre lo dejo petrificado, solo existía un ángel con ese nombre y era la hermana de su contra parte –Miguel – el ángel dotado con la gracia de Dios. En ese momento quiso pasar su filosa espada por el cuello de Micaela, pero algo en ella se lo impedía.

Quería matarla y a la vez cuidarla, la chica se veía frágil, pero era obvio que tenía una fuerza grandiosa, además de ser la herrera de todas las armás celestiales entregadas a los dioses.

—Te envió El ¿cierto? –Dijo Samael aun empuñando su espada.

—Algo así –Dijo Micaela rejalada lo que hizo confundir al arcángel – Vine por decisión propia –Eso le sorprendió al punto de dejar caer su espada, Micaela lo miro cautelosa y tomo la espada de Samael por la empuñadura y se la entrego.

El ángel no entendía como ella era capaz detener su espada entre sus manos, solo él era capaz de usarla y eso le llamo más la atención, tomo la espada y la tiro a un lado, tomo del cuello a Micaela y la estampo contra un árbol.

—¿Cómo hiciste eso? –Pregunto ya aburrido de la situación, pero no tuvo tiempo de continuar cuando ella le dio un puñetazo en el abdomen mandándolo a volar lejos. Se levantó molesto y se abalanzó sobre Micaela empezando una pelea entre los dos.

Ella era igual de fuerte que él y eso lo estaba molestando y a la vez excitando, debía admitir que la chica tenía una belleza sin igual que atraía en segundos. No supo cómo, pero termino debajo de ella mientras estale tenía las manos aprisionadas. Estaba cansado de tanto pelear y ella también, ambos tenían la respiración agitada y el semblante molesto.

—Yo que tú me bajo preciosa –Dijo Samael con la voz ronca. La atracción que sentía por la chica aumento con cada roce en esa pelea y ahora se encontraba deseándola como nunca antes deseo a algo o alguien.

—No lo hare hasta que me escuches –Jadeo y el arcángel asintió mientras la miraba expectante. –Vine por voluntad propia, el supremo me dijo que viniera a hacerte entrar en razón, pero desde un principio sabía que no lo iba a lograr, acepté porque quería conocer la tierra y me encontré contigo a la final.

El arcángel la miro a los ojos tratando de encontrar la mentira en sus palabras, pero ella decía la verdad, ella noto su intento de control y se mordió el labio para tratar de reprimir la risa, eso hizo que Samael perdiera el control. Volteo junto con ella quedando el encima y ella abajo, ahora él era quien la agarraba por las muñecas.

—Ahora tú me vas a escuchar –Se posiciono entre las piernas de ella y pego su cuerpo al de ella haciendo que el ángel se sonrojara. Los ángeles no han experimentado el sentimiento de Lujuria, pero Micaela se sentía atraída por el misterio que resultaba ser el arcángel de la muerte.




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