Enamorada de un zorro 2 | Saga: Kitsune

CHP 13

 

 

Aquel beso rompió las barreras de lo prohibido, Samael toco a la hija adorada de Dios, a la hermana de su enemigo. Aunque Micaela se negara a los encantos de Samael por dentro ella empezaba a sentir algo más que aprecio por él. Samael seguía con la idea de destruir el mundo, pero detuvo sus planes por querer estar cerca de Micaela.

—¿Qué crees que estás haciendo?  –Dijo Micaela mientras intentaba quitarse a Samael de encima.

—Me gustar tocar tu cabello, es muy suave –Samael se volvió más cercano a Micaela, se podría decir que ahora son amigos, pero Samael quiere más que eso. – ¿Qué harías si te beso?

—Te golpeo, sabes que no me gusta que lo hagas –Dice Micaela mientras juega con algunas flores en el suelo. La montaña se había vuelto su lugar de encuentro, mientras Samael hacía de las suyas en el mundo humano, Micaela se la pasaba jugando con los animales y creando plantas a su alrededor.

—Con que descaro lo niegas –Ríe mientras se acerca a ella y la toma desprevenida por la cintura. –Estoy seguro de que si lo hago me vas a corresponder. –susurra en su oído con su voz ronca haciendo que ella se erice

—Detente –Dice ella en un susurro, pero él no hace caso y le lame el cuello haciendo que ella suelte un jadeo –Samael...

El apretó aún más su cintura, no se resistió y le comió la boca como tanto había anhelado desde que la conoció, ella intento apartarlo, pero él no se lo permitió y el la tomo de la nuca profundizando el beso, Micaela se rindió ante los besos del ángel que tanto amaba y siguió el beso.  Samael gruño cuando sus lenguas estuvieron en contacto, el la sintió tan entregada, tan suya que no lo aguanto más he hizo que la chica se acostara en el pasto.

Ella enredo sus piernas en la cadera de él haciendo que sus intimidades rosaran y ambos soltaran un jadeo. Micaela jamás pensó descubrir los deseos que su cuerpo ocultaba, jamás pensó estar en esta situación y mucho menos con el arcángel de la muerte, pero lo amaba y solo quería dejarse llevar por una vez en su vida. Samael adentro sus manos en el vestido de Micaela rosando sus muslos y presionándose más contra ella.

—Que me haces niña –Dijo mientras le comía el cuello con ímpetu. Ella no se resistió y lo empujo poniéndose encima de él, se quitó el vestido sin apuros frente a los ojos de él, ella se sentía hermosa y eso le dio más confianza para chuparle el cuello con fuerza.

—Ahh…Micaela –Jadeo Samael y la agarro del trasero para que se moviera encima de él haciendo que ambos gimieran. –No aguanto más…

Samael volvió a tomar el control dejando a Micaela debajo de el nuevamente, se sacó la camisa y el pantalón con rapidez quedando ambos completamente desnudos. Beso todo el cuerpo de Micaela, no quería dejar ni un solo espacio sin tocar, la quería solo para él y así seria.

—Samael…te necesito –Gimió Micaela y eso hizo que todo el autocontrol de Samael se fuera al caño. La beso con ímpetu y se acomodó entre sus piernas, se adentró suavemente dentro de ella y cuando entro por completo soltó un gemido de satisfacción.

—Maldición, estas tan apretada –El empezó a moverse suavemente y con el tiempo aumento sus movimientos haciendo que ambos gimieran como locos —Preciosa, di que eres mía –Dijo con la voz entre cortada, el solo pensar que ella podría estar con alguien más lo hizo cabrear en segundos –Di que solo estarás conmigo, di que me perteneces amor –Aumento sus embestidas y ella se retorció por el nudo de placer que se estaba formando en la parte baja de su abdomen.

—¡Soy tuya Samael! –Grito llegando al orgasmo y apretando aún más a Samael.

—¡Sí, Mia! –Grito cuando por fin llego al cielo sin alas, se corrió dentro de ella marcándola como suya. Desde ese entonces sus vidas cambiarían por completo, ambos habían pecado y no se arrepentían de aquello…

Pero no todo es color de rosa siempre, a pesar de su amor por Micaela el siguió con su plan, Samael invoco a un Dios del inframundo que practica la brujería trayendo consigo a demonios como Leviatán, Astaroth, Behemot, Belfegor y Evanora, hija del Astaroth.

—Veo que me desobedeciste –Dice el supremo mientras mira con decepción a Micaela, ella esta atrás de Samael quien la protege del resto de los arcángeles. Al lado del supremo se encuentran tres Titanes que miran con atención lo que sucede.

–Y tu…—Mira con odio a Samael –Te di todo y así me pagas –El supremo alza su mano y el resto de los arcángeles se abalanzó sobre ambos para atacarlos desatando una gran batalla que luego termino en un empate.

Dios al ver que Samael y Micaela se resistían a él decidió interferir en la batalla. Acabaría de una vez con su hija amada, la única por la que sintió verdadero afecto y con el ángel traidor Samael.

—Samael… —Dijo Micaela, el terror empezó a recorrer sus venas, sabía lo que le esperaba –No quiero que esto acabe aquí –Él se acercó a ella y la tomo del rostro juntando sus frentes.

—Micaela… esto no termina aquí, es un hasta pronto, prométeme que me amaras en cada una de tus vidas

—Lo prometo –sonrió y entrelazaron sus manos, los tres titanes clavaron sus enormes espadas en la punta de la montaña como un sello de aquella promesa, pues ellos estaban de acuerdo con su amor, pero aun así terminaron padeciendo bajo las manos de su Dios, prometiendo sobre aquella montaña en la que alguna vez se conocieron que se volverían a conocer en cada una de sus vidas y se volverían a amar.

 




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